Capítulo VI

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Peeta's POV

Miraba mis manos avanzar y volver a su posición inicial una y otra vez, dando pequeñas pinceladas en las que desaparecían mis preocupaciones. Solía pintar los momentos más importantes de mi vida, para que nunca pudieran caer en el olvido, desaparecer, tras mi recuerdo de ellas.
Un susurro de viento hizo ondular las cortinas, lo que significaba que la puerta debía estar abierta. Me giré con la intención de volver a cerrarla. Apoyada en el filo de la puerta, se encontraba ella, tan bella como de costumbre. Se le dibujó una sonrisa en el rostro al chocar nuestras miradas.

-Continúa, sólo estaba mirando.- dijo Katniss.

Me giré de nuevo y proseguí plasmando mis recuerdos. Escuché como, con pasos ágiles y silenciosos se colocaba a mi lado; apoyó el peso de su cuerpo sobre una de sus piernas y cruzó sus brazos mientras observaba mi mano manejando el pincel.

Una pequeña risa inundó sus dulces labios. Su cabeza se desplazó a mi hombro, encajando a la perfección en mi clavícula; su olor a vainilla inundaba toda la estancia y daba un toque de dulzor al ambiente. Levantó su mano y la colocó sobre la mía, la cual, sostenía el pincel, ahí fue cuando, sus manos frías, chocaron con mis cálidas y acogedoras manos, formando en sí, la temperatura perfecta. Poco a poco, alejó mi mano del lienzo y la colocó delicadamente en uno de mis costados.

-Lo recuerdo como si fuera ayer.- dije, observándola de reojo.- cada detalle, cada color, lo recuerdo todo.

Una pequeña luz, brotó de los huecos libres de la ventana y se posó en el lienzo, avivando los cálidos colores contrastados, con algunos detalles sutiles: su cabello, sus manos, sus ojos... un intenso silencio reinó en la habitación, dando calma a esta.

-Como olvidarlo...-respondió después de un suspiro; una sonrisa melancólica apareció en su rostro.

Nuestras manos, se entrelazaron lentamente, y juntos, recordamos aquella vez hace tantos años:
Nos encontrábamos caminando por el bosque, en busca de agua- realmente hacía calor en esa arena.- con el machete que Katniss cogió de la cornucopia para mí, me encontraba abriéndonos paso entre la maleza, intentando que nadie perdiera más energía de la necesaria por si nos encontrábamos con más tributos.
Mi mano ya se encontraba de camino a otra rama cuando Katniss gritó unas palabras de advertencia, demasiado tarde. Una onda expansiva me hizo salir disparado por los aires, junto a mis otros tres compañeros. Mi cuerpo dio una gran sacudida, mientras veía un agujero abrirse donde antes había sólo ramas secas y dejó ver un pasto; una preciosa extensión verde, llena de vida, fue lo último que vi hasta sentirme mareado y caer inconsciente.

La nada me rodeaba, un gran vacío reinaba donde deberían estar los latidos de mi extraño corazón, el cuál, pertenecía y pertenecería a la impresionante Katniss Everdeen, hasta el fin de mis días.
Todo era oscuridad; no había pensamientos, no había dolor, no había absolutamente nada; excepto ella, con una resplandeciente sonrisa.
Creía que cuando estabas al borde de la muerte veías pasar tu vida como una película; yo sólo la veía a ella, y con eso me bastaba, quizá ella era mi vida entera.
Después de varios minutos, me noté de nuevo mareado; en ese instante me encontraba tendido en el suelo, luchando por conseguir oxígeno. Sentí como mi corazón volvía a latir, esta vez con fuerza; aunque una cosa no cambió, ella seguía ahí. Lágrimas salieron de sus hermosos ojos mientras una sonrisa de alivio, volvía a la luz.

Regresé al presente, al lienzo donde los dos nos encontrábamos dibujados: yo tumbado en el suelo, y ella intentando traerme a la vida de nuevo; se veía desde un punto de vista lejano, tanto, que un haz de luz se formaba en las hojas que nos rodeaban, creando un escenario para los trágicos amantes del distrito 12.

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