Capítulo 29

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Las lágrimas bañan mis mejillas, pero no hago nada para quitarlas, sin embargo. Me mantengo firme en mi lugar, mirando a los ojos a Lucy y sonriéndole. Extrañaba estas noches de chicas y confesiones de hermanas.
Ahora es cuando me doy cuenta de cuán falta me hacía mi antigua vida. Cuánto extrañaba ser mi antigua yo: sin persecuciones, sin desamores, sin líos, sin... Louis. Pero también sé que, de ahora en más, la vida sin Louis es un calvario. Es como si la tierra fuera el infierno, el cielo la tierra y Louis... El mismísimo diablo, pero a la vez Dios. Esa mezcla cautivante y devastadora. Ese imán que te atrapa, envolviéndote con su fuerza magnética, y no permite que escapes. Louis es  eso. Es como tomar una cuchilla por el filo: No sabes cuándo cortará, pero cuando lo hace, puede ser letal.

-Hey... ¿Estás ahí? ¿•________•?¡Hey!- Lucy agita frenéticamente las manos frente a mi rostro, intentando despabilarme de mis pensamientos.

-S-sí, sí. Lo siento. Solo...- Me interrumpo y dejo la frase sin terminar. No puedo confesar que estaba pensando en Louis. No puedo admitir que todos mis pensamientos van en dirección a él y solo él. No quiero...

-Sí que te pegó fuerte, ¿eh?

-¿Qué? ¿de qué hablas?- Pregunto, fingiendo ingenuidad; pero está más que claro que ambas sabemos a qué se refiere.

-No te hagas... Puede que quieras mentirte a tí misma, pero conmigo no funciona. Vamos... Acepta de una buena vez que ese tal...

-Louis.- Respondo, al verla titubear con respecto al nombre de mi amado.

-¡Louis! Sí. Acepta que Louis te ha enamorado hasta la rodilla.

Entonces, la muralla que he intentado construir  este tiempo se desmorona y pierdo la cordura...

Estallo en un llanto caótico y dramático. Profundamente sentido, inmenso y pesado. Tan pesado que me ahoga... Y no puedo evitarlo. Mi cuerpo es una masa convulsa contra el pecho de Lucy, quien me sostiene y me acaricia el pelo con suavidad, en un gesto maternal y protector. Tiemblo y jadeo contra su camiseta de tirantes blanca, la cual comienza a humedecerse, y me siento culpable por ello. No tiene por qué consolarme de esta forma cuando yo la he abandonado tanto tiempo. No tiene obligación alguna de soportar el infierno en el que me he metido yo solita y sin ayuda de nadie. Entonces, agradezco al mundo también por eso, porque hoy en día; nadie es tan buena amiga como ella.

-Hey... Lo siento, no quería que pasara...esto.- Dice, con su mentón apoyado en la coronilla de mi cabeza, mientras me acaricia el pelo con los dedos.

Me separo de ella, la miro fijamente con ojos cristalinos y con un hilo de voz digo:- Está bien, solo llévame a casa.

(***)

Sábado 10 de Octubre, 2015.

Una taza de café juega entre mis manos. La porcelana se encuentra tibia por las altas temperaturas de la infusión que hay en ella, y mis dedos helados y totalmente entumecidos lo agradecen.
Me encuentro en el sillón, con la mirada perdida en el suelo y los ojos totalmente empañados. El dolor quema en mi pecho, pero no me atrevo a derramar las lágrimas. Llevo días de esta manera y no quiero permitírmelo más.


Ha pasado mi cumpleaños y no siento nada con respecto a eso. Una simple reunión de amigos y familia ha sido bastante para mantenerme ocupada y sin llorar por más de 12 horas. Pero nada me ha impedido llorar el día después. Ni el anterior. Pero ya no puedo más. Ya no soporto esto. Voy a quebrarme. Voy a estallar en mil pedazos si continúo de esta manera y en estas condiciones. Sé que debo hacer algo al respecto, pero cuando sientes un gran vacío en tu interior que, por más que lo intentes, no se llena con nada... Son suficientes razones para que la idea de tirar la toalla y rendirte esté entre tus opciones. O se convierta en tu única opción. Es entonces cuando lo piensas. Le das vueltas y vueltas en tu cabeza... Y te sigues sintiendo tan vacío e irreparable como al inicio, o peor.

Solo me pregunto, ¿por qué habiendo tantas personas en el mundo, tantos continentes con sus respectivos países, existiendo tantos centros comerciales; mi camino y el suyo tenían que cruzarse?

Muchos le llamarán destino, otros culparán a Dios, e incluso al hilo rojo, pero, lo único que sé con firmeza, y por más que me cueste asumirlo es que, aquél joven de ojos azules como el cielo, cabello castaño y sonrisa cautivadora... Me ha enamorado perdídamente. Y lo quiero como no debería, pero lo hago. No puedo evitarlo... Y eso me destroza.


El timbre de la entrada suena, chirriante, irritante, molesto y ensordecedor; haciendo que dé un salto en mi lugar y poniendo mis sentidos alerta y mis nervios de punta.
Me incorporo como puedo y, rodeándome con la frazada que tenía sobre mis piernas, descalza me dirijo hacia la puerta. Me cepillo un poco el pelo con los dedos y sorbo mi naríz, intentando estar presentable. La persona al otro lado del umbral vuelve a precionar el botón frenéticamente, irritándome aún más y haciendo que un glosario de maldiciones y palabras mal sonantes, no dignas de una dama, invadan mi mente.

-¡Qué ya voy!- Protesto, esmerándome para que mi gargante formule un grito molesto y no un sollozo de frustración como el que oyeron mis oídos.

Los últimos tres pasos se vuelven infinitamente eternos, y no es hasta que por fín tomo el picaporte y tiro de este para que la puerta se habra, que dejan de tocar timbre.
Mis ojos se clavan molestos en la figura que se encuentran frente a mí, entonces, observan curiosos el familiar pelo castaño, la barba incipiente que asoma por la parte inferior de su rostro y recorre su quijada, y, por último, sus ojos.
De pronto, me siento abrumada debido a la oleada de emociones que me invade el pecho. Todos los recuerdos llegan a mi mente y se aremolinan como un torbellino, que arrasa con todo a su paso.
La tensión se apodera de mis músculos, entumeciéndome todo el cuerpo, dejándome incapaz de moverme de mi lugar. Aún así, una ráfaga de calidez y buenos recuerdos me atravieza porque, a pesar de todo, seguimos siendo amigos.

-¿Liam?- Pregunto, asombrada de haber encontrado un hilo de voz en mi garganta.

-Lo-Louis... Erik... Debemos irnos.- Está agitado y respira con dificultad. Su frente se encuentra bañada de sudor y la camiseta se le pega al torso. Lo observo curiosa, con los ojos muy abiertos, sin entender lo que está pasando. Siquiera he abierto la puerta y me ha atacado con palabras dichas inexplicablemente rápido. No me encuentro en mi mejor momento para comprenderlo, así que solo me quedo quieta, casi sin pestañear.

-Liam, ¿Qué sucede?.- Pregunto, con voz calma y suave, intentando tranquilizarlo y dejando que explique la situación.

-Louis... Está en peligro.- Dice, y mi mundo se cae en pedazos.

-¡¿Qué?!


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¡Holaaa!
Ya sé... Deben odiarme. Hace poco más de un mes que no actualizaba, ¡UN MES! Ni yo lo creo, pero aquí estoy. Y les pido mil disculpas. TODO este tiempo que no he actualizado, estuve haciendo reformas en la historia de ambas novelas, y de corazón espero que les gusten.
Ahora, debo preguntarles algo: ¿Qué les gustaría más?

a- Un final trágico. (Así a lo bajo la misma estrella.) Para que tengan los pañuelos descartables al lado y un pote de helado.

b- Un final trágico pero con un epílogo reconfortante. O

C- Un final súper optimista, cliché y feliz.

¡POR FAVOR, comenten preciosuras! ♥
Eso es todo. Las amo con mi jert y espero me perdonen ♥♥♥

Nos leemos, a partir de ahora, todos los viernes ☺

-Leii :)



Prófugos || «L . T»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora