4-Capitulo.

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Mi madre solía decir: Nosotros constantemente nos quemamos en la vida, unos se queman más que otros, otros apenas conocen la calidez del fuego, pero sin embargo todos formamos parte de ese enorme infierno y aprendimos a como subsistir; a tal punto de llegar a convertirnos en aquella ave que renace de sus propias cenizas, el fénix. Algunos seres humanos llegaban a juzgarla por los mensajes que llegaba a transmitir, pero como podían interpretar un mensaje que nos involucra a todos nosotros, como un signo de locura. Hoy esa idea aún permanece en mi memoria, como cada uno de los momentos que presencie a su lado.

-Bien hemos llegado- Dijo marina al estacionarse. - ¿Listo?-

- Tsss...- Suspire

- Con eso me quedo todo más que claro- dijo marina en tono de sarcasmo. – Bueno Vas –

- ¿Qué? ¿Tan pronto? – pregunte asustado, mientras marina me daba mi mochila y abría la puerta del automóvil

- Adiós... - Dijo por último.

Al bajarme, de inmediato encendió la camioneta y se retiró, yo miraba como se alejaba hasta volverse una luz roja a lo lejos, y pensaba en la situación en la que me encontraba, aún tenía la oportunidad de correr y echarme para atrás. Simplemente huir. Pero ya era hora de armarme de valor y atravesar aquellas puertas que marcarían el comienzo de una nueva etapa en mi vida; trague saliva, me pare derecho y continúe caminando.

...

Al entrar me encontraba en un escenario un tanto complicado, estaba rodeado por casilleros y pequeños grupos de personas que se encontraban revueltos entre la sociedad.

Al sonar el timbre todos se dirigieron a sus clases, y de pronto yo me encontraba en medio del pasillo con un papel, como un simple novato; Mire mis horarios y entre a uno de los salones que se encontraba a mi izquierda, al abrir la puerta toda la atención se vio reflejada en mí.

-Perdona, pero ¿tu nombre es? – dijo un hombre de traje que se encontraba frente a mí.

- Sebastián... – dije cortante

- ¿Sebastián? – dijo barriéndome con la mirada por completo. – Bien Sebastián, visto que es tu único nombre, no me queda otra más que llamarte así- Dijo en tono de ironía.

Me quede callado por unos segundos, mientras el me tendía la mano para coger mis papeles.

-Veo que no eres de muchas palabras, me agrada, vamos elige un lugar y siéntate.- dijo el profesor indicándome los pupitres

Comencé a caminar hasta encontrarme en la última fila y colocarme en el lugar de la esquina; Valla que cliché, el novato antisocial que se excluye sentándose hasta atrás.

El tiempo se corrió de manera que mi atención se perdía en la inmensidad de mis pensamientos, hasta llegar al punto de retirarme del aula.

...

Al salir del aula, las miradas de todos a mí alrededor se encontraron centradas en un solo tema. De pronto decidí acercarme y me encontré con un par de chicos que se encontraban golpeando a otro de aspecto delgado con lentes; me parecía absurdo el que se sintieran superiores con respecto a la apariencia de un simple ser humano.

-¡Hey, basta!- exclamo aquel chico del cabello alocado, y ojos azules.

-¡Tu realmente no quieres hacer esto!- exclamo uno de los chicos mirando a este fijamente; este lo miro y sonrió, en unos segundos ambos se encontraban en el suelo agrediéndose el uno al otro.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que uno de los profesores intervino; ambos se separaron, y tomaron caminos distintos. Comencé a caminar y uno de ellos corría hacia mí.

-Hey, Sebastián, ¿cierto?- pregunto el chico de ojos azules

- Si- dije cortante

- Soy Max, realmente no sé si me recuerdes.- dijo y al momento me tendió la mano, yo solo la estreche.

- Si, hola.-

-Bien y, ¿Cómo la llevas?- pregunto mientras caminaba de espaldas

- Bien, supongo.-

- Bueno... visto que no quieres hablar conmigo, regresare después- dijo y al instante se perdió entre las personas

Mientras yo trataba de ubicarlo, algo me provoco una increíble gran incomodidad. Mire frente a mí, y me encontré con una chica de pelo largo, y ojos grises que ahora se encontraba agachada  recogiendo sus papeles.

-Perdona, realmente no quise.- dije al agacharme mientras recolectaba un par de hojas; ella me miro directo a los ojos, y mi corazón se aceleró, mis manos al instante comenzaron a transpirar sudor.

- No importa gracias.- dijo mientras me tendía la mano para tomar los papeles que yo mantenía sujetos.

- De verdad lo siento.-

- Ya lo dijiste-

- Si pero porque aún no puedo sacarme a la idea de que eso no es suficiente- dije y de inmediato se sonrojo, dejando salir una pequeña risa.

- Nada es suficiente- dijo mientras comprimía sus libros contra el pecho.

- Sebastián- Dije tendiéndole la mano.

- July...- dijo tartamudeando

- ¿July?- pregunte

- Juliette, disculpa- dijo al estrecharme la mano.

-Lindo.- dije

-No en realidad. Y bien ¿eres de nuevo ingreso?-

- ¿Tan obvio soy? – pregunte

- Mmmm... ¿realmente quieres que te responda?

- Sé que si digo que sí, no obtendré buenos resultados, así que dejémoslo así.

-Bueno, fue un gusto, debo irme- Dijo dejándome su sonrisa como único recuerdo.

De pronto todo aquello me preocupaba se había desvanecido ante su llegada.

...

Toda la jornada que se vino después de clases me pareció del más mínimo interés. Lo único que pensaba era en aquella sonrisa.

-¡Sebastián!-grito Marina desde el auto que se encontraba estacionado al otro lado de la calle.

- Hola- dije al subirme.

- ¿Cómo te fue?-

Después de aquella pregunta la única palabra que tuve para definir mi día fue "perfección", eso porque ella simplemente había llegado en el momento indicado, y de la forma menos esperada.

...

¿Qué es lo que me pasaba?, jamás me había sentido de tal manera, jamás había pensado en alguien de forma que no pudiera olvidarla.

Ella se suicido, y todo cambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora