Amies

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Capítulo 2: Amies

Había comenzado un nuevo día de clases, Alya esperaba en la entrada a su mejor amiga cuando una limosina se paró en frente.

-Hola, Alya -Saludó el joven Agreste.

-¿Qué tal, Adrien? -Respondió.

-¿No ha llegado Marinette? -La intuición de la morena le hizo reaccionar.

-No, ¿Pasa algo con ella? -lo miró perspicaz.

-P-para nada, sólo fue curiosidad -las mejillas ligeramente sonrojadas del chico la hicieron sonreír victoriosa, moría por contarle a su mejor amiga y que ella se volviera loca. Habría interrogado al chico si Nino no hubiera llegado en ese momento.

Los tres charlaban tranquilos, esperaban a su compañera, pero no llegaba. No pudieron esperar más y entraron a su aula. El rubio miró el lugar vacío atrás suyo, sacó las invitaciones a la pasarela de su padre y tres cajas pequeñas. Pensaba darles el obsequio e invitar a Marinette por un helado saliendo de la escuela, fue obligado a decirles su plan a sus dos amigos para que le ayudaran, ellos estaban muy emocionados y aceptaron sin dudar. Adrien estaba contento, por fin podría pasar un rato a solas con ella.

No muy lejos de ahí, la joven corría tan rápido como podía, se le había hecho tarde para ir a la escuela por culpa de Chat-noir, pues decidió que, en vez del dibujo, sería mejor idea hacerle el sombrero que había dibujado, incluso tendría aberturas para que pudiera sacar sus orejas por ahí. Toda la noche la pasó arreglando el diseño, e incluso hizo parte de la estructura. Se durmió tarde y despertó de la misma forma, aún debía ir a comprar algunas cosas que le hacían falta.

-Señorita Dupain-Cheng, ¿Tarde otra vez? -Regañó la profesora.

-Lo siento, no volverá a pasar. -Se disculpó.

-Ha dicho eso cada vez -suspiró la mujer. -siéntese y no haga ruido. -ella tomó asiento, no tardó mucho en sentir la penetrante mirada de su amiga.

-¿Qué pasa? -le susurró.

-Es una sorpresa. -Alya le guiñó el ojo con una sonrisa emocionada y volvió su mirada al frente.

En el descanso, el de ojos verdes se acercó a sus amigos con las entradas y las cajas, las repartió a Nino y Alya, Marinette estaba ocupada con una tarea que tenía como presidenta de la clase y no iría con ellos en ese momento. El rubio no se desanimó, sabía que tendría la oportunidad más tarde. Sus amigos abrieron las cajas, llevaban dentro un par de broches de oro que los caracterizaban como invitados especiales, así que los debían llevar puestos al evento. Las clases pasaron y el ánimo del chico decayó terriblemente, ya que no podía acercarse a su compañera, fue cuando decidió mandar la invitación con su amiga, pues al parecer la joven tenía algo importante que hacer y no se quedó mucho tiempo a la salida.

Mientras tanto, ella debía terminar su regalo tan rápido como pudiera. Si era posible, entregarlo esa misma noche en la vigilancia. A esa hora era la mejor para charlar entre ellos, de hecho, las pocas pláticas amistosas que habían tenido sucedían en esos momentos. En efecto era mucho más fácil que mientras peleaban con akumas. Corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a la tienda por las telas y materiales que faltaban, además necesitaba una linda caja dónde meterlo.

Adrien pensaba en comprarle algo a Marinette, aunque no sabía bien qué, ¿Qué le gustaba? Sólo sabía que quería ser diseñadora y que le gustaban los videojuegos, ¡Por supuesto! Podría darle un nuevo control o tal vez la nueva versión de su juego favorito, aún no salía a la venta, pero Natalie lo conseguiría fácilmente; o también le podía dar algo de la colección de su papá, eso le encantaría a cualquiera, ¿No? Entonces, el destino le puso en frente la oportunidad perfecta, ahí, al otro lado de la acera, estaba la joven de coletas cargando torpemente un montón de bolsas además de su mochila. Sin fijarse si habían carros o no, Adrien cruzó la calle.

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