Llegué al ensayo y me encontré a David y a Alan estirando junto a la profesora. Me dijeron que me acercara pero mi boca no pudo más y pregunté qué es lo que estaba pasando. Me contestaron con una escasa risita y una sonrisa de oreja a oreja, me explicaron que me habían hecho un test, por órdenes de la profesora, para saber si me adapto bien a los diferentes tipos de bailarines que hay en la escuela. Me enfadé mucho ya que pensaba que íbamos a ser buenos amigos, pero si toda nuestra amistad fuese un test, me pondría nerviosa hasta en el Starbucks. No, no, yo también me reí con ellos mientras le daba un puñetazo en el brazo a Alan y la profesora me explicaba mis resultados en la prueba. La había pasado con excelencia y cuando terminamos, le enseñamos el baile a la profesora y nos fuimos al Starbucks de la esquina, ese del que os hablé en la entrada de ayer, y nos sentamos en la mesa en la que esperé a mi novio el día de antes. Era la misma hora, Starbucks y mesa en la que habíamos quedado y de repente Samuel entró por la puerta y me preguntó qué hacía hablando con otros, y me dijo que habíamos quedado. Yo le dije que era demasiado tarde, se había pasado 24h del plazo de inscripción. Le di un bofetón en la cara y le dije: "Cerdo, nuestra cita era ayer, y no apareciste, gracias a ello he conocido a Alan y a David, muy majos por cierto, tu tren ya ha pasado, así que hemos terminado". Me volví a sentar en la mesa y charlamos un rato. Unos veinte minutos más tarde, recibí un SMS de Samuel diciendo: "Debes elegir, o el baile o yo". Me quedé patidifusa, lancé el móvil contra la pared y me puse roja aunque sin dejar de observar cómo Alan me sonreía con tono de picardía.
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Elegí el baile y te fuiste
RandomSoy Tamara, una chica de 19 años pérdida en el mundo del baile...