Dos...

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Repito su nombre varias veces en mi cabeza.

Dara, Dara, Dara.

Justo cuando nuestros labios se rozan, la parto de mí. Una oleada de calor me invade por todo el cuerpo.

—Por dios, ¿a qué se debe eso Shailene? —suspiro demasiado alto. Veo que está llena de desilusiones. ¿Quería que la besara en serio? —. No te ofendas, pero yo no estoy tan desesperado en obtener un beso y menos de ti.

Y poco después comprendo que no fue la mejor idea decir aquello, porque la he roto. Rayos, la he roto de una manera tan peculiar que no derrama ni siquiera una miserable lagrima. La mayoría de las persona se rompería en mil pedazos y empezaría a llorar por lo que dije. Pero ella no. Ella haría que me retractara de aquello, costará lo que costará. Que me arrepintiera de mis palabras.

Se lame los labios de una manera tan lenta que me tengo que voltear para evitar que me lleven las ganas de atraer su boca y presionarla contra la mía. Lo está logrando. Carajo, lo está logrando. Estaba tan consiente que mentía sobre ello, pero de todas maneras abrí la boca.

—Juguemos Theodore. Veamos quién es el que cae primero.

No me importa que tan insoportable es el golpe que llevo en mi ojo. No me importa que mis nudillos estén sangrando. Mucho menos me importa que caiga en su tentación, porque sé que lo haré. Pero una cosa sí, si caigo lo haré con dignidad.

—No soy así de fácil, Shailene. La verdadera pregunta es: ¿a caso tú lo eres? —la sonrisa juguetona de Shailene hace que retroceda hasta mi cama.

Me siento en el borde de ella, apuntó de derretirme en ese mismísimo lugar porque diablos que era jodidamente hermosa.

Dara, Dara, Dara.

Me toma por la camisa y jalonea de ella. Me la quito de inmediato. Sus ojos destellan con deseo. Por supuesto que ahora yo tenía la delantera en esto. Cuando tomo de sus muñecas, nos recorre un escalofrío de pies a cabeza. Si en el cuarto ya hacía calor antes, ahora estaba en llamas.

Dara, Dara.

La guitarra seguía sonando, pero ya no le prestábamos atención. La siento en mi regazo, ella envuelve sus piernas alrededor de mi cintura. Hundo mi cabeza en su cuello. Respiro hondo, tratando se succionar su aroma. Shailene se estremece cuando mi lengua hace contacto con su piel.

Dara.

Gime sin ganas de querer ocultarlo. Toma de mi cabeza, sacándome de su cuello, y me ladea para que después me implante un beso en los labios. Pronto la detengo con mi dedo índice, deteniendo el beso. Su lengua se asoma por sus labios y trata de relamerlos, pero lo único que consigue es lamer mi dedo.

Da...

—¡Ya basta! ¡Sal de mi habitación! —Shailene sonríe de oreja a oreja.

—Eres muy bipolar. Eso te hace menos atractivo —se baja de mi regazo.

Se acomoda la corta melena que lleva junto con su pijama. Su cuello está rojo al igual que sus mejillas, pero no muestra ningún signo de estar apenada. Con ojos desafiantes me dice:

—Eres más difícil de lo que pensé. Me gusta.

Dicho eso, desaparece moviendo sus caderas de una manera muy exagerada. Entra a nuestro baño. Sí, nuestro baño. Está conectado con las dos habitaciones, así que tenemos que compartirlo.

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