Un Nuevo Comienzo

Capítulo IV: Laudatores temporis acti

(Nostálgicos del tiempo pasado)

¿Saben ese momento donde hay una parte de ti que quiere negar tu propia historia?
Eso me sucede mientras mi abuela finaliza de contar lo ocurrido.

Mi padre, murió al impactar el agua, la presión del agua fue tanta que no resistió. Tal vez fue la mejor forma de morir, mejor de la de mi madre.

Ella resistió el golpe inicial, magullada y herida intentó quitarse el cinturón de seguridad para ayudarnos, o al menos eso es lo que dicen; lamentablemente el agua llegó, y ella no logró escapar. Murió ahogada

Mi hermana, pudo salir, intentó moverme pero al no conseguir resultado  me dejó. Mi madre todavía viva, le dijo a mi hermana que fuera primero, prometiéndole que intentaría ayudarme.

Yo, estaba muerta, o al menos eso es lo que todos creían.

Mi hermana logró salir de las profundidades, los rescatistas llegaron e intentaron socorrerla. Esa noche ella pudo haber sido la única sobreviviente de un terrible accidente, pero la corriente fue lo suficientemente fuerte para hacerle perder fuerza. Murió esa noche.

Hay algo que no se explican. Mi cuerpo sorprendentemente terminó fuera del auto; dicen que fui yo quien lo hizo, pero por el trauma no lo recuerdo.

Se que no fui yo.

Los rescatistas lograron dar con mi cuerpo. Estuve 4 minutos muerta. Por cuatro minutos estuve con mi familia. Mis heridas eran graves. Unas cuantas fracturas y un fuerte golpe en a cabeza. Me consideran un milagro, yo aun no se que pensar de ello.

◆◆◆

Han pasado casi tres meses después del accidente, exactamente 80 días, 10 horas y 3 minutos. Me sigo sintiendo sola.
Hoy termino la rehabilitación. Según las enfermeras mis recuperación fue extraordinaria, aparte de un chequeo rutinario estoy dada de alta.

—¿Por qué esa cara?—me pregunta Rose observándome atentamente— Esta es tu última vez aquí, no mas comida insípida de hospital y pura ropa blanca—dice mientras hace una mueca

—No lo sé, no se que esperar ahora. Han pasado casi tres meses y me sigue doliendo su partida

—I—la primera letra de mi nombre y como me llamaba ella—no me gusta mentir, y menos a ti, pero eso va a doler por siempre, tienes que intentar canalizar ese dolor y transformarlo en inspiración. O al menos es así como yo lo hago

—¿Cómo?

—Intenta pensar en cómo podrías hacerlos sentir orgullosos y al mismo tiempo tu estar feliz y complacida con aquello que te propongas.

Lágrimas empezaron a surcar un camino irregular en mi rostro y ella soltó un aparato que sostenía para verme a los ojos y tocar mi rostro.

-Cuando mi abuela Katharine murió sentí que mi vida había perdido significado; imaginame a mi, con dieciséis años, yo me tenía a mi misma y a mi abuela. Ella entonces partió y me quedé sola, o al menos así lo vi yo- decía Rose mientras me observaba con una expresión seria.

-Yo sentí que mi vida carecía de algún sentido. Estaba casi segura que no duraría mucho, hay veces que pensé que la única solución era hundirme en mis penas.

>>Sin embargo, aquí me ves, después de un proceso de autodescubrimiento, entendí que para honrar su memoria, parte de mi tenía que superarla. Estancada no iba a lograr nada, y ahí supe que ella hubiera querido que yo disfrutase la vida que tenía por delante. Ahora, décadas después, no podría estar más feliz de todo aquello que he logrado.

Al finalizar de hablar, me enseñó algunas fotografías de sus hijos y su nieto que acababa de nacer. La felicidad yacía en sus ojos y por un momento me vi a mi misma siendo feliz algún día.