Revelación

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Capítulo 3: Revelación.

Miraba atenta el techo de mi habitación, tratando de ignorar que había una persona en mi casa, que por alguna extraña razón nadie miraba más que yo.

No quería entrar en pánico ¿Sería un espíritu? Nunca he tenido ninguna experiencia paranormal. ¿Era mi mente? Podía ser que estaba teniendo mucha presión en el colegio y eso me mantenía un poco loca…

-También es extraño para mí, no te preocupes.

Escuche esa voz, que ponía mis pelos de punta. Mire hacia mi puerta y allí estaba el. Recargado despreocupado de la vida.

-Sal de mi cabeza por favor.

-Um literalmente no estoy en tu cabeza, ni cerca…

-¿Que eres? ¿Quién eres? ¿Qué deseas?- solté las preguntas molesta. Quería decir tanto y poco a la vez, por miedo a la respuesta.

-Wow alto, una pregunta a la vez.

Me quede en silencio mirándolo. ¿Por qué jugaba conmigo? Si debía ser una jugada de mi mente. Un karma o algo así.

-Vamos no muerdo, bueno no al menos de mala manera- dijo con una sonrisa pícara.

¡O dios!

-¿Eres una creación de mi mente?

-Nop.

-¿Estoy loca?

-Bueno… Eso no lo puedo responder, pero lo más posible. No actuabas muy bien allá afuera.

Axel movió su mano por su cabello. Parecía ser una costumbre.

-¡Eres un espíritu! ¿Vienes por mí? Soy muy joven para morir- lloriquee asustada.

Axel se río de mí. Maldito.

-Me gustaría saber porque puedes verme. ¿Tú también contestaras mis preguntas?

-De-depende…

-¿De qué?

-De que preguntas sean.

-¿Y qué preguntas pueden ser?

-¿Podemos dejar de hablar así?- pregunte de nuevo molesta.

-¿Podemos?

Quise gritar frustrada, pero me trague mi orgullo.

-Solo dime que eres.

-Primero dime porque me ves ¿Eres algo así como una espía humana? ¿Qué tanto sabes?

¿Humana? O dios, no era humano. Deseaba que fuera un sueño ¡Debía ser un sueño!

-¡No soy espía! ¿Qué diablos? Soy humana, todos somos humanos. Sal de mi cabeza.

-No grites, tu madre puede oírte.

-No es mi madr… Olvídalo, no te importa.

Axel me miro curioso.

-¿Cuántos años tienes?- dijo acercándose. Ahora estaba de pie junto a mi cama. Rápido me aleje.

-¿Importa?

-Tú respondes, yo respondo.

Eso no era justo.

-Tengo diecisiete años.

Abrió los ojos sorprendido.

-¿En serio? Por razón gritas así. Demasiado joven.

-Tú no te ves muy mayor- acuse. Debía tener unos años más que yo. Dos por lo mucho.

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