Unidos

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Capítulo 4: Unidos.

(Elizabeth)

-¿Qué?- grite.

-Ahora estamos conectados- aseguro. No lo podía creer. ¿En qué me había metido?

-¿De que estas hablando Axel?

-Contéstame primero ¿Tu tomaste ese diamante?

-Yo… Creo que sí.

-Genial- gruño con sarcasmo.

Sentí de nuevo miedo. Axel volvía a parecer enojado y eso no me agradaba.

-¿Qué pasa con ese diamante?- pregunte con voz temblorosa.

-Ese diamante me pertenece. Le ha pertenecido a mi familia desde generaciones pasadas, ni varias generaciones tuyas logran completar el tiempo que hemos vivido. Cada diamante depende de la familia, la manera de conectarnos con el mundo humano. Mi collar ha caído en manos equivocadas. No puede poseer dos dueños- dijo con coraje.

¿Y cómo se suponía que yo sabría eso? Dios ni siquiera sabía que existían los demonios.

-Lo siento señor demonio ¡Yo que diablos iba a saber!- grite un poco, ya cansada de esta situación.

-Cállate vas a llamar la atención. Por más que nos moleste a los dos, ya no podemos hacer nada. Ahora estamos unidos. Cuando alguien distinto al propietario entra en contacto con el diamante de un demonio sus almas se unen. Claro que no creo que lo entienda una niñita como tú.

-¡Dime la manera de romper ese lazo! Ni de loca compartiría ni la respiración contigo.

Axel gruño, sus ojos volvieron a brillar con maldad. Tal vez debía mantener la boca cerrada.

-¿No crees que si existiera ya lo hubiera hecho? ¡Piensa!

-Idiota- gruñí. Los dos nos quedamos en silencio mirándonos. Nadie se quería dar por vencido en la batalla de miradas. Como decían “si las miradas matasen”….

No sé cuánto tiempo paso y ninguno decía nada. Hasta que Axel suspiro cansado y sus ojos volvieron a su color habitual. Ese azul celeste que me hacía odiarlo ¿Por qué debía tener unos ojos tan hermosos?

-De acuerdo. Dejemos esto, yo ya no soy un crio para comportarme como tú.

Se sentó de nuevo a mi lado.

-Esto es más grave de lo que crees. Así que no nos conviene vivir en guerra. Yo no puedo romper esto, es imposible. Solo terminara cuando tu mueras, o en el peor de los casos yo. Aunque si mueres por causas naturales, con la corta vida de los humanos seré libre. Y si yo muriera, cosa que es imposible ya que vivo como trescientos años más que tú.

-¿Trescientos años?

Esto parecía una tipa historia de ficción de los libros que leía ¡Tal vez si estaba soñando!

-¿Y si alguien… no digo que yo… Hipotéticamente hablando… Tentara tu vida?

Axel dejo salir una fuerte carcajada. Llego al punto de soltar lágrimas de la risa.

-¿Qué es tan gracioso?- pregunte confundida.

-¿Tu a mí?

Y soltó otra ronda de carcajadas. Tuve que esperar a que se le pasara con los brazos cruzados.

-Dios gracias, hace mucho que no me reía.

-¿Ya puedes explicarme porque tanta risa?

-Perdón, perdón. No puedes ni tocarme ¿Y quieres matarme a mí?- dijo soltando otra carcajada.

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