Fiesta de té.

26 3 0
                                    


-Pareces una niña pequeña...- Ella se molesto e hizo un puchero.

-Me puse este jardinero porque creí que me quedaría bien- El chico de cabello plateado desvió la mirada.

-Nunca dije que te quedara mal, Miko-San- La chica sonrió cálidamente.

-¿Eso fue un cumplido, Subaru?- Ella se rio, mientras el chico escondía su evidente sonrojo con un "Cállate, tonta"- Hehe, Gracias.

 A ella le fascinaba pasear por el sendero, repleto de las hojas secas que habían caído de los arboles. Cuando era una niña, le gustaba hacer pilas de hojas, solo para poder arrojarse en ellas y juguetear. Llevaba puesto un jardinero, de color negro, con dos grandes botones blancos al final de los breteles, y se había recogido el cabello con dos coletas bajas, que descansaban en ambos hombros. Subaru estaba en lo cierto, parecía una pequeña niña.

 Luego de pasear un rato por los jardines, decidió entrar de nuevo, el viento comenzaba a soplar con más intensidad y tenía miedo de enfermarse. De pronto se detuvo y subió la cabeza, solo para poder ver más de cerca a una inusual hoja, todavía unida a la rama de un árbol. Esa hoja era tricolor, naranja, amarilla y verde, lo que llamo la atención de la chica. Se paró de puntitas para intentar tomarla, pero por mas que se estiraba, era demasiado baja para alcanzarla.

-Toma...- De pronto, una delicada y pálida mano alcanzo la hoja y se la entrego. Cuando ella giro la cabeza, se encontró con los ojos que la enamoraban profundamente.

-Gra...gracias, Kanato-Kun- El chico sonrió tiernamente y se aferro a su Teddy.

-Pareces unos años menor- La miro de arriba abajo, logrando que ella se pusiera nerviosa.

-¿Me queda mal?- Pregunto, llevando sus dos manos a su espalda.

-Cualquier cosa que tengas puesta te hace ver hermosa- Respondió firmemente. Ella no supo que contestar, sentía una extraña sensación, pero se prometió a sí misma no volver a confiar en las palabras de Kanato.

-Gracias, Kanato-Kun- Dijo, mientras él la tomo de la muñeca y la comenzó a arrastrarla- ¿Q...que ocurre?

-Teddy quiere que tomemos el té juntos- Respondió sonriendo.

 Al llegar a la mansión, Kanato le ordeno a Miko prepararle el té y llevárselo a su cuarto. Ella lo conocía bien, sabía que a Kanato le encantaba lo dulce, así que se aseguro de que su té tuviera suficiente azúcar.

-¿Kanato-Kun?, ¿Puedo pasar...?- Miko toco suavemente la puerta, hasta que escucho unos pasos acercándose.

 El chico abrió la puerta, dejando que Miko entrara a su habitación. Estaba algo oscura, ya que solo había una lámpara encendida.

-Aquí tienes- Ella dejo la bandeja, con la tetera, la azucarera y dos tazas, sobre la mesa ratona. Kanato se acerco y tomo una taza. Se quedo pensativo unos segundos, lo que impaciento a la chica.

-Que decepción...creí que estaría asqueroso y que podría castigarte por eso, pero no lo está- Murmuro mientras daba otro gran sorbo. Luego, se sentó en uno de los sillones, junto a la mesa ratona.

-En...entonces esta, ¿Rico?- El asintió, mientras colocaba a Teddy en su regazo- Bien, en ese caso...no te molestare mas- Ella dio media vuelta, cuando Kanato agarro su mano firmemente.

-Teddy y yo queremos que tomes el té con nosotros- La chica sonrió.

-Como... ¿Una fiesta de té?- El tomo otro sorbo de té.

-¡Claro!, ¿Te acuerdas cuando hacíamos fiestas de té, Miko-San?- Ella asintió- Pero luego, Miko-Chan dejo de estar cerca de Kanato y Teddy se molesto con ella- Escondió su rostro en su osito de felpa.

-¿Te...Teddy sigue molesto conmigo?- Kanato negó con la cabeza.

-El y yo te perdonamos, pero aun...Miko-Chan merece un castigo- Una sonrisa de perversidad de formo en su rostro- ¿Sabes...? Me aburrí mucho cuando comenzaste a ignorarme...Ya no tenía más juguetes con que divertirme...

-Ya te he dicho que yo no soy un jugue....- Kanato la interrumpió, presionando sus labios contra los suyos. Naturalmente, Miko se sonrojo a más no poder, incluso le temblaban un poco las piernas. Luego de unos segundos, la dejo ir.

-Ka...Kanato-Kun- El no la escuchaba, tenía la mirada perdida en sus grandes ojos azules. La tomo de la cintura y la acerco a más a él.

-¿Hace cuanto tiempo no pruebo tu sangre, Miko-Chan...?- Dijo en un tono juguetón y malicioso- Has sido muy mala conmigo, negándote a mi...negándome tu sangre- Hundió sus afilados colmillos en el cuello de la chica, ella apretó los labios, pero se resistió a hacer ruido alguno.

-Su...suéltame, Kanato-Kun...- Una sonora carcajada resonó en toda la habitación.

-¡Tu eres mía!, ¡¿Qué no lo entiendes?! ¡Mía!, ¡De mi propiedad!- Una lagrima resbalo por la mejilla de Miko, el se volvió a reír- Que patética te ves... ¡Vamos! ¡Suplica que te deje ir!, ¡Hazlo!- Pero en vez de decir alguna palabra, ella se incorporo y abofeteo su rostro.

-¡Eres un estúpido!, ¡Creí que habías cambiado aunque sea un poco! Pero...siempre serás el mismo idiota del que, lastimosamente, me enamore- Dicho esto, Miko salió corriendo de allí ¿A dónde? Que importaba, solo quería alejarse de el.

Tu juego, mi perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora