Papalotes.

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"Todo mundo le tiene miedo a la soledad" ¡QUE JODIDA MENTIRA MÁS GRANDE! lo que realmente les da miedo es el tener que detenerse a mirar sus problemas más allá del principio del vació que siempre ven, observarse en el espejo y tener que lidiar con ellos mismos, conocerse, aceptarse, perdonarse, quererse... Porque saben que no son lo suficientemente buenos para siquiera merecerse a sí mismos. 

La vida esta llena de porquería, nosotros somos porquería. Porquería mal acostumbrada a que nos merecemos todo sin tener que hacer ni la mitad. Que todos tienen que soportar nuestro temperamento, nuestros cambios de opinión constante, nuestros malos modos y nuestro insoportable comportamiento de niños de primaria cuando queremos algo y no lo conseguimos al extender la mano.  

En la vida existen dos tipos de personas, los papalotes y los flotadores.  

Los flotadores son todas aquellas personas que van siguiendo la corriente, que flotan esperando que todo mundo los arrastre, porque se lo merecen, porque ellos maravillan con su presencia, con eso de tener el trasero bien metido en una llanta de plástico llena de aire ya son merecedores de las atenciones y cuidados de los demás. ¡Que les follen! Son como pequeñas garrapatas que se aferran a la vida succionando cada gota miserable de todo lo que encuentran. 

Los papalotes, son las personas de las que los flotadores intentan sostenerse, porque ellos si son capaces de andar por si mismos y que a lo mucho, necesitan un pequeño empujoncito para mantenerse de forma "estable" en lo alto. ¡PARA! Tampoco es tan de maravilla, están sujetos a sus cambios bruscos, a los frenos de sus expectativas jodidamente altas y a caer, que si no es suficiente con el madrazo que se dan el suelo, terminan embarrándose en el lodo.

¿Lo has leído? Estas pensando que no perteneces a ninguna de las dos categorías, que se han quedado bastante cortas para describirte. Porquería, te lo he dicho. 

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Cuando tenía doce años, lo único que quería era vivir sola, cumplir 18 e independizarme de mi madre, pensar que me faltaban seis años para que mi deseo y propósito se cumpliese era una suplicio, cerraba los ojos imaginando las cosas que podría hacer y el como podría conseguir que las cosas me pasasen sin sufrir hambre o sin requerir a vender mi cuerpo. Que si, que estaba tentada, que la idea de vender caricias sonaba bastante simple y sencilla, que podría quizás conseguir mucho. "Me meto a hacer ejercicio, se me hacen unas nalgas preciosas, una cintura marcada y listo" Estaba pendeja, tenia doce años, la mayoría somos pendejos a esa edad (Algunos todavía). 

"Haz tu vida un papalote" Madre, tenia seis años. ¿Pensaste que no me iba a tomar en serio las palabras? -Vuela, se libre, que nadie tenga la oportunidad de domarte- Bueno, cada quien las interpreta a su modo. "Tienes el derecho divino de pensar lo que se te de la gana, de opinar lo que se te de la gana sobre cualquier tema, de abrir la boca cuando se te de la gana y de dejar de escuchar cuando se te de la gana" Lastima que tus buenos deseos se te olvidaban cuando la botella de Brandy llegaba a tu mano y llenabas vaso tras vaso. -Vuélvete una persona soberbia, orgullosa, sin la necesidad de depender de nada ni de nadie-. 

 Y ahora que vivo sola, que tengo un trabajo donde por fortuna no requiero a vender mi cuerpo (cosa que me alegra porque nunca fui capaz de tener constancia en el gimnasio) jamas pensé que me iba a sentir tan sola, jamas pensé que iba a volver a necesitar cocaína, que iba a querer acostarme con el primero que se pusiere enfrente aun teniendo novio solo para subir mi ego. Que el color blanco de las paredes, el enorme eco por la ausencia de muebles y una tranquilidad tan irregular, me iban a hacer sentir tan ajena a mi misma, a mi hogar, a las cuatro paredes que habito. 

"Yo no le mamo teta a nadie" Yo tampoco mamá, entérate. Aunque ya ni siquiera me hables. 

ÍgneosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora