NO ME DEJES

Capítulo 3 - Mi adiós

Emily (el día del lago)

Querido mundo,

¿Que debe de pensar la gente de mi?

¨Pero bueno, sonríe. Entonces está bien, ¿verdad?¨

Seguramente ni siquiera han llegado a preguntárselo porque, ¿quien creería que cada día me muero un poquito más por dentro? No saben quien eres realmente cuando nadie mira, es un echo. Todo el mundo está roto por dentro; lo que nos diferencia entre nosotros es como reflejamos eso en el exterior.

Porque, la realidad es esta, por mucho que engañes a la gente, las mayores mentiras son las que te dices a ti mismo. Es pensando en esto como llegué a creer que todos nosotros somos niños suicidas diciéndole a otros niños suicidas que el suicidio no es la respuesta.

Las cosas están así: nada va mal en este mundo, todo va mal con la humanidad. Alguien tendría que levantarse un día y decidir mover el culo para intentar salvar a los humanos porque, ¿quien tiene razón? ¿quien se equivoca? ¿y a quien le importa de verdad?

Ese es nuestro problema, la ignorancia.

Porque en este mundo, cada uno de nosotros camina por una carretera solitaria y es la única que ha realmente conocido en su vida.

La gente miente, lo digo por experiencia propia; es un estúpido mecanismo de defensa. Y, si se algo, es que es triste el momento en el que la gente que te dio los mejores recuerdos, se convierten en un recuerdo lejano.

En este mundo, me han hecho daño y la mayoría de veces, me dolió más de lo necesario. Y por ello no estoy enfadada, estoy dolida, hay una diferencia.

A lo largo del tiempo he aprendido que la gente se va de tu lado aunque hayan prometido cientos de veces que no lo harán.

Os estaréis preguntando a que me refiero; la cuestión es que yo ya ni siquiera lo se.

A veces el dolor en general, no puede ser sobrellevado porque, tu salvas a todo el mundo pero, ¿quien te salva a ti?

He aquí mi pregunta: ¿Quien carajo te salva a ti?

Porque siempre he pensado que existen dos tipos de personas en el mundo: las que hacen de corcho en medio de una tormenta, y las que se agarran a él. Pero, incluso los corchos necesitan ser ayudados a veces, ¿no? Pero, ¿quien carajo te salva a ti? Porque si no tienes verdaderamente a alguien que esté allí por ti, día a día, momento a momento, problema a problema, ¿que haces?

A la gente como yo, les sigue asustando la soledad incluso cuando están sumergidos en ella. De echo, si alguien se atreviese a preguntarme de una maldita vez si a veces me siento vacía, sin valor, me subiría a la montaña más alta que tuviese cerca y alzaría un cartel gigante con escrito SÍ, ¡TODO EL TIEMPO! en él. Tal vez, pero solo tal vez, alguien se pararía a preocuparse realmente por mi, durante aunque fuese solo un instante. Eso significaría el mundo para mí.

Y la verdad es que creía haber encontrado realmente a esa persona. Creía que lo había hecho. Pero, como todas las cosas buenas en este mundo, se ha acabado.

He aquí el porque de lo que estoy a punto de hacer. No espero que nadie lo entienda. De echo mucha gente en este solitario pueblo pensará que estoy pecando al quitarme la vida. ¨Quitarme la vida¨, aún no me acostumbro. Pero bueno, no me importa mucho lo que piensen. La verdad, la de verdad, es que no puedes matar algo que ya está muerto. No es culpa de nadie; ni mía por hacer lo que hago, ni vuestra por no daros cuenta de la oscuridad en la que vivo.

Yo estoy bien, no creo que esté mal de la cabeza por lo que voy a hacer. En fin, nuestros cerebros están enfermos, pero está bien.

Lo que quiero decir es que, intoxicada por la locura, estoy enamorada de mi tristeza.

Todo el tiempo me siento como si estuviese esperando algo que no va a ocurrir jamás, eso es porque ya no puedo vivir con mi vida durante mucho más. Siento como si estuviese muy lejos de este mundo, necesito un cambio. Porque, al final del día, siempre es la misma mierda intentando atravesar mis barreras.

Y, sintiéndolo de todo corazón, tengo que ser la primera en decir adiós.

Mis ojos están muertos.

Solo acelero lo inevitable.

Quisiera que todo fuese diferente, pero no lo es.

Con todo mi amor,

Emily Waters