Katy
La casa de los Waters estaba al final de nuestra calle, a unos cinco minutos a paso rápido. Mientras recorría el camino que llevaba haciendo desde que teníamos seis años, empecé a pensar en su sonrisa; aún no la había olvidado, o al menos eso creía. La seguía viendo clara y definida en mi mente y en mis sueños, sus blancos y rectos dientes después de haber llevado aparato durante un par de años, sus labios agrietados y secos en invierno, y la energía que desprendía con solo sonreír. Era difícil no sucumbir a sus encantos, a veces, con solo mirarte, incluso antes de abrir la boca, ya te había fundido y habías cedido incluso antes de que fueras consciente de ello. Era como magia, y creedme si os digo que no consiguió vender tantas limonadas como para pagarse los estudios en Yale que no cubrían su beca por lo buenos que fueran esos limones. Ella era así, supongo. Así era su forma de ser.
Al empezar a acercarme al jardín de la casa azul donde llevaban viviendo desde que llegaron, hará ya once años en agosto, empecé a recordar todas las veces que yo y Ben nos veíamos obligados a unir nuestras fuerzas para encontrar a Emily durante nuestras sesiones de tarde del escondite porque, esa chica, era muy escurridiza. Una vez incluso, tardamos un par de horas en dar con ella porque, la muy lista, se había escondido en el tejado; bueno, la verdad es que no estaba ni escondida porque mas tarde supimos que nos había estado observando durante la mayor parte del tiempo, simplemente se había subido por la escalerilla en la parte trasera de la vivienda y a nosotros dos nunca se nos hubiese ocurrido buscar allí. La verdad es que técnicamente eso era parte del exterior pero, cuando impusimos la regla de no entrar en casa para esconderse, supongo que tendríamos que haber dejado claro que subirse encima de ella tampoco era valido. Ambas éramos duras de pelar cuando íbamos a
primaria así que ni nosotros nos rendimos al no encontrarla, ni ella decidió darse por vencida. Una única cosa nos habría hecho dar por terminado el juego, y era el grito de Jenny gritar que el pollo asado a la naranja estaba servido. Por aquel entonces, era nuestra perdición.Cuando empecé a pisar la blanda hierba de su jardín, enseguida vi a la señora Waters saludarme con alegría desde el ventanal del comedor, aún con el delantal puesto y con una margarita un poco estropeada en el pelo. Eddie, pensé. Seguramente había vuelto al jardín de la señora Pieterse y había arrancado una flor a escondidas para que su madre se la pudiera disponer en la larga cabellera color caramelo. Lo hacía desde bien pequeño, lo aprendió de Em.
No izo falta ni que tocara el timbre porque antes de que llegara a la altura de la puerta, Jenny ya estaba esperándome con los brazos abiertos. Me dio un caluroso abrazo y me invitó a pasar a la casa donde había pasado casi todas mis vacaciones de verano desde hacía unos diez años.
La verdad es que estaba todo exactamente igual que la última vez que estuve allí a diferencia del vacío en las paredes donde solían haber fotos y retratos de la familia; me pregunté si algún día volvería a verlos colgados como siempre. Solían añadir un puñado de fotografías cada año al acabar el colegio y yo salía en la mayoría de ellas porque, en esos momentos, sentía como si fuesen mi familia de verdad, me sentía en casa.
Pero ahora todo parecía mucho mas frío, no solo por el echo de que la alegre energía de Emily ya no estuviese, si no porque el ambiente parecía como si fuese fingido. Parecía todo muy forzado, todo muy perfecto, cosa que los Waters no eran de ninguna manera. Jenny y Tom sonreían y se interesaban sobre mis estudios, así que supongo que intentar fingir que su hija había muerto era su forma de afrontarlo. En fin, supongo que pensaban que era mejor mostrarse imbatibles ante los demás y esperar poder superarlo, ellos dos y sus otros dos hijos, era su vía de escape.
Eddie bajó corriendo por las escaleras al oír a su madre gritar que la cena les esperaba y en cuanto me vio se me lanzó a los brazos.
-¡Katy! ¡Has venido! -gritó.
ESTÁS LEYENDO
NO ME DEJES
General Fiction¿Y si tu mejor amiga decidiese poner fin a todo ahogandose en un lago? ¿Y si nadie encontrara razón alguna por la cual Emily Waters decidiría quitarse la vida? ¿Y si Katy, su alma gemela, decidiese que su final no debía acabar así? Entonces, ¿qué o...