Fíjate por dónde caminas

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Sus zapatos nuevos eran color negro, su falda gris le llegaba hasta la mitad de las rodillas, sus calcetas eran blancas al igual que su blusa de botones arremangada hasta los codos

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Sus zapatos nuevos eran color negro, su falda gris le llegaba hasta la mitad de las rodillas, sus calcetas eran blancas al igual que su blusa de botones arremangada hasta los codos. Pero lo más característico de aquella chica era su largo cabello color agua atado en dos coletas gemelas.
El sonido calmo que hacían sus pies al caminar seguían una secuencia específica.

A medida que recorría los largos pasillos de la institución, la chica atraía la mirada de la mayoría de los presentes, más de la mitad de su público eran chicos que, simplemente, se quedaban maravillados por su belleza. Las chicas que se le quedaban viendo susurraban cosas entre ellas.

Era el primer día de clases en la preparatoria, los alumnos se quejaban por los pocos días de descanso que obtuvieron, por el horario en el que se tenían que levantar, por tener nuevamente que lidiar con los malditos profesores y la innombrable tarea.
Típico ambiente escolar.

La de piel blanca, antes mencionada, soltó un suspiro y cerró los ojos con irritación.

Un dolor en su pierna derecha la hizo salir de su pequeño transe, cuando volvió a abrir los ojos se topó con su cuerpo tirado en el suelo y sobre la zona de donde provenía la molestia; frente a ella se encontraba un chico sentado sobre su trasero frunciendo el ceño.

— auch —gimió levemente apretando los dientes y su ojo derecho.

— vamos, dame la mano —escuchó, levantó la vista y la mano del rubio que la había tirado estaba a pocos centímetros de su rostro.

— por favor —susurró para sí misma y se levantó sin ayuda de inmediato—. Deberías de fijarte por dónde caminas.

— fue un accidente —le respondió el chico—. No era mi intención.

— como sea —chasqueó la lengua y sacudió su ropa, después de eso tomó su mochila aún tirada en el suelo y la sostuvo firmemente sobre su hombro. Siguió su camino ignorando la cara confusa del rubio.

Al llegar a su salón de clases, tomó el primer asiento libre que encontró; éste estaba justo al lado de la puerta. No le tomó mucha importancia y se dejó caer con gracia sobre el asiento, dejando sus cosas de lado.

Volvió a suspirar, el ambiente en el que se encontraba era completamente nuevo para ella.
Literalmente no conocía a nadie, aunque no le incomodaba en lo absoluto, de hecho ella iba con la mentalidad de no decirle a la primer persona que viera amigo.

Dos minutos de paz era mucho, un chico de rojos cabellos se acercó a ella con paso calmo y una sonrisa seductora en el rostro.

— ¿Te han dicho que eres hermosa? —preguntó con un notable tono coqueto.

Ella lo observó con una ceja arqueada. Guardó silencio.

— ¿Qué? ¿Te ha comido la lengua el gato? —volvió a hablar.

— para nada —respondió la chica—. Es solo que no acostumbro hablar con personas cuyo cabello parece una perfecta representación de la menstruación, es todo.

El chico frunció el ceño divertido, esa chica le pareció interesante.

— y yo no estoy acostumbrado a tratar con chicas lindas y malhumoradas, para todo hay una primera vez, ¿No?

Su puño se cerró lentamente y sus uñas se encajaron en la piel.

— ¿Tienes algo más que decir?, Me asfixia tu presencia.

— no tienes porqué ser agresiva, linda —el de cabellos rojos posicionó su cuerpo frente a su asiento y la tomó del mentón—. No es atractivo.

La de las coletas gemelas giró la cabeza agresivamente, sonriendo de forma ladina.

— tampoco lo es acosar a las personas.

Fin de la conversación, el profesor correspondiente a la primer materia había entrado al aula y todos fueron a sus lugares a sentarse. El silencio reinó en el lugar y la de cabellos color agua sonrió internamente.

El maestro hizo lo mismo que cada inicio de clases, dijo cuál era su nombre, cuál era la materia que impartiría y les pidió a sus alumnos que se presentaran ante los demás.

Habían pasado al rededor de diez minutos y casi llegaba el turno de la de tez blanca, en ese momento un chico bastante agitado se presentó en la puerta.

— ¡Cómo lo lamento! —se disculpó enseguida con en profesor—. Sé que es tarde, lo siento mucho.

El hombre que se encontraba a mitad del salón de clases se le quedó viendo, lo analizó unos segundos y luego habló.

— el primer día de clases y ya llegando tarde —acomodó sus lentes sobre su cara—. Pase.

El rubio asintió satisfecho y entró al lugar con una sonrisa en rostro, tomó asiento en el único lugar que había disponible.
¿Qué pequeño es el mundo, no?
Justo a su derecha estaba sentada aquella chica malhumorada.

— continúen con sus presentaciones, por favor —habló el profesor—. Usted será el último por llegar tarde.

Ella tenía su cabeza recargada sobre su mano izquierda, esperando a que su turno llegase y pudiera presentarse, así la clase comenzaría pronto.

— qué mala suerte tengo —le murmuró a la chica—. Estamos en la misma clase.

Sus pupilas se posaron en él, al identificarlo, cerró sus ojos y suspiró por enésima vez.

— estarás bien mientras no vuelvas a tirarme al suelo —respondió. Él sonrió.

— muy bien señorita, su turno.

Asintió levemente y se levantó de su asiento, todas las miradas se posaron en la chica pero ella les restó importancia.

— mi nombre es Hatsune Miku, normalmente evito a las personas, claro, cuando éstas no me tiran al suelo. Es un gusto.

De inmediato se sentó, todos se extrañaron por la extraña información que dio; pero no dijeron nada.

— bien, ¿Usted? —dijo refiriéndose al rubio.

El chico se levantó al igual que los demás al presentarse y habló.

— mi nombre es Kagamine Len, las bananas son mi adoración y, por lo general, ayudo a las personas que tiro al suelo; aunque a veces ellas prefieren levantarse por su cuenta de forma malhumorada —fijó su vista en la chica de cabello color agua y sonrió juguetón—. Me parece genial estar aquí con ustedes.

Miku había regresado a la posición en la que se encontraba, al escuchar las palabras del rubio le devolvió a sonrisa y entrecerró los ojos con levedad, frunciendo el ceño un poco.

Así, las clases comenzaron y Len se sentó en su asiento. Él seguía con su sonrisa en el rostro y ella la había esfumado. Aquel chico le pareció algo divertido.

Nota de autora:

Ésta historia está siendo actualmente editada, por ende, si ves comentarios que no tienen nada que ver con el capítulo, es porque son de la primera edición.

— 𝔜𝔬𝔩𝔦𝔢𝔱✧

Scars [ Miku x Len ] ||En Edición||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora