Capitulo 5 | ¿TÚ?

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Oigo la molestosa alarma del celular y todavía con ojos cerrados busco el aparato con las manos que está sobre el velador, lo miro para apagar el molestoso tono y me fijo en la hora. 08:30 am ¡Mierda! Se supone que a las diez ya debería estar en el terminal de Quito. Me apresuro a recoger unas prendas al azar que están dispersadas sobre las maletas, y voy corriendo a la ducha.


*****

–Papá ya me voy.

Grito al aire mientras bajo apresuradamente las escaleras ya arreglada y con una mochila desgastada llena de parches cargada en mi espalda. Doy una última chequeada a mi reloj de muñeca, 09:30, Mariana me va ahorcar. Camino hacia la cocina y veo a Fanny de espaldas friendo no sé qué cosa mientras que papá está leyendo el periódico. Pero al notar mi presencia baja de golpe el periódico y me mira de pies a cabeza.

– ¡¿Así piensas irte al colegio?!

Fanny asustada por el grito se gira y me ve detenidamente aunque su expresión es neutral, quien sabe lo que estuviera pasando por su mente. Pongo mis ojos sobre mi vestuario y llego a la conclusión de que papá es el rey de los exagerados. Solo llevo puesto una blusa negra holgada de los Red Hot Chili Peppers con descote a los lados y un diminuto short azul claro rasgado con unos converse del mismo color de la blusa ¡No es gran cosa!

– ¿Qué tiene de malo? Nunca me has visto vestida de monja cuando salgo.

Veo apoyar su cabeza sobre su mano mientras deja a un lado de la mesa el periódico.

–Sabes que, mejor ándate ya antes de que me arrepienta.

Ni siquiera un "cuídate hija" o una palma en el hombro. Nada. Así es el, frio y distancia. Bien, así lo seré yo también. Salgo a grandes pasos de la casa sin detenerme a decirles un "chao" por lo menos, y cierro con tanta fuerza la puerta principal. Me voy limpiando la lagrima que quiere salir ¡Deja de ser una maldita débil __________! Hoy te vas a olvidar de todo y punto.


*Diego*

Pongo las ultimas remeras que me faltan dentro de la mochila, lo cierro cuidadosamente, me lo echo a la espalda y agarro el dinero del taxi para llegar al terminal. No lo voy a negar, estoy demasiado nervioso y a la vez cauteloso por conocer a la persona que ahora vive con mi mamá. Recuerdo cuando de niño me dijo que el único hombre en su vida era yo y que no vería nunca en la casa a otra persona viviendo ahí que no fuera su hijo. Bueno, las cosas pueden cambiar ¿No?

Estoy por abrir la puerta pero una vibración en el bolsillo trasero de mi pantalón hace que me detenga y deje la mochila sobre el sillón.

– ¿Bueno?

Contesto tranquilamente ya que no había visto el nombre de quien llamaba.

– ¿Qué fue Diego? Soy Sebastián, tu jefe.

– ¿Qué paso jefesito, y ese milagro?

–Mira, sabes que entiendo perfectamente por lo que pasas, trabajas acá en Quito pero tienes a tu mamá lejos y sé que la visitas todos los fines de semana, pero debes entender que cuando el trabajo llama algunas veces debes sacrificar esos días.

– Jefe ¿Qué me está tratando de decir?

Cierro los ojos por un momento esperando lo que me estaba sospechando.

– ¿Recuerdas el teletón que tenemos que cubrir y en el que Richard y tu estaban excluidos? Fresita me llamo hace un momento diciéndome que uno de sus hijos estaba en el hospital y nadie de su familia podía cuidarlo, y Richard ya está en Ambato así que...

HERMANASTRO | DIEGO VILLACISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora