capitulo 1

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Me desperté de un sobre salto, con la respiración entre cortada, mi corazón parecía que se me iba a salir del pecho. El sudor recorría todo mi cuerpo gélido. Me recorrí las manos por el torso, estaba desnudo. Un dolor y unas nauseas brotaron de mi interior, recordé algo ¿un sueño? ¿de verdad fue un sueño? Bueno, mas bien una pesadilla... lo único que recordaba lucidamente era el rostro de aquella chica. Ese que daba miedo pero era totalmente hermoso.
Me recoste de nuevo en la cama, todo me daba vueltas. Entonces caí en la cuenta que esa no era mi habitación, recorrí la mirada por esa estancia, era totalmente luminosa, paredes y suelo blancos y pulcros. No la reconocía, pensé en que podría ser la habitación de un hotel. Había un montón de ropa esparcidas por el suelo, pude divisar ropa interior femenina.
Noté algo que se movía, cálido y agradable a mi lado. Un brazo me rodeó, sentí unos senos aprisionados en mí, unos ojos azulados y adormilados se posaron en los mios.
-buenos días cariño- dijo la chica desconocida entre un bostezo.
Me quede en silencio, observándola, su rostro era totalmente atractivo, de unos veinte años, tenía el maquillaje completamente corrido.
Sus labios juguetones se acercaron a los mios. Yo seguía inmóvil, lentamente se subió encima mío, la sábana fue destapando su cuerpo. Era magnífico, ella hizo un movimiento que me calento, instintivamente mis manos agarraron sus pechos ¿que haces? Pensé. Seguía besandome apasionadamente, me aparte bruscamente. Ella se apartó de mi con un disgusto notorio.
-vaya, parece que no tienes las mismas ganas que anoche- soltó una risita tonta.
-no me acuerdo de nada- me agarre la cabeza con fingida tristeza-lo siento.
Se levantó de la cama, volví a examinar su cuerpo desnudo era blanquecino, tonificado, su trasero se veía perfecto. Sus cabellos chocolate, ondulados y revueltos caían brillantes por su espalda. Se agachó por su ropa y se dirigió al baño. Antes de entrar se giró.
-me llamo Freya.
-Yo...Alejandro- le contesté.
-lo se- me dijo y entro al baño.
espere con la mirada a que saliera pero se me cerraron los ojos y volví a dormirme profundamente.

Cuando volví a despertar era tarde, una tenue luz se filtraba por las cortinas de la ventana, busque a Freya pero ya no se encontraba en la habitación, me levanté mas despejado que horas atrás, pero seguía con un sabor amargo en la boca. Recogí mi ropa y me dispuse a bañarme, necesitaba aclarar mis ideas y recordar todo lo sucedido la noche anterior.
El baño era estrecho, solo podía ocupar el sitio una persona, tenia un pequeño lavabo de mármol en el que apoye mis manos, me miré a un rectangular espejo. Mi cara malograda junto a mi barba de dos días me dejaba el rostro lánguido y feo. Los mechones azabache caían revueltos. Mi mirada se tornaba a perdida, los ojos café irritados, como si acabará de estar en una reunión de fumadores.
Eché un leve suspiro y me metí en la ducha. Tome la alcachofa y abrí el grifo, el agua salía tan fría como si fuese hielo. Me entumeci, tuve que esperar mas de quince minutos para que calentara. Cerré los ojos y deje que el agua me cayera sin cesar por todo el cuerpo.
Freya me vino a la mente, ¿quién sería esa chica? Y mas importante aún... ¿por qué me acosté con ella? Tenía que reconstruir los hechos de esa noche, las lagunas de mi mente no me dejaban ver nada claro.
Esa desconocida...me hacía sentir extraño, demasiado hermosa para haberla seducido, me toqué los brazos y abdomen, soy tan escuchimizado, las niñas como ella no se van con chicos como yo, razone.
Salí de la ducha tan relajado que me hubiera vuelto a dormir, pero el ruido de mi estómago era mas que evidente. Necesitaba comer y volver a mi habitación. Aúnque nadie me esperara tenía ganas de estar en ella.
Guarde todas mis cosas en los bolsillos y me dispuse a salir.
El pasillo del hotel estaba íntegramente vacío, no se percibía ni un alma. Me acerqué al ascensor, apreté un pequeño botón desgastado y en unos segundos las puertas de un verde glauco abrieron torpemente. Tampoco había nadie.
En recepción se encontraba una pequeña mujer, con cara de pocos amigos que me miró como si fuese un forastero.
-buenas tardes, ¿sabe si la chica que estaba conmigo dejó algún mensaje o algo?
-no se de quién me habla- espetó irritada.
El estómago me dio un vuelco, ¿me lo habría imaginado todo?
Me despedí educadamente y salí a la calle, el respirar se me hacía pesado. Me volvía a sentir mareado. Paré a un taxi antes de que me fuera a desplomar.
El señor taxista era bastante mayor, me echó una risa irónica.
-No tiene buena cara joven- me miró por el espejo retrovisor-parece que tuvo una buena juerga en la noche ¿no?.
-algo así- reí con flojedad.
El hombre quedó en silencio durante el resto del trayecto. Al igual que yo, no quería tener que entablar ningún tipo de conversación, no tenía ganas ni ánimos.

Amor DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora