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—Entonces... ¿ya no se puede hacer nada?

—Lo siento, Jiho. Temo que la enfermedad ha avanzado demasiado y ha llegado a un punto en el que, aunque quizás se pueda prolongar un poco más el tratamiento y pueda temporalmente frenar los síntomas, no logrará detenerla por completo y...

—Sí... no siga, ya entendí —un silencio incómodo, luego, volvió a tomar la palabra—. ¿Cuánto tiempo?

—No lo sé, podrían ser unos meses.

—Meses... —repitió en un susurro para sí—. ¿Ni siquiera un año?

El otro se encogió de hombros. En realidad ni siquiera él sabía a ciencia cierta cuánto tiempo tardaría su corazón en decidir detenerse para siempre.

—Lo lamento tanto... creí que con este tratamiento se resolverían los problemas, pero, fue uno de los casos en los que no funcionó. Pero podemos seguir con él y ver si con el tiempo se mejora el estado de tu corazón, incluso puedo tratar de conseguir que otros médicos...

—No —lo interrumpió—, no quiero seguir gastando el dinero de mi familia en algo que no tiene remedio ya. Creo que es mejor que deje que las cosas que deben pasar, pasen. Estoy cansado de prácticamente vivir en un hospital y tener que meterle a mi cuerpo tanto medicamento que al final no me va a servir... prefiero dejar el tratamiento y ya el tiempo decidirá cuándo sea la hora de... —no quería decirlo y no lo dijo. Pero ambos, el médico y él, sabían cuál era la palabra.

—¿Estás seguro de querer dejar el tratamiento? Es decir, los medicamentos te ayudan para evitar los síntomas, si los dejas empeorarás rápidamente.

—No importa, de ahora en adelante creo que solo me queda afrontar el final.

—Jiho, te conozco a ti y a tu familia desde hace muchos años y, te lo digo como amigo y no como médico que esta decisión quizás te haga sufrir mucho a ti y a tu familia, piensa en tu madre, ha estado tan preocupada desde que se enteró de tu enfermedad desde que tenías apenas cinco años, el tratamiento es lo que la ha mantenido con la esperanza de que su hijo menor algún día podrá recuperarse por completo.

—Lo sé, sé que es una decisión un tanto egoísta pero también es por mí, quisiera vivir como un chico de mi edad, uno normal... aunque sea sus últimos días.

—Bien, si eso es lo que de verdad quieres, no te puedo negar seguir buscando alguna otra alternativa. Pero como médico no puedo dejar de enviarte los medicamentos, si no los tomas bueno... esa es otra cosa.

Jiho asintió. Se dio por terminada la consulta y después de despedirse de su médico y amigo de la familia, salió del hospital, pero esta vez se sintió diferente, puesto que sería la última vez, o al menos eso esperaba.

Woo Jiho era un muchacho de apenas veintitrés años que había tenido la desgracia de tener un corazón muy débil, esto le trajo bastantes problemas de salud e incluso dos operaciones, distintos tratamientos fallidos y medicamentos que debía tomar todos los días a cada hora. Estaba tan acostumbrado a esta rutina de ir de su casa al hospital y del hospital a su casa que ahora, mientras caminaba hasta el restaurante de uno de sus amigos no sabía qué debía hacer. Tenía claro que debía aprovechar al máximo el poco tiempo que le quedaba de vida. Pero no quería agobiarse con eso tan pronto y decidió que por lo menos ese día, se sentiría como cualquier otro.

Al llegar al establecimiento tomó asiento en una de las mesas, la misma de siempre.

Quizás aquella costumbre era la única que lo hacía sentir como un chico normal, como cualquier otro, pues solo en ese lugar podía sentirse vivo, como si su enfermedad, su preocupación por su futuro cada que terminaba algún tratamiento y la culpa por tener que ver a su madre y a su hermano preocuparse por él; e, incluso que dejaran de tener la vida normal que ellos sí tenían la dicha de poseer. Toda su vida era una desgracia y, aunque lo deseaba, no era una desgracia que lo acompañaría solamente a él, aunque no lo quería, no podía evitar que otras personas salieran lastimadas por su persona incluso siendo esto de manera inconsciente. Él no lo había decidido, pero desafortunadamente, así eran las cosas y no las podía evitar.

Heart AttackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora