- 11 -

175 21 23
                                    


Los días pasaron. Jiho parecía que se recuperaba poco a poco. A veces se sentía listo para salir del hospital, pero aún no podía irse, no le habían dado de alta porque querían seguir observando cómo su corazón se adaptaba luego de haber recibido la operación, pero otras veces se sentía tan débil que apenas y permanecía despierto durante el día y por las noches ni un grito sobre su oreja lo despertaba. Aquellos altibajos solo hacían que Jiho siguiera teniendo la misma opinión sobre sí mismo: que ya no le quedaba mucho tiempo y que era posible que esta vez ya no podría salir del hospital.

Pero por suerte, tenía a Jaehyo a su lado, él le daba el ánimo que necesitaba para superar cada día poco a poco. Él sí que tenía la esperanza de ver a Jiho sano de nuevo, como cuando recién lo conoció.

Aunque solo hubiese sido una mentira de Jiho.

Esa tarde de jueves, Jaehyo estaba, como siempre, en el hospital con Jiho. Ambos acostados en la pequeña camilla, tan juntos como el espacio los obligaba. Jiho con el PSP de Jaehyo en las manos, tratando de pasar de nivel de su juego. Uno que Jaehyo ya había dejado porque por más que lo intentaba, no lograba avanzar y se había quedado truncado hasta que Jiho comenzó a jugarlo y resultó ser bastante bueno con él, así que le permitió terminar la historia.

—Está más difícil de lo que creí —dijo Jiho cuando, por tercera vez, perdió. Ahora solo le quedaban dos vidas antes de que el juego se reiniciara.

—Por eso mejor lo dejé. Esto me enseñó a que nunca más vuelva a comprar videojuegos recomendados.

Jiho apagó el aparato y lo dejó sobre la mesa de noche. Ambos se encontraban tan tranquilos y el ambiente era tan ameno que no necesitaban decir algo para sentirse cómodos. Era una de esas veces que se disfrutan con tan solo la compañía de una persona. Y qué mejor si es la persona que amas.

Como el menor se acomodó mejor sobre la camilla, Jaehyo aprovechó y recargó la cabeza en uno de sus hombros, Jiho sonrió y buscó tomar su mano para entrelazarla junto con la suya.

—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Jaehyo.

—Estoy bien. Me siento... como si no estuviera a punto de morir.

Jaehyo frunció el ceño y lo miró con enojo.

—Sabes que no me gustan ese tipo de bromas, Jiho —lo regañó.

—Es la verdad. Pero ya, está bien. No hablemos de eso —el menor rió, con aquella actitud optimista que hacía creer a las personas a su alrededor que tenía, tan solo para no preocuparlas. Pero había un poco de verdad en lo que había dicho, realmente sí se sentía bien. Y ya llevaba varios días sin sentirse decaído, comenzaba a creer que su corazón se estaba recuperando, pero de todas formas, su negatividad seguía intacta. Pensaba que en cualquier momento volvería a recaer de la nada y entonces sí, no se salvaría del final.

—Jaehyo...

—¿Hm?

—Si en algún momento yo... tú sabes... no logro recuperarme...

—Sí vas a recuperarte, no empieces de terco otra vez.

—No, no, escucha. Solo es una suposición... si no lograra recuperarme y, yo ya no estuviera aquí, ¿qué harías?

Jaehyo se quedó en silencio. Apretó sus labios y suspiró quedamente. No quería ni pensar que Jiho podría llegar a morir en cualquier momento, se negaba rotundamente a que eso sucediera, él seguía con la esperanza de que pronto él se recuperaría y ambos podrían seguir con sus vidas normales como lo estaban antes de que Jiho tuviera que ingresar al hospital. Pero de igual forma, no es como si nunca lo hubiese pensado en algún momento en el que su propia mente lo quiso hacer sufrir imaginando que Jiho ya no estaba con él, pero no tenía el valor de decirlo, de dejarlo salir de solamente su imaginación, ni para Jiho ni para él mismo.

—Para serte sincero, no lo sé. Mi mayor miedo ahora es perderte y de verdad no quiero ni imaginarlo.

—Si eso llegara a pasar, no quiero que estés triste por mí.

—Sabes que eso sería imposible.

—Necesito que seas fuerte y que a pesar de lo que pueda pasar, no te dejes caer. Sé que lo eres, y sé que podrás hacerlo —recalcó—. Te lo pido porque no quiero que llores o estés triste por mí. Entiendo que se pondrán mal si llego a irme de aquí, pero no quiero que estés así siempre, quiero que te recuperes cuando haya pasado un tiempo y que sigas con tu vida. Que conozcas a alguien más que te haga feliz y que te permitas querer a esa persona. Solo, no quisiera que me olvidaras, pero sí que seas feliz.

Jaehyo escuchó sus palabras con atención y no pudo evitar sentir que su mundo se venía abajo de solo pensar en lo que Jiho le decía. Él no podía imaginarse compartiendo su felicidad con alguien más, porque esta le pertenecía a Jiho, y solo a él. Nunca se imaginó que sus sentimientos hacia él serían tan fuertes. Cuando aceptó salir con él, en parte, fue para hacerle el favor al menor, sonaba cruel, pero era la verdad; sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, fue enamorándose sin darse cuenta, Jiho era exactamente el tipo de persona que le gustaba.

En ese momento, en el que Jiho le pedía que fuera feliz aunque no estuviera a su lado, le hizo recordar cuando recién se conocieron. Cuando Jaehyo ni se imaginaba que aquel muchacho que visitaba el restaurante, al cual había renunciado para pasar más tiempo con él en el hospital, se convertiría en una persona tan importante para él. Al principio pensó que era una especie de acosador, después, cuando lo conoció más, al salir juntos al cine, se dio cuenta de lo simpático que era y ese mismo día decidió darle una oportunidad y desde entonces, Jiho lo único que hacía era enamorar poco a poco a Jaehyo, de una manera que él no se dio cuenta hasta que estuvo tan enamorado como Jiho lo estaba de él. Ahora ni uno ni otro podía ni quería estar con alguien más porque quien en ese momento estaba a su lado era la única persona que necesitaban. Jaehyo a Jiho, y Jiho a Jaehyo.

El agarre en sus manos se hizo más fuerte.

—¿Me lo prometes, Jaehyo?

—Sí.


Fin.

Heart AttackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora