La tortura llega a su fin

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3... 2... 1...

Oficialmente las horas escolares habían acabado, al fin después de un duro año donde lo único que hice en su mayoría fue estudiar, las vacaciones habían empezado.

– ¡Al fin estamos en vacaciones! – Megan salta de la emoción mientras mete todas sus cosas en su bolso. Hago lo mismo que ella y me apresuro para alejarme del calor agotador del salón.

Todos nuestros compañeros lucían desesperados por la idea de marcharse de la escuela, a pesar del calor extremo, todos se mantenían amontonados en la salida con sus pieles sudorosas. 

Megan había sido mi mejor amiga desde segundo grado. Apenas llevábamos unos días viviendo en la ciudad cuando mis padres nos inscribieron en la escuela luego de habernos mudado. Cada vez que pensaba en ese día, recuerdo lo inmediata que fue nuestra conexión. Desde ese día, Meg se había convertido en familia. 

Tomando una posición cómoda junto a los casilleros observamos como todos iban saliendo. Al verlos, contuve una pequeña risa a notar las intenciones de Cameron, el chico tímido de nuestra clase, al encontrarse demasiado cerca del trasero de algunas chicas. 

Pequeño tramposo.

 –¿Lo de esta noche sigue en pie? – a mi lado Meg me observaba con sus pequeños ojos marrones como si mi respuesta dependiera por completo de su estado emocional. 

Esta vez, no pensaba jugar con ello. 

–Por supuesto, no tengo más planes... 

–Por favor Gab, no juegues conmigo, es una noche importante.

Me sentía agotada, sentía cómo mi piel comenzaba a sudar y la ropa comenzaba a pegarme en mi cuerpo, si había momentos para bromas, este no era el adecuado. 

–Esta bien – le hago un pequeño gesto de rendición – Creo que a las ocho estaría bien vernos afuera de casa. 

Al notar el silencio que ahora nos rodeaba, supimos que ya era hora de marcharnos al estacionamiento por su coche. Habitualmente dejaban a Meg traer el coche a clases, excepto esas veces que sacaba malas notas. 

Una vez dentro de él, prendimos el radio y subimos el volumen. Era fácil disfrutar de los momentos así, el aire que chocaba contra mi rostro era refrescante y al escuchar sonar una de nuestras canciones favoritas, el momento fue perfecto. 

Tenía suerte poder ser amiga de Meg, juntas teníamos la manera de complementarnos a pesar de ser diferentes. Por ejemplo, ella era una persona aventurera, yo no. 

–No te olvides, a las ocho. 

Mordí mi lengua antes de darle una respuesta irónica, estaba convencida de evitar llevar al limite sus nervios y que ella llevara al limite los míos.  

Al entrar a casa sentí el delicioso aroma de la cena que venía desde la cocina. Al ver a mamá me detuve un momento debajo de un pequeño ventilador. 

–Eso huele bien. 

Al notarme no duda en sonreírme. 

–Oh cariño, cinco minutos y termino con esto. 

–No necesito más. 

–¿A que hora viene Meg? – la escucho preguntar a medida que subía las escaleras. 

–A las ocho – le grito en respuesta y sigo mi camino hasta la habitación de Max, mi hermano mayor.

Aún no había llegado.

En lo profundo del bosque #DiamantesAwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora