Confusiones desastrosas

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Sus movimientos eran firmes y calculados. Toda su postura estaba tensa y mis ojos no podía evitar abandonar su espalda. 

Me guió por las escaleras y tomo la dirección contraria del pasillo donde estaba la habitación en la que había despertado. 

Llegamos frente a una enorme puerta barnizada, la abre y juntos entramos. Evitando mirarlo observo el baño. Todo era de dolor blanco, las toallas, la enorme alfombra que estaba bajo nuestros pies. En la enorme habitación se encontraba un enorme espejo y abajo de él estaba el mueble del lavamanos. Desvié mi atención más allá y me encontré al final de la pared una enorme bañera con dos puertas de vidrios inhabilitando el acceso.  

Pone sus manos en mis hombros y doy un pequeño brinco de sorpresa. Me guía y haciendo presión sobre ellos me termino sentando. Me da una breve mirada de advertencia y vuelve al mueble del lavamanos, abre las pequeñas puertas y saca un enorme botiquín. Vuelve a colocarse frente a mí y se agacha. 

No puedo apartar mi mirada de todo su cuerpo. Veo sus piernas flexionadas. Cada movimiento de sus brazos notando cada vena que había en su anatomía, sentía la necesidad de estirar mi mano sana y acariciar sus brazos. Y por ultimo me concentro en su rostro, su frente estaba ligeramente arrugada mientras su ceño estaba fruncido. Podía notar su concentración mientras preparaba los algodones con la solución antiséptica. 

Frunce aún más su ceño y toma mi muñeca.

  – ¿Puedes estirar tu mano? 

Respiro hondo estirando mi mano lo más que se me permitía. Me hace una seña pidiendo permiso y asiento. Al segundo siguiente siento una fracción de mi mano arder, apretando los ojos intento dar largas respiraciones pensando en algo más que no sea ese liquido quemando cada parte de mi palma y dedos.  

  – Ya está. Ahora limpiare en donde te has manchado. 

Asiento aceptando lo que acababa de decirme. Mis ojos se sienten atraídos. No puedo apartar mi mirada de él. 

¿Podría confiar en él? La pregunta saltó en mi mente y si trataba de responderla estaba en apuros. Era una pregunta que no podía responder. 

Termina de limpiar todo mi brazo y lo veo subir a mi rostro, pasando un algodón nuevo. Inhalo profundamente y aguanto la respiración mientras su rostro está a solo pulgadas del mío. Araziel parece darse cuenta y se aleja bruscamente. 

– Eso es todo. Te esperare abajo para que me digas lo que realmente ha pasado.

Sin decir más me da un extraña mirada y se aleja. Me concentro en escuchar sus pisadas hasta que ya nos las puedo escuchar más. 

Me recuerdo como respirar y me desplomo en donde me encuentro sentada. 

Sin dudas él era un hombre cargado de una energía que me atraía. 

Mis pensamientos estaban siendo estúpidos. Él era un completo extraño, me había negado ayuda y sobre todo ahora me tenía cautiva en una enorme casa. 

Me levanto y camino hasta quedar delante del espejo. Estaba pálida y había ojeras bajo mis ojos. Abro la canilla inclinándome un poco para poder lavar mis rostro. Tomo la toalla que estaba a un lado y me limpio con ella. 

Me doy una ultima mirada y sigo el camino que habíamos hecho. Algo me había dicho su tono de voz que no le gustaba ser cuestionado y no tenía opción en hacer lo que me había pedido. 

Llego al final de las escaleras. Me armo de valor a medida que voy entrando a la cocina. Rita me observa y le doy mi mejor sonrisa de disculpas, ella niega sonriéndome de vuelta. Araziel estaba en la misma mesa y en el mismo lugar donde había almorzado. 

Me quedo inmóvil sin saber qué hacer.

  – Siéntate – me exige. 

Su tono me enfurece haciéndome pensar que no es nadie para usar ese tono conmigo. 

Tomo un lugar y me atrevo a enfrentarlo. Tomando la decisión de fastidiarlo para que me deje ir a buscar a Max y Megan tan rápido como se me sea posible. 

– Quiero saber todo. Comienza a hablar. 

– Sin darme cuenta que sostenía una pequeña taza me corte con ella. Estaba tan nerviosa llamando a mis padres que no me di cuenta. 

Veo su mandíbula apretarse.

– ¿Llamaste a tus padres? – asiento lentamente – ¿Por qué lo has hecho? 

Se estaba conteniendo para no gritarme.

– Porque son mis padres, necesito de ellos en estos momentos. Necesito ir a buscar a mi hermano, a mi mejor amiga e ir con nuestros padres. Lo único que quiero es irme de este lugar – sueno más fuerte de lo que me siento y me doy palmaditas en el hombro por ello. 

– ¿Tus padres respondieron? ¿Pudiste hablar con ellos? 

Siento la nostalgia pero me atrevo a responderle.

– No pero les deje un mensaje para que me regresen la llamada. 

Se hace un incómodo silencio. 

– No te irás... al menos no por ahora – declara. 

Siento la nostalgia alejarse dándole la bienvenida al enojo. 

– Necesito volver a buscar a mi hermano, necesito saber si están bien. Agradezco lo poco que has hecho por mi pero me iré. No discutiré sobre ello.

Arquea una ceja y su rostro es oscuro. Siento miedo de lo que está por decir.

– ¿Lo poco que he hecho? ¿Por qué crees que después de nuestro primer encuentro no has visto más a esa mujer? Supongo que en ese caso deberías darme las gracias por toda la mierda que he hecho por ti – intento decir algo pero levanta su mano para que no lo haga – Mis hombres han ido a buscar a tu hermano y a tu amiga o al menos traer información de esa maldita mujer. No tienen idea de dónde se han metido ustedes tres – hace una pasa y me señala – Te quedaras aquí, todas las puertas están aseguradas. 

Sin decir una palabra más o esperar mi respuesta se marcha furioso, golpeando la puerta de entrada.  

Le doy una mirada a Rita pidiéndole por favor alguna explicación pero solo se encoje de hombros. Veo que comienza a caminar de salida de la cocina y me levanto de mi asiento.

  – Rita, por favor. Necesito explicaciones.  

Sus ojos dudan lo que para mi fue una eternidad hasta que la veo suspirar en rendición. 

  – Esta bien, mi niña. Tomemos asiento y te cuento lo poco que sé. 

Toma mi mano y me guía nuevamente a donde estuve sentada, ella tomando asiento a mi lado aún tomando mi mano. 

– Araziel no es una persona muy comunicativa pero puedo asegurarte que todo lo que está haciendo es por tu bien, mi niña. Él no es una mala persona. Pero todo esto es por esa mujer, él la conoce.

– ¿Cómo es que la conoce? – me quedo sin aliento. 

– Esa mujer no es una persona normal, dando mi propio opinión creo que es el diablo en persona. Lo mejor es que te quedas acá dentro de casa, Araziel se hará cargo de todo. 

– Rita por Dios, cada vez entiendo mucho menos. ¿Por qué dices que es el diablo en persona? Yo necesito ir a buscar a mi hermano, no puedo quedarme acá...

– Porque la conozco a esa mujer y siendo sincera no creo que sea tu tía. Conozco a todas las personas que viven en la entrada del bosque y ella solo llego hace poco tiempo. Lo único que puedo decirte es que no es una buena persona y que Araziel está buscando a tu hermano. 

Sin querer decirme más Rita también abandona la habitación. Quería decir que ella había respondido algunas de mis preguntas pero hizo que me sintiera más confundida y más preguntas se agregaran.

Más preguntas sin respuestas. 

Pero aunque le creyera que Araziel estaba buscando a mi hermano era yo quien tenía que hacerlo. 

No desconfiaba de sus palabras pero me sentía insegura. Y yo quería ir por ellos.  

En lo profundo del bosque #DiamantesAwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora