Capítulo 3: Volver a sonreír

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Pasaron dos días antes de que Lena volviera a escuchar el nombre de Emma en los pasillos de la agencia y fue precisamente en boca de Arthur Oldmill. De inmediato supo que la joven había adquirido la plaza; no tanto por su performance, sino más bien por su coraje.

La joven sonrió para sí misma y volvió la vista a su trabajo inconcluso: el cursor titilaba incansable sobre la hoja casi vacía. No era precisamente un día de inspiración para Lena. Sin embargo la noticia del contrato de la joven Hiddleston le dejó una extraña pero reconfortante sensación en el pecho.

El día transcurrió sin sobresaltos y gratificantemente más rápido de lo que Lena hubiera pensado, al punto de no advertir que había pasado su hora de salida casi por treinta minutos. Apagó su computadora y se encaminó a la salida con una sonrisa en su rostro que se empecinaba en no desaparecer.

A pesar de que era consciente de su andar, caminaba con despreocupación e incluso cierta distracción, lo que la llevó a estrellarse de bruces contra otra persona que venía de frente por el pasillo, cuya presencia no advirtió hasta que fue demasiado tarde.

El golpe no fue exactamente brusco pero bastó como para sacudir el cuerpo de ambas y dejarlas en estado de confusión durante una fracción de segundo.

- Lo siento tanto.-, dijo Lena cuando por fin pudo hablar.

- Descuida, fue mi culpa. Venía muy distraída.

Las miradas se encontraron y grata fue la sorpresa para ambas al descubrir rostros conocidos.

- ¡Hey! Lena ¿verdad?- preguntó la castaña con cierta algarabía.

- La misma. Es un gusto volver a verte Emma.- mustió a aludida con un gesto cálido.

- Quería agradecerte por las palabras que dijiste el otro día. Después de todo tenías razón y...aquí estoy.- abrió los brazos exhibiéndose a sí misma y sonrió con gentileza.

- Pues me alegra mucho que lo hayas conseguido. Luego de tu entrevista y ver de lo que eras capaz, estaba segura de que la plaza sería tuya.

La aludida volvió a sonreír y contagió a Lena quien se creyó presa de alguna especie de broma que solo Emma entendía pero de la cual deseaba ser partícipe.

- Pero dime ¿cuándo fue que llegaste?

- Recursos humanos se contactó conmigo ayer y me pidió que viniera hoy. Lo cierto es que todo sucedió demasiado rápido.

Lena asintió sin emitir palabra y observó a Emma con atención.

- De todas formas es bueno haberte encontrado nuevamente. No tengo palabras para agradecer lo que has hecho por mí.

- ¿Yo? -, preguntó con sorpresa la aludida – Me alagan tus palabras pero no he hecho nada.

- ¿No? Supuse que habrías sido parte del proceso de selección...creí que...

- Apenas si soy una pobre secretaria.-, mustió Lena con tono fingidamente triste.

Continuaron hablando durante unos cuantos minutos tras los cuales la puerta de una oficina contigua se abrió y una pequeña cabeza se asomó para posar su mirada en Emma.

- Señorita Hiddleston, puede pasar.

Ambas damas dirigieron su atención al joven ejecutivo que ahora las observaba con un poco de vergüenza y se despidieron cordialmente.

- Bueno, creo que es hora de trabajar. Supongo que te veré por aquí.

- Eso espero. Que tengas mucha suerte y si me permites un consejo...

- ¡Claro! En estas circunstancias cualquier palabra de aliento es buena compañera.

- Tómalo con calma.-, sentenció sin más.

Emma la observó confundida e inmutable. Lo cierto era que luego de haberla conocido y haber hablado con ella en más de una ocasión, esperaba algún tipo de palabra de aliento y no una sentencia de muerte.

Sin embargo Lena, advirtiendo la reacción provocada por sus palabras, volvió a hablar:

- Me refiero a que es fantástico que hayas conseguido la plaza y creo que lo harás a las mil maravillas, pero no te dejes llevar por los comentarios de estos cabezas huecas. En esta firma hay gente maravillosa trabajado, pero hay muchos que merecerían estar en la calle...Arthur Oldmill entre ellos.-, agregó bajando el tono de voz.

Entonces Emma asintió un tanto más calmada y le regaló una de sus sinceras sonrisas. Era claro que a aquella mujer le sentaba la alegría como factor natural y no se sentía obligada a comportarse según los cánones sociales.

- Gracias por todo, de veras.

- No hay de qué. Mucha suerte y nos estaremos viendo.

Se despidieron con un sutil apretón de manos y Lena continuó caminando por el pasillo con destino al elevador. Sin embargo una conocida voz la llamó, obligándola a voltar.

- Quizás podamos tomarnos un café uno de estos días...claro si eso te parece bien.

La aludida sonrió con una extraña sensación de satisfacción colmándole el pecho y asintió sin poder emitir palabras. Luego observó a Emma perderse dentro de la oficina desde la que había sido llamada.

Al cerrarse las puertas del elevador, Lena sintió que por primera vez en mucho tiempo conocía a alguien aparentemente genuino, que podría transformarse en una confidente e incluso en una gran amiga. Suspiró hondamente y volvió a sonreír como no lo lograba hacía demasiado tiempo.

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⏰ Última actualización: Mar 11, 2016 ⏰

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