Y mientras esto ocurre en lugar bien lejano,
Juno Saturnia del cielo envió a Iris
al valiente Turno. En el bosque de su padre Pilumno
estaba sentado Turno, en un valle sagrado.
Así le habló la hija de Taumante con su boca de rosa:
«Turno, lo que ninguno de los dioses osaría prometerte
en tu deseo, he aquí que el correr de los días te lo ofrece.
Eneas, dejando la ciudad, sus compañeros y sus naves,
se dirige a los cetros del Palatino y a la sede de Evandro.
Y hay más: ha llegado a las últimas ciudades de Etruria
y arma a un puñado de lidios y campesinos recluta.
¿Qué dudas? Éste es el momento de reclamar caballos y carros.
Deja todo retraso y ataca un campo amedrentado.»
Dijo, y con alas iguales se levantó hasta el cielo
y trazó a su paso bajo las nubes un arco enorme.
La conoció el joven y alzó a las estrellas sus palmas
gemelas y con estas palabras la siguió en su huida:
«Iris, gloria del cielo, ¿quién te hizo bajar de las nubes
a la tierra para mí? ¿De dónde este brillante
prodigio repentino? Veo el cielo por la mitad abierto
y el vagar de los astros por su bóveda. Sigo señal tan grande,
quienquiera que a las armas me convocas.» Y dicho esto,
se agachó hasta el agua y líquido bebió de su superficie
implorando a los dioses, y el éter llenó de promesas.
Y ya todo el ejército marchaba en campo abierto
rico de caballos, rico de bordados vestidos y de oro;
Mesapo dirige las primeras filas, y el final los jóvenes
Tirridas; Turno en el centro de la formación como jefe.
Como el Ganges profundo manando por siete apacibles
corrientes en silencio o el Nilo de fecundas aguas
cuando se derrama por los campos y se mete de nuevo en su cauce
Entonces divisan los teucros una súbita nube
de negro polvo y ven surgir tinieblas por el llano.
Y enfrente Caíco el primero a gritos llama desde su atalaya:
«¿Qué masa, ciudadanos, de negra calígine se revuelve?
¡Empuñad raudos el hierro, a las armas, subid a los muros!,
¡aquí está el enemigo, ea! » Con gran griterío se meten
los teucros por todas las puertas y llenan las murallas.
Pues así lo había ordenado al partir el mejor en las armas,
Eneas: si algo ocurría en su ausencia,
que no osaran formar el ejército ni confiarse al llano;
que tras el foso guardasen el campamento y seguros los muros.
Así que si bien el pundonor y la ira les lanzan al combate,
cierran las puertas, sin embargo, y las órdenes cumplen,
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La Eneida
Historical FictionEs la obra culminé de Roma, espero que les guste. La Eneida es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico.