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-¿Qué dices, tío?

Ese comentario llamó mi atención, por lo que bajé el volumen de mi música, para cotillear lo que decían sin necesidad de ser descarada quitándome los cascos. No miré hacia arriba tampoco, ya que aquellos jóvenes se darían cuenta de mi presencia. No quería llamar el mínimo su atención ni la de nadie, por lo que simplemente escuché sin parar de mirar el suelo de aquel tren abarrotado de gente.

-Sí, tío. He conocido a una tía qué está "super buenorra" en una red social y quedé con ella ayer, y bueno. Ya sabes. -Dijo uno de ellos, en un tono normal, a diferencia de su compañero-. Tío, no tienes ni idea de lo bien que lo hace.

-Claro, ¿pero mejor qué tu novia? -Preguntó el otro, impresionado-, Le estás siendo infiel a tu chica tras tanto tiempo y eso es feo.

Pues sí. Yo, que era totalmente ajena a eso, pensaba que ese capricho que tuvo aquel chico era bastante cruel para su pareja. No sé qué clase de relación tenía con su chica, pero una infidelidad no era algo respetable en la sociedad en la que esos chicos y yo vivimos. Aunque bien es cierto que tener más de una relación era el gusto de muchos, o el hecho de tener una relación abierta se veía bastante, por la expresión del otro chico no parecía ser el caso. Decidí en ese momento coger mi teléfono del bolsillo izquierdo de mi sudadera, gris y enorme, para ser exactos y me puse a toquetearlo.

-Mi novia nunca lo ha hecho bien, y estoy con ella por estar, porque me hace la vida fácil.

-¿Te estás dando cuenta de lo que dices? Ella te quiere mucho y tú ahí tirándote a la primera pava que se te cruza.

Su amigo parecía no conocerle tanto. Eché un vistazo rápido a ambos chicos y no parecían del todo iguales, ya que el chico que no hacía más que sacarme de quicio tenía cara de chulo ligón, a mi parecer, y el otro, el que no estaba de acuerdo, llevaba lo que parecía una equipación de algún equipo deportivo, además del pelo teñido de rubio pollo con unas raíces horribles. Creo que descuidó su peinado.

Ah, aún seguían discutiendo. Ese hombre estaba diciendo que estaba con su novia por puro interés, prácticamente, y eso me molestaba. Ese tipo de gente podrida debería recibir una buena lección por sus actos.

Suspiré y miré de reojo hacia mí alrededor. Aquellos chicos estaban bastante lejos de mí, y no tenía nadie a mis lados. Yo tenía una capucha muy ancha que salía de aquella sudadera gris y eso ocultaba mi rostro. Aun así, quien pensaría que alguien tan normalita como yo podría hacer algo malo. Antes de que os preguntéis que haré, os diré que muchos dicen que soy hacker, aunque yo solo hago aplicaciones que hacen que mi vida sea más fácil. Tampoco soy de las malas, he ayudado a mucha gente con mi trabajo, pero ahora tengo mucho tiempo libre y creo que la mala gente debe escarmentar y aprender de sus errores.

No fue muy difícil meterse en una cuenta ajena de una red social. Para mí era pan comido, ya que husmear en las redes sociales ha sido el trabajo que más he hecho en todo lo que llevo trabajando. Primero tenía que meterme en aquel teléfono a través de la red de datos o wifi, cuando alguien estaba conectado al último me facilitaba más aún las cosas, y meterme en dicha red social con su cuenta vinculada al teléfono. Luego, buscaría a esa chica tras las últimas búsquedas o mensajes privados y haría lo mismo con la cuenta de aquella joven.

Solo necesité tres minutos.

Llamadme loca, pero esto era sencillísimo. Había creado aplicaciones para teléfonos que me servían para esto. No soy la clase de persona que crea virus informáticos, ya que eso cualquiera lo arregla. Me gusta más arreglar las cosas con buenas leches psicológicas. Pero continuando con lo que estaba haciendo, estaba con la cuenta de aquella chica. Era el momento de destruir esto, ¿pero cómo?

K4RM4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora