Accidente

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¡SI ERES NUEVO LEYENDO ESTO IGNORA ESTO! Si no, pos léelo ewe
Para los que soy medio viejos leyendo XDD tienen que releer este cap a pesar de que al principio sea igual, ¡léanlo! Cambie un poco la historia ewe so... Lean!
Bill estaba sonriente. Con una marca de dolor roja en la mejilla que ardía un poco, pero sonriente. Ahora mismo, estaba moviendo un piar de cajas en la  cabaña del misterio. Lo hacía con gusto, pues el "jefe" le dijo que por ahora la cabaña estaría cerrada, pero que necesitaba que ayudará en un par de cosas, si lo hacía, tendría toda la media tarde libre. Toda una media tarde libre para molestar a su querido Pino. Sonrió, a decir verdad no entendía por qué lo hacía, pero le gustaba demasiado estar con Dipper. Sobre todo molestarlo y causar caras de confusión o sonrojos, le fascinaba, y sin entender nada, era lo mejor que le había pasado.

Un invitado llegó repentinamente a la cabaña del misterio, Dipper, que estaba más cerca abrió la puerta encontrándose con nada más ni nada menos que la pelirroja con camiseta verde llamada Wendy.

—¡Wendy!—gritó a manera de saludo. Bill observaba la escena desde lo lejos.

—¿Qué tal Dip'?—saludó la pelirroja alegre.

Los dos se quedaron hablando un rato, no sabía bien de que, pero Bill sabía que era algo muy ameno, por todas las sonrisas que sacaba el castaño. Se reían mucho juntos, demasiado. Al punto en el cual el rubio estaba un poco enojado. Incluso parecía que su cabeza está hechando humo. Entre cerró los ojos. Su ceño se frunció. Pero de repente algo le saco de ello. Tocaron la puerta. Y su compañero no iba a abrir por estar con la chica, resopló con algo de molestia.

Solo él podía hacer algo.

—A ver qué pasa—murmuró para sí. Se acercó a la puerta y abrió. Se encontró con un hombre de gran vello facial, tanto, que decido a lo largo de sus cejas no podía ver sus ojos.

—Paquete para...—se dio una pequeña pausa para mirar el nombre del remitente.—Stanford Pines

—Ah... ¿Está ocupado?—dijo con inseguridad. Recordaba que Stanford estaba haciendo algo en... ¿El sótano? El cartero sin embargo le extendió el gran paquete que tenía.

—Por favor entrégaselo.—pidió. Bill agarró el paquete y el cartero se fue.

—¿Soy yo o ese hombre parece un hombre lobo?—sospechó el rubio mientras lo observaba irse.

—¡Nos vemos Dipper!—dijo Wendy. De un momento a otro se chocó con nuestro querido invitado.—Perdona, no te vi. ¿Oye eres nuevo?—el aludido sin embargo no respondió de inmediato. La observó por un momento.

—Podría decirse que sí—dijo.

—Gusto en conocerte, soy Wendy—se presentó. Después hizo una seña de despedida y se fue tan de repente como vino.

—¿Ella es amiga tuya?—preguntó Bill mirando a Dipper. Este sonrió y asintió, pero al rubio no le gustó esa sonrisa.—Es... Agradable.

—Si, bastante—dijo un poco relajado. De repente se dio cuenta del paquete que traía entre manos Bill. —¿Y eso?

—La trajo un montón de pelo—dijo  con sencillez. Pero en realidad está algo enfadado. Y aunque no quiera admitirlo le se notaba.

—¿E-Eh?

—Tómalo—soltó mientras se acerca a Dipper y básicamente le aventaba el paquete. Dipper simplemente parpadea seguidamente sin entender, ¿acaso se había enojado? ¿Por qué? ¿Él que había hecho algo malo? Eso, era una de las tantas dudas que tenía sobre todo su ser. Bill sale de la escena emanado cierto aire de enojo.

Dirigió su mirada al paquete. Dejó los ojos entre cerrados.

—Solo es otra revista del tío Stan...—dijo con un suspiro de decepción.

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La mesa estaba algo callada a decir verdad. Solo se dedicaban a comer. Mabel por su parte no quería silencio. Dipper se quedaba en sus pensamientos muy a menudo, pensaba en por qué las criaturas del bosque los habían atacado. No reaccionaba a ninguna de la bromas que le hacía ni el tío Stan ni ocasionalmente Bill. Sin embargo este último también estaba un poco así. Pensativo. De hecho, incluso el miembro más "nerd" de toda la familia también estaba así, pero no por el mismo tema, sino por el rubio. Le causaba muchísima intriga.

Sin embargo, nada pasó. Ni una palabra de estos tres personajes. Solo estaban metidos en sus pensamientos. Y de esta concentración tan grande en ellos mismo, fue lo que le hizo cometer un error que cambiaría las cosas delicadamente en los hechos que se avecinaban.

La bolsa blanca fue dejada en la mesa del comedor.

—¿Eh?—pronunció Bill apenas se dio cuanta de ello. Ford fue el último el irse de la mesa, pero el rubio había sido su antecesor. Y curiosamente este último tuvo que volver debido a que le daba la cesación de haber dejado algo. Lo encontró. Fue completamente inevitable que viera aquella bolsita tan resaltando entre todo lo demás.  El de los ojos afilados no pudo resistirse a agarrar ese objeto.—¿Qué es esto?—preguntó.

Lo agarró entre sus manos y lo observó con curiosidad. Toda su atención se volvió hacia el objeto. Por alguna razón le llamaba mucho la atención. Pero hubo algo que definitivamente se robó el show. Abrió la bolsita, encontrándose con nada más ni nadas menos que una caja negra. Detallándolo mucho mejor se dio cuenta de que era un empaque barato de plástico. Dejó caer el objeto blanco y sostuvo su contrario en las manos, haciendo que al caer, los dados contenidos en el objeto caído se esparcieran por el suelo. Al rato, encontró la abertura de aquella cáscara negra. Con delicadeza, la abrió. El objeto contenido emitió luz. Una enana. Pero de todos modos sucedió. Los signos cambiantes se hicieron presentes.

Y reaccionó.

—¡¿Qué haces con eso?!—gritó Ford desde el umbral de la puerta. Bill, que de por sí ya estaba bastante ido de la realidad, se asustó de súbito. La firmeza con la que estaba sosteniendo el objeto de signos cambiantes, cayó.—¡No!—fue inevitable. El dado rodó y a pesar de los esfuerzos del "nerd más viejo del mundo" por detenerlo, el dado dio un resultado.

Un pequeño rayo salió disparado del dado. La primera superficie que tocó fue el piso. De allí, la explosión de luz empezó. Los dos gritaron mientras se cubrían sus caras con sus brazos. No les pasó nada.

Nada de nada.

—¡Bill!—se oyó una tercera voz. El potente destello había terminado. Dejando tras de sí solo de testigos a unos confundidos presentes, además de un objeto nuevo en la escena. Un montón de pelo arco iris. —¡¿Q-Qué es eso?!—preguntó Dipper anonadado. El Tío Ford no tardó en acercarse y verlo.

—Cabello de unicornio.—respondió en un murmuro entendible.

—¿Por qué de un dado salió cabello de...? ¿Unifornio?—preguntó Bill.

—¿Unicornio?—preguntó Dipper. —¿Dado? —miró la escena descubriendo un objeto sobresaliente. —¡¿Eso es un dado?!

—Un dado de caras infinitas. —dijo el más viejo en edad—Esta prohibido en más de 9 dimensiones. Hace que básicamente toda cosa sea posible. ¡Y lo descuide! Por suerte solo es cabello de unicornio. Quien sabe que le pasó. A la dueña original...—se detuvo a pensar por un momento. A la lejanía pareció escucharse un llanto, sin embargo todos lo ignoraron como si jamás hubiera existido—Cambiando de tema,—dirigió hacia Bill.—en mis tiempos se enseñaba a respetar las cosas de los demás. —dijo lanzando así una indirecta.

—Perdón—solo dijo eso. Aunque, fue vacío.

Marioneta (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora