VI

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KyungSoo corrió por la avenida con los ojos repletos de lágrimas, sintió como el aire le faltaba, pero no había fuerza humana que lo detuviera, porque algo dentro de él le decía o mas bien, le gritaba que todo era su culpa.

Atravesó el parque lo más rápido que sus piernas se lo permitieron, todo estaba oscuro, la noche se había apoderado de todo a su alrededor, dejando a las farolitas hacer su trabajo, iluminando todo a su alrededor en remplazo al sol, pero eso a KyungSoo no le interesó. Por su mente las imágenes de esos besos se reproducían como un disco rayado. 

¿Cómo no se había dado cuenta que alguien más había puesto los ojos en el bailarín? ¿Cómo es fue que no se dio cuenta que JongIn podía enamorarse de alguien más? Pero sobre todo, ¿Qué era lo que sentía él por el moreno? 

Dejó todos esos pensamientos que lo atormentaban de lado y abrió la puerta de su casa luego de que se le cayeran las llaves un par de veces por tener los dedos temblorosos. Cuando lo logró, se lanzó sobre los papeles desperdigados en su escritorio, encendió la computadora, fue por una botella de vino a la heladera y se sentó frente a sus escritos. 

Sus dedos se deslizaron sobre las teclas a la velocidad de la luz, estaba dándole final a todo el lío de la asquerosa rutina y a las confusiones de su corazón, a todo lo que sentía, a sus lagrimas, a su llanto silencioso. Para la tercera botella, dedos acalambrados por tanto movimiento y seguramente más de una abolladura en la puerta porque hace media hora que JongIn intentaba tirar la puerta abajo con tantos golpes, se levantó y estrelló los envases contra la pared, encendió la chimenea y utilizó todos su borradores para avivar las llamas. 

Se dirigió a la alacena dando tumbos con los gritos de JongIn como música de fondo y sacó su hermoso cereal de la alacena, lo abrió y se lo llevó a la boca, luego vació la caja de camino a la sala, donde usó su reproductor para poner una de las melodías de Tchaikovsky, luego de intentar hacer una primera posición para saber qué se sentía bailar, cayó. 

Desde donde estaba, a mitad de la sala, rodeado de humo y cereal, vio que todavía no había enviado el escrito a la editorial y comenzó a llorar más y más fuerte. Sacudió las piernas y los brazos por el dolor que aun embargaba su cuerpo y mente, quiso ponerse de pie, pero se encontraba demasiado aturdido por el alcohol, por lo que empezó a aullar de dolor y frustración, había fracasado nuevamente en una publicación, pero sobre todo, posiblemente había perdido a alguien especial, alguien real y no solo un personaje.

**

Con toda la fuerza que pudo reunir, empujó a Yixing y lo pateó cuando este se lanzó para tomarlo de los tobillos, tratando de hacerlo caer y lastimarse, pero para su buena suerte, solo se rindió y salió corriendo, estaba demasiado asustado, dolido y emocionado como para detenerse a pensar que había olvidado sus cosas y que quizá había perdido la oportunidad de su vida no cediendo ante su instructor, pero tenía principios y no planeaba dejarlos de lado por el  dinero.

La noche no se había hecho esperar, pero no ubicaba a su Hyung por ningún lado y luego de pasar una hora buscándolo por donde se le ocurriera, se dirigió a su casa, pues era el único lugar que le faltaba. 

Atravesó el parque lo más rápido que pudo, sus latidos golpeaban su pecho con fuerza, tenía miedo, pues sentía que la oportunidad de hacer algo por sí mismo se le escapaba de las manos como un puñado de arena, sobre todo porque quizá estaba abandonando algo importante como la danza por el motivo que habían sostenido sus padres cuando les comentó que la danza era lo que más anhelaba. 

Recordó ese día, en el que lo llamaron afeminado y poco hombre, donde le dijeron que la danza solo reafirmaría el hecho de que le gustaban los hombres, ya que había declinado de todas las citas que le habían armado con muchas chicas - hijas de personas importantes -, y que solo traería vergüenza a su familia. Si bien aceptaron pagarle la universidad y una casa lejos de ellos, él quería hacer lo que su corazón dictaba, por ello, cuando la oportunidad de desligarse de sus padres se presentó en forma de "Beca", no lo dudó ni un segundo, sobre todo porque había empezado a sentir cosas por ese escritor acosador.

En el momento en el que fue aceptado, se sintió completamente listo para enamorarse de quien quisiera, pero claro, el Hyung de las letras no daba señales de estar de acuerdo con lo que su corazón le pedía a gritos y eso lo confundía.

En algunas ocasiones pensó darle una oportunidad a su instructor, para de esa manera acabar con el jueguito ridículo de seguirse el uno al otro y no pasar de una convivencia cómoda, pero luego su hyung aparecía con sus "JongIn-ah... eres mi salvación, gracias por colaborar" y todas las ganas de abandonarlo se esfumaban. Con esos pequeños e insignificantes detalles, la llama dentro de su pecho se aferraba a la vida.

Cuando llegó al final del parque, vio que las luces del departamento de su Hyung estaban encendidas, por lo que aceleró y tocó la puerta, pero solo se escuchaban sollozos ahogados y lamentos. Tocó la puerta un poco más fuerte, pero no se dieron señales de que KyungSoo tuviese la intensión de abrirle. Incrementó la fuerza de los golpes, pues ahora el que lloraba era él, haciendo eco de las quejas del mayor. Los minutos dieron paso a la desesperación y JongIn lo tuvo claro, sobre todo porque ya se había hecho un par de heridas en los nudillos por tanto golpe, lucharía por el amor de su Hyung, lucharía porque alguno de los dos debía dar el primer paso y si no era el mayor, lo haría él.



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