Capítulo 3: Me pones...

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Se vistieron sin intercambiar palabra. Afuera los esperaba Brian, quien notó la felicidad repentina en sus rostros.

—¿Pasó algo?

—¿Ah? ¿Por qué preguntas?

—Tienen cara de idiotas.

—Así nacimos.

—No seas tonto, Ringo.

—¡Así nació!

—¡Cállate, Lennon!

Los cuatro rieron, y el mánager decidió no insistir más.

-.-.-.-

El concierto fue un éxito, como todos. Era increíble que esos cuatro jovencitos hubieran llegado tan alto. Pasaron de tocar en un simple bar, a tocar en estadios y teatros llenos de gente que gritaba y lloraba histéricamente. Dejaron las canciones de otros artistas que admiraban para escribir las suyas propias, que expresaban mucho más.

—Gracias, muchas gracias.—Dijo John recuperando el aire—¡Quería decirles que yo amo a Paul McCartney!

De golpe todos los gritos se apagaron. En los ojos de todos los fans se vio la confusión, mientras en los de los demás Beatles, se vio el pánico. John miró hacia donde estaba Epstein, quien hacía gestos desesperados de que arreglara eso.

—Lo amo porque sin él no habríamos escrito casi casi todas las canciones. Es mi mejor amigo...Es amor de amigos.—exclamó rápidamente—¿O van a decirme que nunca experimentaron ese tipo de cariño?

Poco a poco comenzaron murmullos asintiendo a las palabras del músico, quien suspiró de alivio imperceptiblemente.

—¡¡Y ahora vamos con Twist And Shout!!

Las guitarras comenzaron a sonar junto a gritos ensordecedores. Al terminar la canción y por el ende el concierto, dejaron sus instrumentos en el escenario y se fueron. Brian se acercó a paso veloz hacia ellos.

—¡¿Qué diablos hiciste, Lennon!?

—¿De qué hablas?—Se hizo el desentendido.

—De esa locura que dijiste sobre que amas a Paul.

—Me enseñaron a no mentir.

—Eres un...—suspiró—Hablaré seriamente contigo en el hotel. Suban al auto.

Obedecieron en silencio. Al llegar al hotel George y Ringo se encerraron en su cuarto, mientras John, Paul y Brian hacían lo mismo en el suyo.

—¡¿En qué estabas pensando!?

—¡¡Sólo dije lo que siento!! ¡¿Acaso ya ni expresarme puedo!?

—¡¡No así!! Dios... ¡Esto puede costarle el futuro a la banda!

—Creo que la gente debería entenderlo...

—Cállate, Paul.

—¡No le hables así!

—¡Puedo hablarle como se me dé la gana! ¡Soy su jefe, y también el tuyo!

—Tienes razón, cerdo. Pero yo decido si sigues siendo nuestro jefe. Así que discúlpate con mi Paul.

A Epstein le dolió oír esas palabras, dado lo profundos que eran sus sentimientos hacia Lennon.

—Lo siento.—Masculló.

—¿Cómo dices? No te entendí.

—John, por favor...

—Shh, McCa. Repite eso, judío. Con voz alta y clara.

—Lo siento.

—Así me gusta. Ahora ¿puedes darnos privacidad?

El mánager suspiró y se fue, cerrando la puerta tras él.

—No debiste tratarlo así.

—Te trató mal y eso no lo soporto.

—Ya pasó, tranquilo.—Cortó la distancia entre sus rostros con un tierno beso.

-.-.-

Mientras tanto, en el cuarto de al lado, las cosas se ponían intensas...

George estaba sobre Ringo en la cama, sus bocas moviéndose a un compás perfecto. Suspiros eran soltados, sumados a pequeños jadeos y gemidos ahogados al explorar sus cuerpos mutuamente por encima de la ropa.

—Humm...Geo...Me pones caliente...

—Tú me pones húmedo...—Al besar el cuello de su amante retiró los labios al instante, como si se hubiera quemado.

—¿Qué pasa?—Preguntó agitado.

—Estás caliente...

—Te lo dije, tú me pones así.—Trató de besarlo de nuevo, pero George lo rechazó.

—Hablo de que estás ardiendo...¿Será que tienes fiebre?

—No siento nada... A ver, déjame comparar.

Tocó su propia frente y alejó su mano rápidamente. George tenía razón, estaba muy caliente. Al tocar la frente de su compañero, notó miles de pequeñas gotas en la zona. En realidad todo su cuerpo estaba empapado. ¿Qué les estaba pasando?

—Georgie...Tengo miedo.—Se levantó y encendió la luz,puesto que ya era noche cerrada y no distinguían casi nada en el cuarto. Al tocar el papel tapiz que cubría la pared, éste se chamuscó y rompió, dejando ver un círculo blanco donde antes había color verde y beige. Ambos se miraron confundidos, no comprendían nada.

-.-.-

Con Lennon y McCartney las cosas no iban muy diferentes. Paul estaba debajo de John, mientras éste besaba y mordía su cuello con deseo.

—Humm...Johnny...

—Mm...Paulie...Me pones duro...

El menor comprobó al instante a lo que se refería, bajando sus manos por el torso de su amor y notar que, de la cintura para abajo, estaba sólido como lodo al sol. Eso no era físicamente posible, ningún nivel de excitación podría provocar eso. John parecía una estatua, aunque ni lo notara, pues seguía besando el cuello y los hombros de Paul como si no hubiera un mañana.

—John...

—¿Mm?

—Detente...

—¿Seguro?—Mordió el lóbulo de su oreja, sabiendo que era su punto débil. Paul no pudo evitar soltar un gemido, lo cual provocó que John se pusiera más tieso y todo su peso cayera sobre el bajista.

—¡Dije que te detuvieras!—Con un pequeño ademán de mano, John fue empujado hacia arriba y chocó con el techo. Cayó junto a Paul en la cama, quien lo miraba asustado.

—¿C-cómo hiciste eso?

—No lo sé...

John se levantó de la cama, y de sus piernas se desprendió un fino polvo marrón, idéntico al que se obtiene al romper un trozo de tierra seca. Arremangó sus pantalones y ambos chicos gritaron al ver que sus piernas eran completamente marrones, secas y agrietadas.

Los problemas apenas empezaban.

The Powerfull Four Of Liverpool [McLennon/Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora