OJOS DE AMOR ★LOGAN HENDERSON★

|CAPÍTULO 02|

— Me llamo Logan Henderson.

— Mucho gusto Logan.

— El gusto es mío.

— ¿Podría tocar tu mano? — le preguntó ella tímida.

— ¿Mi mano?

— Para conocerte mejor, así sintiendo tu piel sabré que eres tú, al igual si puedo tocar tu rostro, quiero imaginarme como eres.

— Claro que sí.

Ella extendió su mano y él hizo lo mismo, tomándose las manos, él pudo sentir la suavidad de su piel al igual que ella.

— Tienes unas manos muy suaves — dijo él mirándola fascinado, era tan hermosa, a pesar de no ser la clase de chica de la cual está acostumbrado a fijarse, no podía apartar sus ojos de ella.

— Tú también tienes las manos suaves, muy suaves como para ser hombres.

— ¿A qué te refieres?

— Que creo que son manos para mujer, un chico como tú no tendría las manos tan suaves.

— ¿Me estás diciendo qué soy mujer? — preguntó divertido.

— No — dijo riendo —. No digo que lo fueras ahora pero... Tal vez en tu otra vida lo fuiste.

— Tal vez. Sí quieres puedes ahora tocar mi rostro... Digo... Para que sepas como soy.

Cameron dudo si hacerlo o no, ella quería conocerlo y saber como era, y Logan también quería que ella lo conociera, pero lo que más quería era sentir sus suaves manos en su rostro. Finalmente quien tomó la iniciativa fue él, tomó sus manos y las llevó a su rostro colocando las suyas encima para que no pudiera quitar sus manos.

— Y dime... ¿Cómo es mi rostro?

Ella escuchó sus palabras, más no le pudo responder, ya que estaba impresionada de que también su rostro fuera tan suave. Además de con tan sólo tocarlo, podía apostar que era lindo, demasiado lindo.

— Eres lindo — dijo sin poder evitar que las palabras salieran de su boca, inmediatamente se sonrojó.

— Tú también eres linda — dijo él divertido por verla sonrojada.

— Gracias.

Y vaya que era linda, era morena de ojos cafés, cabello oscuro y rizado, no estaba pasada de peso pero tampoco era tan delgada como súper modelo, medía al menos un metro sesenta y cinco.

«10 centímetros menos que yo» pensó él.

Su atuendo, su atuendo era como ropa de súper modelo, pero aún así se veía muy hermosa. Mientras que ella le tocaba el rostro atrás de ellos estaba un joven de cabello rubios y corto, ojos color verde y piel blanca, los miraba con detenimiento, pero de un momento a otro se había echado a correr, dejando a los otros dos sólos.

— Creo que ya — dijo ella aún sonrojada.

— ¿Y... A dónde vas?

— A doceavo grado.

— ¿En serio? — preguntó emocionado —. Yo también voy a doceavo grado.