Capítulo Catorce

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Capítulo Catorce

RUBI

—Sí —afirmó Ulises—. No lo puedo creer. Me vine para acá apenas lo vi, no supe qué hacer.

—Es la última persona que me imaginaba metiendo los cuernos —opinó Milagros—. ¿Qué hacemos?

—Yo diría que llevarlo al hotel —sugirió Ulises—. Está del orto y a punto de caldear si no caldeó ahora. Es preferible que no se mande más cagadas.

—Tenés razón —coincidió Milagros.

—¿Sabés dónde está? —pregunté yo.

—Al fondo de la segunda pista. Lo van a ver. Ustedes vayan yendo que yo le tengo que avisar a Bianca que me voy, después los alcanzo.

—Avisales a Dani y Euge que me voy.

—Dale.

Entonces Mili y yo corrimos a socorrer a Pedro. Nadie se pudo haber imaginado lo que pasaría, de Pedro jamás se esperaría que hiciera algo así. Sin embargo, por otro lado lo comprendía. Quizás ésa era la única alternativa que tenía tras sentirse encadenado en una etapa destinada a disfrutar el momento, y sobrio no podría haberse desencadenado nunca. Por supuesto que hubiese sido mejor terminar la relación, pero Pedro probablemente suponía que eso la lastimaría mucho a Julieta, aunque claro, engañarla más. Ya me imaginaba cómo al día siguiente se estaría castigando, y cómo la culpa le arruinaría el viaje. Me sentía responsable de hallar la forma de hacerle comprender que todos cometemos errores y si actuamos de cierta forma algún motivo debemos de tener. Y más aún siendo una buena persona como él lo era.

Finalmente lo encontramos, bailando muy cerca de una chica. Se tambaleba de un lado a otro, con una mano sosteniendo una caipirinha y con la orta levantando el dedo. Cuando nos acercamos más vislumbramos que estaba esbozando una media sonrisa y tenía los ojos casi cerrados. En el momento en que él nos vio, corrió a abrazarnos.

—Los quiero, che —nos dijo sin soltarnos—. No lo olviden.

—Nosotros también —le dijo Mili con tranquilidad agarrándolo del brazo para que no se cayera.

—Ella es... ¿cómo te llamabas? —nos dijo señalando a la chica.

—Clara... —dijo la chica resoplando, como si ya le hubiera dicho su nombre más de una vez.

—Clari, nos volvemos —le dijo Mili a la chica—. Tenemos que llevarlo al hotel, está muy mal.

—Me doy cuenta... llévenselo, que vaya a dormir.

—Mañana siguen con la charla —le dije yo mientras le quitaba la bebida de la mano a mi amigo.

Esperamos a Ulises en la parada del micro. No había muchos chicos queriendo regresar a una hora bastante temprana para tratarse de una fiesta. Lo sentamos a Pedro en un escalón y lo sostuvimos para que no se bambolee. Uli no tardó en llegar y nos subimos al micro.

Una vez que nos encontramos en el hotel nos dirigimos hacia nuestra habitación. Pepe apenas llegó corrió al baño a vomitar, mientras yo lo sostenía y Mili le alcanzaba agua para que la bebiese a traguitos.

—Uli, te cagué la noche con tu mina, perdón...

—No te preocupes por eso ahora —le dijo Ulises—. Además, tengo cinco noches más.

—Bueno, a ustedes también les cagué la noche, un ratito más y chapaban

Nuestro amigo hablaba en forma pausada y no podía sostener su cabeza por sí solo. Con cada frase que terminaba, largaba vómito como si fuera un dragón escupiendo fuego.

El Expreso Milagroso #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora