Capítulo II.

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A la hora del recreo me tropecé con un escalón y me retorcí el tobillo. Tenía un esguince.
Fui a la enfermería del instituto; me bendaron el tobillo y me dieron unas muletas junto a la llave del ascensor para no tener que subir las escaleras.
Mia estuvo junto a mi todo el momento. Era como mi mejor amiga.
Mia era rubia con ojos verdes, bastante alta y delgada; era guapísima.
Desde mi llegada al instituto ella había sido muy gentil conmigo. Era divertida y súper maja. Incluso me invitó a su casa.
Mia y yo decidimos quedarnos en la sala de descanso lo que quedaba de recreo en vez de salir al patio para que no me volviese a tropezar.
-¿Te duele mucho? —me miró y se rió—
Dios, tenía una sonrisa tan bonita.
Me empecé a reír.
-No, no mucho.
Al finalizar la jornada escolar llamé a mi madre a ver si podía recogerme, ya que me iba a cosar subir hasta casa.
*Llamada telefónica*
-Mamá, me he hecho un esguince, no puedes venir a recogerme, ¿verdad?
-Sí, cielo, ¿que te ha pasado?
-Luego te cuento. Recogeme justo en la puerta por favor.
-Vale, en diez minutos estoy ahí.
-Gracias mamá.
Colgué el teléfono.
Al llegar a casa le expliqué a mi madre lo que había ocurrido, comí y me puse a leer toda la tarde ya que no tenía examenes ni deberes.
Sólo vivía con mi madre y mi hermana pequeña. Mi padre vivía en Barcelona, se habían divorciado hace poco, le echaba mucho de menos.
Mi hermana pequeña se llamaba Clara, tenía 6 años y era castaña de ojos azules. Nos queríamos con locura.

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