Introducción

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De repente el cielo se llenó de pájaros enormes y negros, todos ellos tenían una franja roja alrededor del cuello y el vientre de un gris oscuro. Aparecían y desaparecían entre las nubes, soltando graznidos bestiales que estremecían a cualquiera que los escuchara.

Un niño cerró los ojos con fuerza y empuñó las manos mientras se mordía el labio intentando aguantar el llanto.

Papá hace lo correcto, papá vendrá por mí.

Pensó. Y cuando abrió los ojos ya no había nada. No había ciudad. No habían edificios. No había color.

No habían personas.

Ni siquiera el mínimo rastro de que allí, hace tan sólo unos segundos, había una enorme cantidad de personas llorando, corriendo, escondiéndose o simplemente mirando el cielo como estúpidos. No estaba papá, no estaban los pájaros negros que tanto miedo le daban. Todo era silencio, un silencio lleno de desesperación y de muerte.

Había olor a humo y carne putrefacta por todas partes, y el niño se preguntaba de dónde provenían aquellos olores, puesto que no alcanzaba a ver nada en descomposición o algo quemándose.

Comenzó a caminar a través de esa nada, que antes era una ciudad. Y a medida que avanzaba se sentía cada vez peor físicamente. Primero comenzó el calor, un calor sofocante, horrible; luego, aparecieron sensaciones de ardor en toda la piel, que poco a poco fueron aumentando hasta tal punto que el niño creyó que se estaba quemando.

Y cuando se detuvo y se miró, casi gran parte de su cuerpo estaba en carne viva y se le caía la piel a pedazos. Tenía las manos llenas de ampollas cuando se las miró. Intentó gritar pero no podía, intentó llorar, pero sus lagrimales no respondían. Entonces alzó la vista y vio la ciudad en ruinas, vio a los pájaros yéndose y vio a su pueblo reducirse a cenizas.

Y en la lejanía, en la cúspide del único edificio que había quedado en pie, estaba una de aquellas bestias apoyada con sus garras sobre el techo. Sintió que lo miraba, y el dolor en su cuerpo empeoró a causa de ello. Luego vio que el pájaro emprendía vuelo hacia él, pasó por encima de su cabeza como si intentara burlarse, y al final desapareció entre nubes negras de muerte, agonía y desolación.

LeopoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora