25. Ilusión

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25. Ilusión

–¿Te gusta? –dijiste con los ojos fijos en el agua.

Seguí tu mirada y asentí, era el lugar más bello que había visto en mi vida.

–Me encanta –contesté, abrasando tu espalda. Tu cuerpo estaba cálido, siempre estaba cálido. Te relajaste en mis brazos y no pude evitar, aspirar tu aroma.

–Lo descubrí cuando era niño. –Hubo una pausa demasiado larga. Amaba escuchar tu voz–. Siempre imaginé que construía un castillo en medio del lago y que vivía ahí con mi princesa y mis sirvientes.

–¿Eras así de romántico? –pregunté y, sin detenerme, enterré mi nariz en la curva de tu cuello. Te inclinaste hacia mí, querías tanto quererme cerca como yo a ti.

–Incluso tenía un dragón.

Dejé escapar una risa. –Los dragones no existen.

–Yo digo que sí.

Vivías en un mundo de fantasía con castillos, guerreros y dragones donde yo era tu princesa.

–¿Por qué querías una princesa?

Tus brazos volaron hacia mí y de algún modo terminé en tu regazo con la espalda hacia el agua. Tu cuerpo, mi única ancla a la seguridad de la tierra. Pero no temía caerme.

Depositaste un beso en mi frente. –Porque creo que existe magia y fantasía en el mundo, pero muchos no lo ven. –Pusiste un beso en la punta de mi nariz–. Porque estar solo es el peor castigo. –Tus labios besaron mis mejillas–. Porque mirar el mundo con alguien a tu lado es mejor. –Besaste mi boca–. Y no podía ser nadie más que tú.    

Cien velas para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora