II.

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Era consciente de que Shion se dormía enseguida cuando se sentaba a su lado en el sofá, lo cual solía hacer si se ponía a leer uno de los tantos libros que tenía y que se los sabía de memoria ya, pero aun así los leía.

Solamente porque el albino se sentaba a su lado, esperándole para irse a dormir a la misma vez que él.

Por eso no se sorprendió cuando, una vez finalizado el capítulo que se había propuesto leer, se encontró con que el sofá estaba siendo ocupado en su mayoría por un dormido Shion. Se inclinó ligeramente, sintiendo curiosidad por si estaba babeando otra vez -ya le había pillado un par de veces, pero era secreto porque seguramente Shion dejaría de hacerlo si le contaba-.

Sonrió disimuladamente al ver que sí, aunque muy poco. Le pasó el dedo por la comisura de sus labios para quitarle ese rastro delator, y sus ojos argentes captaron la cajita de bengalas que compró el albino en la mañana. Había prometido que las encenderían.

Desvió su mirada hacia el bulto en el sofá, suspirando con algo de hastío.

—Su Majestad, despierta—susurró cerca de su oído, buscando alguna reacción del menor. Nezumi acabó centrando su atención en ese sedoso cabello blanco que le rozaba la nariz por las noches, en esas mejillas que solían enrojecerse a menudo, y en esos rojos ojos que ahora le miraban con algo de sorpresa.

Sonrió arrogante.

—¿Q-qué quieres?

—Las bengalas—respondió con diversión, señalándole con un gesto de cabeza la mesa donde se hallaban. Se quitó de encima de un recién -y lento- Shion, y se dispuso a enrollarse otra vez en aquella caliente manta; ignorando el parloteo nervioso de su compañero, por supuesto—, ¿vamos a encenderlas o no?

El albino se puso el abrigo y asintió vehemente, con la cajetilla en las manos. Nezumi sonrió conforme y le sujetó la puerta para que pasase primero, y el menor lo hizo a regañadientes y con un fuerte sonrojo en sus mejillas.

Por supuesto, la rata sabía qué hacer para siempre arrancarle un sonrojo.

Una vez fuera y con un cielo estrellado sobre sus cabezas, Shion dictaminó que aquel leve montículo en el que estaban era perfecto y decidió no darle más vueltas al asunto, consiguiendo que la rata le mirase con confusión por unos momentos.

—Estás tú—escuchó con timbre inocente.

—Enciende esa maldita cosa de una vez—y Nezumi se alegró de que estuviese oscuro para que Shion no viese ese sonrojo que notaba en sus mejillas. El albino le sonrió y se entretuvo viendo las chispitas que saltaban alegres, sintiendo cómo la figura de ojos grises se acuclillaba a su lado y le cubría que la enorme manta que llevaba, pasándole un brazo sobre sus hombros.

Y, en silencio, vieron como las colas de rata ardían lentamente, desapareciendo, consumiéndose en las manos de Shion sin que ninguno de los dos pudiese hacer nada.

En esos momentos, los orbes rojos del menor se enfocaron en el delicado rostro de la rata, sintiendo que de alguna forma Nezumi también desaparecería como pequeñas chispas danzantes de entre sus dedos.

Esa idea le oprimió el pecho, no pudiendo encontrar un mundo que tuviese sentido sin ese huracán que cambió su vida el día de su cumpleaños.

🌀🌀🌀

La canción en multimedia es Kaze no Requiem, versión coros o algo así (?). La estuve escuchando mientras escribía el final para inspirarme -no encontraba inspiración para escribirlo, lo siento ;m;-, y como funcionó y me encantó y me llenó de feels y un largo etc, lo comparto 'cuz i can.

Sé que dije que serían como máximo tres capítulos, pero como he ido dejando esta parte para escribir otras cosas -trabajos, por ejemplo (??)- pues dándole vueltas y acabé decidiendo que lo que pretendía meter era puro "relleno" o algo así para alargarlo y ya. Sinceramente, me ha gustado más esta versión de lo escrito que lo que tenía pensado idk.

Espero les guste igual!

Shinketsu.

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