Llegué al mismo lugar donde me encontraba ayer. Me senté debajo del mismo árbol y cerré los ojos, dejé que la brisa rozara mis mejillas y los momentos llegaran a mi cabeza.
Poco a poco sentí como mi cuerpo comenzaba a caer y mi cabeza se recostaba en el frío césped. Sentí una helada sensación en mis mejillas que me hizo temblar, pues no sabía desde cuando había estado llorando, ni cuanto tiempo llevaba aquí. Fue entonces cuando decidí abrir mis ojos para darme cuenta que el cielo se había tornado anaranjado y en poco tiempo anochecería.
-Hermoso paisaje ¿no lo crees? –era imposible no reconocer esa voz. Me volteé lentamente con unas cuantas lágrimas aún rodando por mis mejillas y una sonrisa plasmada en mis labios.
- ¿Como me encontraste?
-Para serte sincero, la verdad es que no esperaba verte aquí – sonrió y yo fruncí el ceño – ¿Me puedo sentar? – asentí
-Sigo sin entender, es decir, ¿te cansaste de buscarme y seguiste caminando por ahí y por casualidad me encontraste aquí?
-O puede ser que este sea mi lugar favorito, a donde vengo todas las tardes para ver el atardecer, cuando estoy triste y quiero estar solo o simplemente reflexionar.
-Ya entiendo porque. Es un lugar lindo y tranquilo, sin la molestia de nadie, tampoco ruido de las personas, ni el tráfico de la ciudad. Un lugar donde puedes encontrarte contigo mismo – hice una larga pausa – Por primera vez siento que puedo liberarme, gritar todo lo que quiero sin miedo a ser escuchada ni temor porque me miren mal. Quiero sentirme así siempre pero no puedo, el mundo es malo, a las personas solo les gusta hacerse daño entre ellas, las familias poco a poco se desvanecen y la felicidad se hace polvo.
-Es la realidad, a todos nos duele pero es la triste y cruel realidad – suspiró – Hazlo
-¿Hacer qué?
-Gritar, si eso es lo que quieres hacer ahora solo hazlo, nadie te escuchara a parte de mi, y sabes que no te miraré mal. Siempre estaré para ti.
-¿Me acompañas?
-No me negaría hacerlo, aún más cuando lo necesito de verdad.
-Axel – el me miró – ¿qué sucede?
-Disculpa si mi actitud no fue la mejor hoy, sabes que te quiero y en realidad debería comprenderte, es difícil lo sé – suspiró – quisiera decirte que hoy sientes el dolor y en unos días no, pero yo no soy mentiroso, porque a pesar del tiempo muchas veces la herida se remueve y te vuelve a lastimar, en algunos casos no duele tanto como el primer día pero en otros duele como si fuera el mismo momento en que te están dando la noticia.
-¿De qué hablas? – me interrumpió haciendo al mismo instante un gesto con la mano.
-En mi caso es la segunda opción. Cada año, el mismo día, y el mismo mes vengo a este lugar trayendo conmigo rosas amarillas y lilas – sacó de su lado un ramo de rosas que no había notado – Me siento en este mismo lugar y me recuesto en este árbol – se recostó en el árbol – Huelo las rosas y las toco mientras las observo – olió todas y cada una de ellas tocándolas como si fueran únicas y especiales – Luego arranco los pétalos de una rosa amarilla y otra lila – arrancó con cuidado y delicadeza los pétalos – Alzo mis brazos y dejo que el viento se los lleve, y cuando se los llevó todos solo los observo viajar y bailo, sin música pero lo hago – sus brazos se erizaron cuando una corriente de viento pasó y se llevó todos los pétalos que habían en su mano. Inevitablemente las lágrimas salieron de mis ojos cuando se acercó a mi y cerró sus ojos dejando escapar pequeñas lágrimas – Cassie, mi pequeña Cassie ¿me concedes una última pieza? – Tomé su mano y baile con el, no lo pensé solo lo hice.
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Maravillosa Perfección
RomanceChloe Silvert es una adolescente de 17 años muy guapa, aunque a ella le cueste aceptarlo... Tiene una familia que la ama, unos amigos grandiosos y una persona especial que la espera. Pero siempre se encuentran todo tipo de personas en la vida, y en...