Sin luz

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TAKA

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TAKA

Al terminar la fiesta Taka regresó a la cabaña para cuidar de Bell. Cuando Eugenie se retiró Bell sonrió pero empuñaba sus manos sosteniendo su sabana

-¿Que sucede?

-Necesito tu ayuda.

-Claro, dime.

-Inclusive si no puedo ver quiero entrenar.

-No, estas muy débil para hacerlo.

-No me importa, debo hacerlo.

-No, no debes. Trata de descansar al menos unos días.

-Taka por favor, entiéndelo.

-¿Entender qué?

-En estos momentos soy débil, tanto que terminé en esta situación postrada en una cama.

-No es así, el enemigo...

-El enemigo nos venció y nos quitó lo que más queríamos.

-Tu pides comprensión pero piensas en los demás, ¿Cómo crees que me sentí al huir y dejarte allí sola, como crees que me sentí al ver cómo te castigaba en la arena? No eres la única que se siente de esa manera.

Bell guardó silencio.

Taka lo pensó por unos instantes y dijo: - Te ayudaré, pero tú también a mí. Esperaremos unos días mientras puedes caminar.

-No puedo...

-¿Por qué te cuesta tanto confiar en mí? - Le interrumpió. - Estamos haciendo lo mejor para que mejores, así que por favor hazme caso.

-Lo siento, no quise lastimarte. Yo solo... Quiero protegerlos.

-Yo también, pero sabes que esto no es fácil. Confía en mi. - Decía mientras se sentaba a su lado.

Bell comenzó a llorar. - No quiero demostrar debilidad otra vez, mucho menos ante ellas, no lo merecen. Ya no quiero... No quiero ser débil.

-¿Que dices? no pienses así, no eres débil y lo has demostrado con cada acción desde que llegaste a la mansión.

-Taka tengo que ser fuerte para proteger a las personas que amo y como soy ahora, no puedo.

-Si es lo que sientes entonces me quedare a tu lado y cuando te falte la fuerza te daré la mía.

-¿Cómo sabes que siempre estaremos juntos?

-Porque no dejare que nada me lo impida. - Decía Taka  mientras tocaba suavemente la mejilla de Bell. Ambos sonrieron y decidieron descansar después de esa charla, había sido un largo día.

     Horas después  Taka  se encontraba dormido en el suelo al lado de la cama de Bell pero ella seguía sin lograr conciliar el sueño, cada movimiento que daba le causaba dolor en su espalda. Aún con dificultad se sentó y por la incertidumbre comenzó a retirarse las vendas de los ojos. Vuelta tras vuelta iba removiendo la venda en sus ojos, sus manos temblaban al no saber que esperar al retirar la venda, al final sólo quedaban unos algodones que cubrían sus ojos, su corazón que estaba latiendo rápidamente, retiró los algodones.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2020 ⏰

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