Capitulo 44

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Nota del Autor: Una foto de Ale por si no recuerdan como se ve ella uwu

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El rubio malvado rondaba por los pasillos hasta que encontró la habitación principal la cual era de la reina roja, en ella encontró escondido un pergamino el cual contenía un texto pero no se entendía nada de lo que estaba allí escrito por lo que el chico optó por guardarlo y irse de aquel tétrico lugar. Cuando llego a su habitación solo encontró una chica de cabello lavanda sentada en la cama del pelinegro.

—Te tardaste—. Exclamó ella con tono de fastidio.

—No fue fácil, el castillo de corazones es demasiado grande—agrego sacando de su bolsillo un pergamino—, pero valió la pena—. Abrió el pergamino y lo coloco frente a la chica.

—¿Que dice?—. Pregunto la chica de cabello lavanda con curiosidad.

—Ni idea—se encogió de hombros—, nunca había visto este idioma y no se parece en nada a la escritura de Wonderland—se mordió el labio—; temo que no pueda decifrarlo—. Espeto pasándose la mano por el cabello.

—Mientras más rápido lo descifres mejor—se levantó de la cama—, ahora iré a buscar la espada Vorbica si no te importa—. Se dirigió a la puerta dejando al rubio en shock.

—¿Y a ti que te sucedió de repente?—exclamo arqueando una ceja—¿Ahora te interesa que el plan se lleve a cabo? Pensé que tú y Light no serían parte de esto—. Gabriela al escuchar eso gruño en vos baja.

—Tu solo cállate y encuentra la forma de que podamos revivir a mi padre—. Dejando al rubio con la confusión, se fue cerrando de golpe la puerta detrás de ella.

Cuando la puerta se cerró ella cayó al suelo, recostando su espalda a la puerta mientras que ponía las manos sobre su cabeza. Es difícil cuando te obligan a hacer algo que no quieres solamente para no defraudar a quienes te importan.

Pensó ella con frustración, El jabberwocky apesar de ser un horrible padre que nunca estuvo para Gabriela ella de todas formas lo amaba y admiraba de niña; ese sentimiento empezó a ponerse en duda cuando ella descubrió que puede elegir si hacer lo correcto o no aunque allí está el dilema. Si ella no cumplía las órdenes de su padre entonces el nunca regresaria y lo único que ella más anhelaba era poder verlo o por lo menos una ves. Gabriela no tenía preguntas acerca de su pasado o su existencia, para eso estaba el pelinegro que podía responderle a lo que ella quisiera sin problemas; de todas formas ella se repetía en su mente la misma pregunta varias veces: ¿Que debo hacer?

Las acciones que ella decida tomar tienen repercusión en sus amigos y en quienes la rodean.

—¿Estás bien?—. Hablo una vos y la chica salió de sus pensamientos.

—Yo...no lose—. Negó y el chico le extendió su mano para ayudarla a levantarse, ella sin decir nada la tomo y se pusieron a caminar.

—¿Sabes? Cuando algo me preocupa solo salgo a caminar—comento el chico de ojos verdes—, despejar la mente ayuda a pensar mejor las cosas—. Gabriela lo miraba sin decirle ni una palabra.

Siguieron caminando hasta llegar a la habitación de la chica de cabello lavanda, el chico de ojos verdes recostó a Gabriela en su respectiva cama.

—Kori...—. Comenzó a decir ella.

—¿Si?—. Se inclinó para verla más de cerca.

—Gracias—. Al decir eso el chico de ojos verdes sonrió lo que causó un leve sonrojo en la chica de cabello lavanda.

—No hay de que—comento alegre y cuándo noto el sonrojo de la chica, sintió un calor en sus mejillas provocando que el casi se caiga de la silla donde estaba sentado—, bueno yo...—la chica prestaba atención a lo que él decía y eso hizo que el chico de ojos verdes se pusiera todavía más nervioso—; será mejor que descanses—. Hizo un movimiento con su mano, un relámpago verde tocó a la chica y ella se quedó dormida al instante.

Kori suspiro, cada día se daba más de cuenta que el estar cerca de la chica Jabberwocky le hacía sentir cosas nuevas, cosas que no sabía describirlas con claridad pero le causaba mucha tranquilidad que ella estuviera a salvó.

*-*-*-*

El rubio de ojos carmesí se encontraba corriendo de pasillo en pasillo buscando un lugar específico, de la nada choco con alguien. Del golpe ambos cayeron al suelo.

—Ten más cuidado—. Dijo el pelinegro con una expresión de molestia.

—Lo lamento—alego sobándose la cabeza—, es que tengo prisa—. Se levantó rápidamente para continuar corriendo.

—Espera—le llamo mientras se levantaba, el rubio volteo—, Luke debo decirte algo y es muy importante—. El rubio parpadeo un par de veces y negó.

—Me lo diras luego, enserio tengo que irme—. Intento volver a irse.

—Lucas Blanc West—el rubio se tenso al escuchar su nombre completo—, no estoy para bromas; así que cualquier cosa que tengas que hacer puede esperar ya que esto te incluye y bastante—. El rubio se quedó quieto unos segundos pensando en que hacer.

—De verdad lo siento—al decir eso el pelinegro se empezó a enfurecer—, pero me importa más llegar a donde quiero ir que cualquier otro asunto grave—. Sin decir nada más se dispuso a correr.

Al pelinegro no le gustaba para nada que lo desafiarán y el rubio lo había hecho.

—Muy bien Luke—apreto sus puños, sus ojos se iluminaron—, como quieras—. De la nada los casilleros a su alrededor se tornaron negro y explotaron, en las paredes aparecieron grietas enormes mientras que las personas que vieron esto comenzaron a entrar en pánico, el humo se propagó activando la alarma de incendios.

El pelinegro solo desapareció dejando todo ese desastre en el pasillo. En cambio el rubio de ojos carmesí estaba cerca de llegar a su destino.

Una princesa de cabellos blancos y negros que pasaba por allí se acercó a la escena antes de que llegara el Hada madrina. Tocó una de las paredes donde había grietas, al hacerlo salieron todavía más grietas.

—Solo conozco a alguien que puede hacer esta destrucción sin mover un dedo—. Siguió su camino con cierta incomodidad en su mirada.

El Hijo Del Gato CheshireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora