Prólogo

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-John- dijo Mary Watson a su marido sentándose en una de las sillas de la cocina-. Ya viene el bebé.

John se llevó instintivamente las manos a la cabeza y empezó a sudar. A los pocos segundos entró un hombre por la puerta de la cocina.

-Mary, será mejor que nos vayamos ya. El bebé tiene probabilidades de nacer mal si...

-Sherlock, ¡cállate!

Sherlock salió de la habitación y fue a llamar a la ambulancia.

Tardaron poco en llegar y llevarse a la pareja y a Sherlock, y tardaron menos en llegar al hospital.

-Tranquila Mary- le decía su marido-. Inspira, espira, inspira, espira...

Mary empujaba y empujaba mientras John la apretaba fuertemente la mano. Mientras esto ocurría, Sherlock estaba fuera de la  habitación, en la sala de espera. Allí sólo estaban él y una abuela con su nieto, seguramente esperando un bebé.

Eran las diez de la noche, la abuela y su nieto ya habían entrado a la habitación y luego se habían ido a dormir a su casa. Sherlock volvió a mirar su reloj y vio que ya habían pasado tres horas desde que habían llegado ahí.

De nuevo, se dispuso a entrar en su palacio mental, pero unos llantos de bebé no se lo permitieron.

John salió de golpe dando saltos muy alegre.

-¡Es niña!¡Es niña!

-¿Cómo la llamaréis?

-Meri. Ven, pasa a verla.

Sherlock y John entraron y lo primero que vieron fue un bebé con un gorrito lila, aunque se podían apreciar mechones de pelo rubios. Tenía unos ojos verdes azulados y un pijamita también lila. Sherlock descubrió en ese momento que sería el ángel de la guarda de Meri, aunque tuviera que arriesgar su vida por ella.

Soy Meri WatsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora