Como siempre, luego de una noche de trabajo se despertó con el dinero sobre la almohada. Ney restregó sus ojos limpiando la lagaña de una buena noche de sueño, tomó su ropa que estaba... Por todos lados, se dio una ducha y luego se vistió, para salir de la habitación 2210, su habitación. Dejó su paga en recepción, donde semanalmente su jefe tomaba la mitad, era un trato razonable, le daba la mitad de todo lo que ganaba y a cambio le daba un lugar donde dormir.
Se dirigió a la casa de su gran amigo Dani Alves, salieron a dar una vuelta, luego fueron a buscar a Rafa, quién estaba saliendo de su edificio.
—¡Rafaaa!—gritó Dani corriendo hacia él.
No le dio tiempo de darse la vuelta que ya lo estaba tomando de la cintura y dándole vueltas. Ney soltó una risa y negó lentamente mientras se acercaba a ellos.
—¡¿Puedes bajarme?!—gritó Rafa.
Dani lo dejó en el suelo y se acercó a saludarlo. Lo tomó en un abrazo.
—Ya, demasiado amor—comentó Ney.
Dani miró sobre el hombro de Rafa a Ney.
—¿Celos?
—Nunca—le respondió serio y comenzó su camino pasándolos de largo.
Ambos rieron y se le acercaron al trote sin separarse, para luego incluirlo en el abrazo.
Fueron al café mas cercano, todos excepto Ney ordenaron su café, él pidió mas leche que café. Se sentaron en una mesa de cuatro y comenzaron a hablar.
Rafa les contaba que su novia quería presentarlo a sus padres y que estaba nervioso, ya que nunca lo había hecho, nunca había sido tan serio en sus relaciones.
Ney fingía escuchar, no porque no le importe, sino porque no le parecía interesante o algo tan malo, solo podía pensar en Davi y cuanto lo extrañaba.
—¡¡Neymar!!
Gritaron al unísono sacándolo de sus pensamientos.
—Mundo Da Santos...
—Estaba... ¿Qué decían?
Ambos lo miraban atentamente, retomaron la conversación, esta vez incluyendo a Neymar.
Luego del café y luego de una ronda de sándwiches cada uno volvió a su rutina, Rafa y Dani fueron a entrenar, Ney tuvo que buscar sus cosas en el hotel, al llegar a su puerta la llave le falló.
—No, mierda, denuevo no—tiró hacia su lado y la giró, la puerta cedió y al entrar la tomó con una mano para estrellarla contra el marco, pero luego recordó que le sería imposible volverla a abrir, así que la cerró suavemente y luego pateó la pared, le dolió, pero no le importó. Recogió sus cosas y fue a entrenar, todos siempre quedaban impresionados con sus habilidades, era realmente bueno.
Una hora después estaba cambiándose en los baños del club, amaba las duchas, lo relajaban hasta los huesos, no había nada más que lo relaje en un día muy ajetreado, solo dejaba que el agua caiga sobre su cabeza, bajando por su cara, entrando por su boca semi abierta siguiendo por su cuello, bajando por su espalda y pecho, y más allá, ambas manos apoyadas sobre la pared.
Nada más que eso era lo que necesitaba en ese momento, ese sentimiento de que... No, esa esperanza de que el agua se lleve el peso de sus hombros, que limpie todas las noches de su piel. Otra cosa que siempre lo hacia feliz era Davi, el hombrecito de su vida, la luz de todos sus días, la razón por la que se esfuerza todos los días en ser mejor persona, en ser un ejemplo a seguir.
Lio por otro lado... Tenía mujer y dos hermosos hijos Thiago y Mateo, su mujer Antonella era buena, pero con los años las cosas se enfriaron un poco, esa pasión perdida la encontró en la cancha, haciendo lo que más ama, la segunda cosa que más ama después de sus hijos, jugar futbol junto a sus amigos. Nunca se arrepiente de nada, porque piensa que todo tiene una razón de ser o no ser, así que acepta todo lo que venga.
Estaba llagando a la casa y ella lo estaba esperando en la entrada.
—Finalmente, hace una hora estoy esperándote.
—Perdón, estaba entrenando con los chicos, yo...
—No me importa—se acercó a él y estando a unos centímetros plantó su mano en la cara del morocho, quién dejó la cara de lado luego del impacto—vas a entrar y actuar como si nada—le advirtió, se dio media vuelta y entró a la casa dando un portazo.
Él se quedó en la oscuridad, su garganta comenzaba a dolerle, el nudo se hacia mas grande, se quedó como estatua por unos segundos hasta que tuvo las fuerzas para mover un pie y luego otro y adentrarse.
Thiago corrió a sus brazos.
—¡Papiii!
Leo se agachó y lo atrajo a su pecho abrazándolo con fuerza, besó su frente y lo meció unos segundos, el pequeño no quería soltarlo tampoco, cuando se sintió lo suficientemente fuerte lo soltó y caminaron de la mano hasta la cocina donde se encontraban Anto y el pequeño Mateo quién al verlo comenzó a balbucear y reír estirando sus manitos hacia él diciéndole que quería estar en sus brazos.
—Hola peque, después de comer.
Besó sus cachetes y le dio de comer, pudo sentir toda la noche los ojos de Anto sobre él, no despegó sus ojos del pequeño, cuando todos terminaron ella lavó los platos y él los llevó a la cama, los acunó, besó sus frentes y cerró despacio la puerta; en el pasillo estaba ella.
—Perdón, no quise reaccionar así, es que.... Me molestó que llegues tarde por estar con tus amigos.
—Esta bien, no te preocupes—respondió despreocupado, por que realmente no le importaba que a ella no le guste que este fuera con sus amigos, siempre era la misma discusión, y siempre terminaba igual.
—¿Querés café?
—No, gracias.
Besó su mejilla y luego de que todos estuvieron dormidos en sus camas él salió por la puerta adentrándose en la noche, comenzó a divagar hasta que estuvo tan lejos de su casa que temía no querer volver, esa casa lo ahogaba. Así que hizo lo que lo ayudaba a aclarar su mente siempre, se dirigió al club.
Habian algunas luces prendidas, pasó la puerta y se dirigió a la cancha, había alguien ahí practicando solo, se asombró por la agilidad de sus piernas y pies, era algo increible de ver, se quedó parado de brazos cruzados observando sus ágiles movimientos.
Hasta que esa figura sintió la presencia de otra persona en el lugar y se giró y se congeló, un moreno con piel caramelo y ojos miel, todo sonaba dulce en él, tanto como para causar diabetes.
—Sos muy bueno.
—G-gracias—respondió un poco sorprendido.
Eran los únicos en ese lugar, Ney dejo de hacer juegos con la pelota.
—¿Me enseñarías?
—No creo que pueda enseñarte algo...
Leo lo miró ofendido, pero en realidad no lo estaba solo fingía.
—¿Estas diciendo que soy malo y no voy a poder igualarte?
—¡No, nono! Me refiero a que...—entre cerró los ojos analizando su expresión.
—Si, lo entendí.
Ney sonrió y lo miró—Aunque... no creo que puedas ser tan bueno como yo, puedo ayudarte a que seas medianamente bueno.
—¡Ey!—Lio golpeó su hombro y ambos soltaron una risa.
—Soy sincero.
—Si, si. Claro, soy mejor que vos y lo sabes.
—En realidad no, nunca...
—Se que a veces venís y nos ves practicar, se que estoy medio viejo, pero tengo buena memoria, se que te ví antes en este lugar.
Neymar no sabia donde esconder su cara, aunque sabe que gracias a que no es de piel... blanca o parecido, no se nota cuando se sonroja.
—Puedes decir lo que quieras, pero no tienes pruebas.
—No sabes que es lo que tengo...
—En realidad... Si lo se—dijo Ney guiñándole, ahora Leo estaba sonrojado, porque no sabía a que se refería y se sintió incómodo.
Eso hicieron toda la noche, practicar, aprender mutuamente del otro y reír de cosas que, raramente ambos encontraban graciosas. Aunque sea por unas horas ambos olvidaron sus problemas.
ESTÁS LEYENDO
Neymessi// Move On...
FanfictionEsta historia trata de avanzar, Ney no tiene el trabajo soñado, pero le da de comer. Leo si lo tiene, pero la familia perfecta que tenía empieza a peligrar ya que Lio tiene otros intereses en su mente y... ¿Corazón? Leanla y diganme que les parece (...