~Alabado sea el Prosciuto~

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—Moge

¿Que?

—Mogege~

Salté de mi cama del susto que me dio. Si, no me dio un susto antes por que aún estaba atontada por el sueño, y por que tampoco me creía que estuviera un Mogeko en mi habitación.
Bueno, aunque son Mogekos al fin de al cabo.

—¿Que... haces en mi habitación...?

—Observarte, moge. Eres muy linda, moge~ Que pena que no seas una chica de preparatoria, moge~ Aunque contigo puede que cambie d-

—Ni lo sueñes— murmuré, y saqué al Mogeko de mi habitación. A punto estuve a echarlo de una patada pero, si lo hacía, al final iba ser el jefe quien me iba a sacar a mi de una patada del hotel.
Y eso seguro que no tendría mucha gracia.

Inspeccioné la habitación bien para comprobar que no había ningún intruso más. Cuando vi que ya no había nadie más, me quité el pijama y me vestí. Salí de mi cuarto y fui a la cafetería del hotel a tomarme un rápido desayuno...

Y al entrar, pude observar el mayor desmadre de mi vida.

Había millones de Mogekos en la mesa, corriendo, saltando, bailando, comiendo prosciuto y alguno, no se como, estaba volando. Bueno, más bien parecía que lo habían lanzado.
Ya sabía que ellos eran los reyes de la fiesta, pero no esperé que tuvieran esa energía tan pronto...

—¡Eh, chicos! ¿Aún no ha empezado la fiesta y ya estáis montando esta juerga?— exclamé de brazos cruzados, aunque ninguno de ellos me hizo caso.

—Son así— me afirmó el Mogeko Algo Extraño, uno de los pocos tranquilos de allí.

Me volví hacia aquel Mogeko que me había hablado.

—¡Vaya, buenos días, Mogeko algo Extraño!— le dije con una amable sonrisa.

—Buenos días— respondió con educación.
También me dijeron lo mismo el resto de Mogekos Especiales que estaban en la mesa. Bueno, excepto el Mogeko Defectuoso. Seguramente estaba con Yonaka, cuidando de que no le pasara nada.

Y efectivamente, no me equivocaba. Entraron Yonaka, pegada a su hermano, y junto con el Mogeko Defectuoso a su lado. Los Mogekos se alegraron mucho al ver a Yonaka.

—¡Yonaka-tan, ya esta despierta~!— exclamaron varios Mogekos a la vez. Vaya coordinación que tenían.

—¡Que alegría me da verla, moge~!— exclamaron los Mogekos restantes. Yonaka solo se apartó de ellos, asqueada.

—Os advierto, Mogekos: nada de violaciones aquí ni nada por el estilo— les avisé por si acaso.

—¿Queeee? ¡No es justo, moge~!— protestaron los Mogekos.

—Pues si. Os aguantáis y ya está.

Y justo en ese momento, vi pasar por la puerta a Moge-ko. La que me faltaba.

—¡Buenos díaaas~!— exclamó la chica sádica y loca con una sonrisa.

—B-buenos días...— pronuncié con un hilo de voz.

Si que estaba contenta ya... ¿O estaba escondiendo su temible enfado? No lo tenía muy claro.

—¡Teeeengo hambre~!— dijo cogiendo un cuchillo en donde estaban los cubiertos, y agarrando un Mogeko con la mano.

—¡Moge-ko! ¿¡Qué haces!?— exclamé alarmada mientras me dirigía hacia ella para detenerla.

—¿Yoo~? Tomar mi desayuno~ Un Mogeko por la mañana siempre es lo mejor~— respondió  a punto de cortar al inocente Mogeko por la mitad, que estaba sollozando.

~Rpgmaker Hotel~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora