5. De puertas hacia dentro

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      Lo observó mientras se pasaba las manos por el rostro hasta detenerse en la barba de un par de días que lucía. Adivinaba por sus gestos y su expresión que desde un primer momento él ya sabía de la presencia de Erickson en la sede.

      ―Kari, siento no habértelo contado ―se decidió a enfrentarla finalmente―. La verdad es que no quería que te enteraras de ello.

      ―¿Por qué no? ―le preguntó con irritación― Estás al corriente de lo que paso. ¿Cómo se te ocurrió no decirme nada?

      ―Por esa misma razón no quería comentarte al respecto, porque sabía que te preocuparías.

      ―Si al menos me lo hubieras contado no me habría llevado la sorpresa.

      ―Por favor no me juzgues, eres consciente de mi verdadera intención.

      ―Lo sé ―gimió―, es sólo que no me agrada esta situación. Cada vez que aparece Erikson, un problema nuevo surge.

      ―¿Ha pasado algo otra vez? ―titubeó. Aunque quería enterarse de si ese desgraciado le había vuelto a poner una mano encima a su amiga. Si así era, no dudaría en partirle la boca de nuevo.

      La mujer se acercó depositando ambos platos de comida sobre la mesa, con un buen montón de salsa de tomate y carne sobre la pasta, todo bien humeante.

      Mientras tanto, Mark no había dejado de mirar a Karina desde su pregunta, que desgraciadamente había sido interrumpida por la llegada de la comida. Observó como se frotaba las manos con nerviosismo, sin ser capaz de mirarlo a la cara.

      ―Karina ―apretó los puños con fuerza, bajo la mesa―. ¿Qué ha sido esta vez?

      ―Lo mismo, me acorraló en el ascensor ―por fin pronunció, después de un largo rato.

      ―Maldito cabrón, parece que le importa una mierda cuantas veces lo golpee ―escupió furioso―. Ese imbécil es incorregible, a pesar de haberle advertido.

      Karina se quedó mirando la herida de su labio, que parecía algo más cicatrizada que el día anterior, lo que le hizo abrir los ojos, al percatarse de lo que en verdad había sucedido.

      ―¿Él fue el viejo amigo con el que te golpeaste ayer?

      ―¿Con quién si no? Erickson es el único gilipollas en la faz de la tierra capaz de hacerme perder los estribos.

      ―¿A qué vino? ―se decidió a preguntar una de las cosas que más miedo le daba.

      ―Al parecer tenía algún asunto que cerrar con mi padre ―dijo tras una pausa, con voz insegura.

      ―¿Se trataba de algún negocio relacionado con su padre?

      ―No creo que fuera algo como eso…

      ―Y, ¿qué era entonces?

      Se mantuvo callado mirándola a los ojos, parecía que andaba divagando en sus pensamientos.

      ―No lo sé ―hizo una mueca de desagrado tras conseguir soltar a empujones la susodicha frase.

      ―¿Es verdad que no lo sabes o no me lo quieres decir? ―pronunció, temblándole la mandíbula.

      No quería dudar de su amigo, pero sentía que no terminaba de contarle todo lo que sabía.

      ―Te estoy diciendo la verdad, pero si me entero de algo no dudaré en decírtelo.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2016 ⏰

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