nota veintiocho

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Él estaba sentado bajo el pórtico de la entrada a mi casa. Eché un vistazo rápido por una de las ventanas delanteras para verificar si alguno de mis padres se había percatado de la presencia de aquel tipo con pinta de criminal pero, si lo hicieron, ninguno de ellos dio señales.

Me acerqué con precaución hacia Demian, nunca había hablado con él ni estado lo suficientemente cerca como para saber de qué era capaz o medir sus reacciones según la expresión de su rostro. Ni siquiera sabía si ese gesto asesino en su cara era propio de él o sólo se trataba de que quería asesinarme en ese momento, poco después descubriría que era lo segundo.

―¿Qué es lo que...

―¿Así que tú eres Kit, eh? ―Me echó una mirada de arriba a abajo. Cosa que era bastante estúpida ya que iba al instituto conmigo. Estaba seguro que él sabía que yo era Kit―. Sin ofender, pero no pareces gran cosa.

Me encogí de hombros.

―¿Pretendes darme un sermón patea-autoestima en la puerta de mi casa cuando luces como si un tren hubiese pasado más de una vez por encima de ti?

Mala idea utilizar el sarcasmo con este tipo de tíos. De verdad.

Me tomó por el cuello de la remera y me estampó contra la columna del pórtico. Fue entonces cuando me di cuenta que él olía a alcohol. 

―Aléjate de ella. Confía en mí que esta es la vez en la que soy amable, la próxima no será así, será peor.

Me hubiese encantado darle la definición de amabilidad, pero no lo hice. Sólo le devolví el golpe. 

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No podía esperar hasta mañana es sólo que asdfghjytrescvbnj

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Los chicos buenos van a la friendzone |#1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora