En Estados Unidos hay una leyenda análoga protagonizada por Bloody Mary («María la Sangrienta») o Mary Worth, que ha servido de inspiración al relato de Clive Barker Lo Prohibido, llevado al cine con el título Candyman.
Una versión relata que Mary era una chica de quince años muy hermosa y vanidosa. El centro de su vanidad era su hermoso cabello, que todas las noches peinaba cien veces. Un día le quisieron jugar una broma y un hombre (no se sabe quién) se escondió en el armario mientras ella cepillaba su cabello. Mientras estaba descuidada, el hombre salió, le tapó la boca con un pañuelo y le cortó todo el cabello. Ella no soportó verse fea y no pudo esperar a que el pelo le creciera de nuevo. Unas semanas después, se suicidó. Se cree que para que ésta aparezca se deben encender tres velas frente a un espejo, peinarse el cabello cien veces como ella lo hacía cada noche y decir «Bloody Mary» tres veces.
Según otra versión, Bloody Mary era una muchacha gravemente enferma y que en ese tiempo no se podía curar. El médico era su padre, que después de cuatro días en coma tomó la decisión de enterrarla en el patio de su casa. La madre de Mary no se quería ir de la tumba. Su padre sabiendo que se iba a morir de frío le inyectó morfina. A Mary se le amarró en la muñeca un hilo que iba unido a una campana. El padre se fue a dormir y a la mañana siguiente fue a ver la campana, que encontró tirada. En ese mismo momento abrió la tumba de su hija y vio que sus manos estaban llenas de sangre y poco después se fijó en sus dedos donde no estaban sus uñas. Después de llorar por un buen rato se fijó en que las uñas estaban incrustadas en el ataúd con muestras de rasguños. Se cree que para que ésta aparezca se deben encender tres velas frente a un espejo, dar tres vueltas y mientras lo hacen decir «Bloody Mary» tres veces.
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Leyendas Urbanas
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