La Adaptación a Madrid

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Un lunes por la mañana, primer día de colegio.
Alberto: hijo venga, sube al coche que llegamos tarde.
Mario: ¡Ya voy papá!.

Mario va bajando las escaleras corriendo, con la tostada en la boca y a la vez abrochandose los botones de la camisa. Tiene la mochila con la cremallera abierta asomando los libros, y llevandola puesta en un solo hombro.
Cuando llega al coche, su padre, con el ceño fruncido, le da una palmada en la cabeza, y el niño sube como una bala al coche.
Eva se despide de su hijo y de su marido desde el balcón mientras aprovecha para tender la ropa.
Alberto va conduciendo por la "M 30" un poco agobiado y asustado a la vez, porque no sabe que impresión le dará a su jefe y a sus nuevos compañeros de trabajo de que llegue 5 minutos tarde. Alberto para el coche en el colegio San Mateo, es un colegio de monjas del año 1892; el pobre Mario no sabe lo que le espera, porque con tan solo 5 años, va a tener que soportar los antiguos castigos que se daban en los colegios, como por ejemplo: los reglados en las manos, los tirones de orejas, ponerse de pie y aguantar el peso de los libros con las manos...

Alberto: -hijo, recuerda pasar siempre desapercibido; que este colegio es muy duro.
Mario: -vale papá, lo intentaré.
Alberto: - bueno pues te vengo a recoger a las una y media, acuérdate.
Mario: -sí papá.

Mario muy a su pesar y con la advertencia de su padre va caminando hacia la puerta del colegio encogido de hombros y un poco asustado por ver a sus nuevos compañeros de clase, sin saber como le darán la bienvenida, si será con abrazos y buenas palabras o con insultos y puñetazos.
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Su primera clase comenzó algo mal, porque los niños le empezaron a tirar bolas le papel, y no había ninguna niña que le defendiese; como antes he dicho, el colegio era muy chapado a la antigua y solo era de niños, y claro, también estaban las monjas.
Pero a la hora del recreo Mario conoció a un par de niños de su clase: Mateo y Marcos.

Mateo: -hola Mario, soy Mateo, siento mucho lo de las pelota de papel, son unos bestias.
Marcos: -tranquilo macho, seguro que en una semana se olvidan de ti.
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Mientras Alberto llegó a la oficina, impresionado; tenía su propio despacho, y eso para él era una gran responsabilidad que le ofrecían.
No empezó con muy buen pie con sus compañeros, pero con el tiempo se forzaria una buena amistad.
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Mario, Mateo y Marcos se hicieron mejores amigos y se llamaron los 3M; gracias a aquellos dos chicos Mario pudo adaptarse a Madrid. Su padre iba muy bien en su trabajo y los compañeros le apreciaban. Y Eva pues seguía siendo ama de casa y siendo a la vez costurera; pero con en tiempo Eva, tuvo depresión y no tenía ganas de hacer nada.
Lo peor es que ella se lo ocultaba a su marido y cuando él llegaba de trabajar, disimulaba como si todo fuera perfecto, pero en realidad ella misma sabía que no era así; no pudo hacer realidad sus sueños e ilusiones y se ahogaba en la rutina.
Eva adoraba a su familia por encima de todo, pero ella quería hacer algo en la vida. Así que se apuntó a clases de guitarra, para pasar el tiempo.

Muchas gracias a todos los que esteis leyendo mi historia, espero que os esté gustando, y que si notáis que tardo mucho en publicar un nuevo episodio es porque no tengo tiempo suficiente para escribir. Otra vez muchas gracias y si queréis comentarme algo, hazedlo.

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