Capítulo III.-

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~Orihime~

La figura de piedra introdujo a la joven por la ventana de una forma no muy educada.
- ¡¡oye!! ¿Que hago aqui? - pregunto asustada.
- su majestad pidio la presencia de todos ustedes, ahora sólo limitate a permanecer con vida hasta la hora de la cena - sentenció y se fue.
- ¿que quiso decir con eso?, debo salir de aquí y encontrar a los demás - se dijo a si misma asomándose por la ventana — debo salir de aquí — camino a la puerta pero cuando intento abrirla, esta le dio una descarga eléctrica, no muy fuerte, pero lo suficiente para hacer que ella retrocediera — no puedo abrir — susurro desesperada — ¿que debo hacer? — sus ojos se llenaron de lágrimas, “soy demasiado joven para morir de esta forma".
— yo puedo ayudarte~ — se escuchó una voz femenina en la misma habitación, Orihime abrió sus ojos como platos y desesperada volteó a todas partes buscando a la dueña de dicha voz.
— ¿D-donde estas?... NO JUEGUES CONMIGO DE ESTA FORMA — lloro frustrada y se tiró en el suelo, “si yo no hubiese insistido en este tonto viaje, Hinamori estaría bien y nosotros no estaríamos en peligro, pero tenía que ser imprudente y pedir esto, me odio, me odio“ se regañaba mentalmente hasta que escucho una risa.
— eres lo suficientemente estúpida como para pedir un viaje de ese tipo, y ahora debes ser lo suficientemente responsable para afrontar la  consecuencia de tus actos, Inoue Orihime ¿no es así? — dijo la voz con tono burlón.
— no me importa lo que digas, tan sólo muestrate, no me gusta me jueguen conmigo de esa manera, odio que.. — fue interrumpida.
—¿que jueguen contigo así como lo hizo Ulquiorra?, ¿que te hacía creer que te quería mientras que cortejaba a una chica de familia con posición más alta que la de la tuya?, ¿me equivoco?
— ¡¡callate!! — lloro aún más, mientras veía que en el espejo se formaba una figura que parecía ser un rostro.
— mi nombre es Nemu Kurotsuchi tu guardia y seré tu peor pesadilla.... Por cierto, su majestad los quiera a la hora de la cena, digo si aún sigues viva — río macabramente para después desaparecer haciendo que las velas de la habitación se apagaran dejando a la joven pelinaranja tirada en el suelo sollozando por los malos recuerdos.

~Toushiro~

Fue abandonado en el balcón y antes de que pudiera replicar algo la gárgola había desaparecido.
— ¿donde diablos me encuentro? — asomó su cabeza por el borde del balcón y vio que se encontraba en uno de los pisos más altos, más aparte, el castillo estaba sobre lo que parecía un acantilado. El peliblanco no perdió el tiempo y entró a la habitación, era espectacular, digna de un rey pero había algo que no le cuadraba, era como si algo estuviese ahí, observándolo. Analizó todo el lugar con su mirada turquesa, hasta que por fin encontró a un gato, pero se veía tan diferente a un gato normal, “¿es de esperarse que el gato no sea normal?” se preguntó a si mismo mientras lo veía fijamente, su color era negro y sus ojos dorados, algo particular que pudo notar fue que este gato lo veía fijamente, y parecía sonreír.
— ¿que maldita cosa eres? — cuestionó serio sin apartar su mirada del felino.
— nadie importante, sólo seré tu guardia — se lamió los bigotes y se acercó a él a paso lento — debo encargarme de que las instrucciones de su majestad se cumplan.
El joven se quedó estático, veía como a medida que se acercaba el gato comenzaba a crecer y a tomar forma humana, trato de retroceder pero ya era tarde, su guardia estaba frente a él, una mujer morena, alta y con brillante e hipnotizantes ojos dorados estaba tomando sus hombros.
—Mi querido Toushiro, tu abuela te va a extrañar tanto, pero rompiste las sencillas reglas del príncipe y tendrás que pagar — se acercó lo suficiente como para que su aliento chocara con el rostro del chico, el cual tenía los ojos abiertos de par en par y temblaba.
— ¿que sabes de mi abuela? — pregunto en un susurro.
— lo suficiente — beso su mejilla y lo arrojó con fuerza a la cama, así, parada en el mismo lugar le dijo — lo suficiente como para saber qué tú madre fue violada, lo suficiente como para saber qué esa mujer te abandono por ser hijo de quien eres, los suficiente como para saber qué le causas muchos problemas a la linda anciana — sonrió y mostró sus afilados colmillos — por cierto mi querido Toushiro Hitsugaya, mi nombre es Shihōin Yoruichi, y te atormentare durante tu estadía, por cierto, su majestad quiere verlos en la cena. Más te vale estar puntual o la bestia te matará — camino hacia la puerta lentamente y salió, dejando al chico aún acostado en la cama, “¿como es que sabe tanto?, ¿que diablos quiere?” se preguntaba de forma desesperada mientras seguia  temblando, posiblemente de rabió o talves miedo, nunca se sabe.

~????~

— mi querida y adorada hermana, me gustaría que tú jamás hubieses tenido que pasar por esto, tu eras tan joven, tu no tenías culpa de nada.... Todo fue mi culpa, mi egoísmo y arrogancia me arrastraron a esta maldición de la cual no creo poder salir, lo único que me destroza el alma es que tu, siendo tan pura y justa, tuvieras que cargar con mi castigo — se lamentaba parado frente a una mesa en la que reposaba la foto de dos jovenes, la mujer con una sonrisa sincera, mirada tranquila y de color violeta, su cabello negro caía con gracia haciendo que un mechón atravesará su rostro, mientras abrazaba a un hombre muy parecido a ella, su semblante serio y arrogante todo un aristócrata, sus ojos grises que parecían vacíos pero también demostraban mil maneras de hacerte sufrir, su cabello negro también y perfectamente recogido en una coleta baja.
— su majestad, no hace bien lamentarse del pasado — llegó el pelirrojo inesperadamente.
— ¡¡¡callate, maldita sea!!!, largate de aquí antes de que te arranque la cabeza — dijo mostrando sus colmillos.
— señor casi viene la noche, lo que quiere decir.
— si ya se, callate y arregla mi ropa — el pelirrojo asintió y salió del salón.
— odio las noches, son mi peor tortura, me hacen ver de nuevo lo que un día fui, me regresan a mi yo anterior pero ¡¡ME ATORMENTA SABER QUE TENDRE QUE VOLVER A SER ESTO!! — grito con furia y arrojó la mesa al otro lado de la habitación haciendo al espejo un gran agujero, se acercó a él y pudo ver parte de su reflejo, algo que no se distinguía si era un oso o un león, talves ambos al mismo tiempo, cubierto de pelo negro y café, sus ojos grises permanecían intactos al parecer ellos y su mente seguían sin ser dominados por la bestia, aunque este no lo demostrará. Terminó de romper el espejo y salió corriendo, como si de un león se tratará y subió las escaleras, tendría que recibir a sus invitados de la forma en que ellos merecían.

En Ese Castillo (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora