3. «Si me tocas, me rompo»

1.3K 146 52
                                    




Juvia lanzó una última risa hacia sus amigas, antes de retirarse de la biblioteca de la escuela y cerrar la puerta tras de sí. Su propia voz resonó en sus oídos y el frío hizo presencia, logrando que se abrigara con su bufanda al cuello.

Aquella melodía podía resultar hermosa para cualquiera: un brote de alegría para los demás.

Pero, después de todo, siempre era así ¿no?

Ella era la persona más feliz que conocían.

Lanzó una rápida mirada al parque frente a ella, contemplando los copos de nieve cubrir el suelo y sintiendo una helada brisa romper contra sus mejillas; brindándole al lugar esa característica sensación de frescura que sólo te da una nevada en invierno.

Caminó unos pasos, ignorando que sus dedos de los pies se estuvieran congelando. No, no estaba descalza. Aún tras el cuero de las botas, la nieve le perforaba el alma, rogándose a sí misma a que caminara lo más rápido posible, para llegar al calor de su hogar.




"Hogar"

Su habitación, mejor dicho.

Sólo su habitación.

Cuatro paredes...

Que habían visto de todo.





Juvia carraspeó sintiendo ardor en su garganta, pues de tanto toser ya se había inflamado. Apretó el agarre a su bufanda, ocultando la mitad de su rostro en esta.

Una fina neblina cubría las calles, impidiéndole ver con claridad.

Por esta misma razón, lanzó un quejido cuando chocó su hombro con el de la persona que caminaba hacia el sentido contrario.

—¡Juvia lo siente! —respondió automáticamente, volteándose para disculparse.

De esta manera, se encontró con unos ojos azules, que la inspeccionaron lentamente.

A pesar de la sonrisa que adornaba el rostro de Juvia, ese chico −que era más alto que ella y ocultaba, bajo un algo ridículo gorro negro con orejas, unos rebeldes mechones azul marino, casi negros−hizo algo que la heló el doble que la misma nieve a su alrededor.

La miró.

Sólo la miro... se dio vuelta y siguió su camino.

Así, sin más.

Juvia supo que, cuando sus piernas temblaron, no era por el frío.

Debía volver a casa...


❄️





Porque cuando cerró la puerta de su habitación...
Sí, cuando sólo fueron ella y esas cuatro paredes blancas...

Pudo dejar caer lentamente aquella máscara que tanto le pesaba.

Su sonrisa.

Y se dejó caer contra la puerta, sentándose en el suelo.

"¿Qué pasa?" se preguntó.

¿En verdad tanto le dolió la frialdad del chico?

No.

Sabía exactamente lo que ocurría... aunque lo negara.

En tan solo una fracción de segundo, sintió envidia de él.

¿No tener que fingir que no estás molesto para no causar conflicto? ¿Ponerte un estúpido gorro sin importar lo que lleguen a pensar?

ONE SHOT'S ▬ Fairy TailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora