Expectation

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-Te digo que no.

-Pero Magnus...

-Alexander, no vas a casarte usando un sweater con hoyos.

-Pero tengo algunos que no tienen hoyos.

Alexander Lightwood y Magnus Bane se encontraban en el loft, en las afueras de Brooklyn. El brujo se encontraba jugando una partida de Angry Birds con Rafael, el pequeño Nephilim de 7 años de edad a quien ambos habían adoptado. Rafael había sido algo tímido las primeras semanas, aunque Max, el pequeño brujo de piel como el color del mar de 4 años, había sido de gran ayuda. Ahora, cuando no tenían entrenamiento con Alec y Max no tenía lecciones de magia, ambos se pasaban el día jugando a las escondidas, o simplemente correteando por el apartamento,  sus gritos y risas infantiles llenaban el lugar del acogedor calor de un hogar.

-¡Gané!- Rafael alzó los brazos en señal de victoria, sonriendo ampliamente.

- Hiciste trampa.- respondió el brujo,  cruzando los brazos sobre el pecho.

-¡Trampa!- exclamó Max, quien estaba sentado en el regazo de Alec, terminando su cena.

-No hice trampa, Ayah.- El pequeño moreno hizo un mohín- Hablo en serio.

A Magnus le dio un vuelco el corazón ante aquel sobrenombre. Max había empezado a llamarlo Ayah cuando tenía 2, y Rafael se había acostumbrado a ese apodo también rápidamente.

-Oh, lo sé, mi pequeño ángel.- El brujo estrechó a su hijo contra su pecho, su mano acariciando los oscuros rizos en su cabeza- Pero quiero la revancha.

-Tendrá que ser otro día.- Alec se dirigió a la cocina por una servilleta y limpió a conciencia la cara de Max- Ya es tarde y la tía Izzy vendrá por ustedes temprano. Deben ir a dormir.

El ojiazul no pudo evitar el auspiro que salió de sus labios. Mañana sería, posiblemente,  uno de los mejores días de su vida.

-¡Dormir!- Max se safó de los brazos de su padre y corrió hasta estar cerca de su hermano mayor, tomando su mano- ¿Puedo dormir contigo? Mi cuarto es muy obscuro.

-Arándanito, no puedes dormir siempre con Rafael- le reprochó Magnus mientras se levantaba del sofá- Tu tienes tu cuarto.

-Pero Ayah...

-No me molesta dormir con Max.- Rafael interrumpió la protesta de Max- No suelo tener pesadillas cuando él duerme conmigo.
-Bien.- Alec sonrió, enternecido por sus hijos y por el amor que se tenían. Ambos eran tan diferentes y sin embargo, se demostraban el mismo amor que él tenía hacia Izzy, Jace y Max, por quien Max había sido nombrado.- En ese caso, vamos. Les cambiaré las pijamas.

Alec siguió caminó hacia la habitación de Rafael, seguido por los niños y por Magnus. Tomó del closet la pijama de Rafael, que consistía en un simple pantalón deportivo gris de franela y una camiseta blanca con el logo de Iron Man, y se acercó para ayudarle a cambiarse. Magnus fue hasta la habitación de Max, tomando la pijama de este que eran pantalones y camiseta a juego de los Looney Toons.

Una vez cambiados, ambos niños se treparon a la cama de Rafael y tomaron sus respectivos lugares.- Ayah, ¿puedes cantar la canción de cuna de Rafael?- Preguntó Max una vez que Alec hubo apagado las luces.

-Desde luego.-respondió Magnus con una sonrisa y se sentó a un lado de la cama, Alec se había quedado cerca de la puerta, los observaba recostado en la pared.- Arroró mi niño, arroró mi sol. Arroró pedazo de mi corazón- La voz de Magnus era apenas un murmullo mientras cantaba aquella nana en español que tanto le gustaba a su hijo mayor.- Este lindo niño que nació de día,  quiere que lo lleve a la dulcería.

Los ojos de Max ya se encontraban cerrados, su respiración tranquila mientras dormía con la mano sujeta a la muñeca de su hermano, pero Rafael trataba de luchar contra sus párpados pesados para escuchar el final de la canción.

-Este lindo niño que nació de noche, quiere que lo lleve a pasear en coche.- Alec se había acercado hasta estar cerca del cabecero de la cama, y acariciaba los oscuros rizos de Rafael con cariño- Duérmete mi niño, duérmete mi amor. Duérmete pedazo de mi corazón.

Magnus sonrió al ver a Rafael dormido, su pequeño rostro se parecía al de los ángeles dibujados en las antiguas historias de cazadores de sombras. El brujo se levantó, besó la frente de Max y luego la de Rafael. Miró a Alec y estiró la mano hacia él,  tomando su mano para salir de la habitación.

-¿Sabes? Estuve pensando algo que hablé con Izzy.- dijo Magnus a Alec, quien pasaba una camiseta blanca sobre su cabeza. Ambos hombres se encontraban en la habitación principal, colocándose el pijama. Magnus con un chasquido se había colocado su favorita, una negra de seda con tigres y flamencos bailando.- Sobre los trajes.

Alec rodó los ojos y se metió en la cama, bajo las cálidas colchas.- Estoy plenamente consciente que tendré que usar uno.

-Absolutamente. -respondió Magnus casi de inmediato.- Pero no era eso. Hace días estuve leyendo que, anteriormente, los cazadores de sombras solían usar el traje negro con las runas doradas en sus bodas.

Alec alzó las cejas sorprendido, su completa atención en Magnus- ¿No quieres casarte de dorado?

-No, cielo, no es eso tampoco.- Magnus le sonrió a su prometido y miró fijamente. El brujo amaba perderse en los azules ojos de Alec, aunque ¿que no amaba él de Alexander?- Sé que odias las extravagancias, y de cierta manera, no serías tú con un traje completamente dorado. Y quiero que el día de nuestra boda te sientas cómodo contigo.- Alec observaba atentamente a Magnus, un atisbo de sonrisa se plantó en sus labios al notar lo mucho que el brujo lo conocía, y lo mucho que le gustaba ese hecho.- Así que podrías usar un traje negro con runas doradas, es más discreto pero sigue siendo hermoso. Como tú.

Alec ni siquiera respondió, se lanzó a los brazos del brujo y estampó los labios con los de Magnus. El brujo sonreía ligeramente sobre los labios del pelinegro, sin embargo, devolvió el beso con suavidad.

-Eres el mejor, en serio lo eres.- murmuraba el cazador sobre los labios del brujo mientras dejaba cortos besos en estos.

-Lo que sea para hacerte feliz, Garbancito.-murmuró en respuesta Magnus, sonriendo por aquellos besos y llevando una de sus manos a la mejilla del ojiazul, dejando una lenta caricias en el pómulo.

-¿Tu usarás uno igual?- Alec sonrió por la caricia en su piel y ladeó la cabeza hacia la mano de su esposo.

-Oh no, cariño, mi traje será completamente dorado.- guiñó el ojo hacia Alec con una divertida sonrisa y lo besó castamente en los labios una vez más, antes de acomodarse en la cama.

El ojiazul rodó los ojos y negó divertido, sonriendo de lado. Abrazó a su prometido por la cintura, apoyando la mejilla en su hombro mientras este lo rodeaba con sus brazos.- Debí suponerlo.

Malec's Wedding {Short Story}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora