Capitulo tres

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-¿Helmind?-pregunta Melanie aún mareada.
Warlock asiente y se acerca a la ventana. Abre la cortina y una luz resplandeciente entra en la habitación.
-Es una isla que no aparece en los mapas y que fue encontrada por Iris. Ella puso un hechizo para proteger a sus hijos, solo puede entrar alguien en la isla si alguien de dentro se lo permite.
-¿Entonces-interrumpe Melanie- yo puedo hacer que la gente entre cuando quiera?
-Creo que me he explicado mal-se contradice a sí mismo- solo alguien que tiene magia y que está dentro de la isla puede hacer que alguien entre. Soy el único mago de Helmind, eso hará que los hijos de Iris estén más protegidos.
-¿Pero qué es lo que buscan los rebeldes de los hijos de Iris?
El no responde. Ni siquiera Warlock sabe la respuesta correctamente, solo sabe una parte.
-Deberías ir preparándote-le sugiere el mago a la joven chica.
-¿Para qué necesito prepararme?-pregunta Melanie.
Cuando Warlock va a responder, alguien llama a la puerta y sin esperar respuesta entra en la habitación. Es una mujer de unos 40 años rubia y delgada. Lleva puesto un vestido muy pomposo y un gorro en la cabeza. Melanie se ríe, ya que parece que están en el año 1800. Warlock le echa un mirada de regaño y Melanie sonrie de lado.
-Warlock, querido-la mujer se acerca al mago y le da dos besos y luego se acerca a Melanie-tu debes de ser la guardiana. Encantada, soy Clare y estaré disponible para ayudarte en todo lo que quieras. Pero ahora vamos a prepararte.
-¿Alguien me puede decir para que me tengo que preparar?-pregunta Melanie.
Clare se gira hacia ella y sonríe. No ha parado de sonreír desde que ha entrado en la habitación.
-Me parece muy desconsiderado por tu parte Warlock. Sé que es mi trabajo pero podrías haber hecho unos avances-se enoja Clare- Te hemos preparado una fiesta de bienvenida, Melanie. Allí conocerás a los hijos de Iris y a algún otro guardián más, aunque cada día hay menos.
Melanie asiente no muy convencida. Le encantan las fiestas, pero sabe que el tipo de fiesta que se va a encontrar hoy no es el mismo que le gusta. Seguramente haya mucha gente con vestidos pomposos como los de Clare y pongan canciones aburridas que le obligaran a bailar.
-Melanie-le llama Warlock- Si necesitas algo pronuncia mi nombre y yo apareceré junto a ti. A la noche te recogeré.
Ella asiente. Aún, no le ha explicado todo lo que ella le hubiera gustado saber, pero lo hará.
Cuando Warlock abandona la habitación, Clare empieza a atosigar a Melanie. Primero, recoge su pelo como nunca lo habían hecho. Le hace 13 trenzas, y las va juntando una en una haciendo un recogido y las une con unas horquillas. Le pone un flor en su lado derecho del pelo. Luego, le quita la ropa, dejándola solo con el sostén y la parte abajo de la ropa interior. Eso incomoda a Melanie. Pero rápidamente la vergüenza pasa, ya que le pone el vestido. Al principio el vestido parecía que iba a entrar, pero a Melanie le cuesta ponérselo sin arruinar el peinado. Cuando al fin lo consigue, Clare se acerca a ella y le aprieta la parte de arriba del vestido. Melanie empieza a toser, casi no puede respirar. Pero parece ser que Clare no se da cuenta y lo deja así. Mientras la maquilla, se acostumbra a respirar de esa forma, así que decide hacerle alguna pregunta:
-¿Eres una terrestre?
Clare la mira fijamente a los ojos y se ríe, luego vuelve a bajar la mirada a sus labios para seguir pintándoselos de un rojo oscuro. Le coloca unas perlas blancas en las orejas y luego coloca unos zapatos azules en sus pies.
-Soy una ninfa-responde Clare por fin.
-Eso es algo parecido a un elfo ¿verdad?
-No tiene nada que ver-le corrige a Melanie- Los elfos son inmortales y las ninfas muy pocas veces viven más de 100 años. Además, las ninfas protegen la naturaleza. Ese es mi trabajo aquí. Normalmente, suelo cuidar el bosque, pero Warlock cree que soy la apropiada para prepararte y cuidarte.
-No entiendo porque eres la más apropiada-susurra Melanie, pero Clare la escucha y rueda lo ojos.
La ninfa sabía a lo que se enfrentaba cuando aceptó este trabajo. Sabía cómo iban a ser la guardianas que ella tendría que cuidar: egocéntricas, idiotas y muy poco humildes. Como lo era Iris, o eso es lo que le contaron.
-Levántate, vamos a ver si te gusta.
Melanie asiente y se levanta. Se acerca al espejo que hay en frente de ella y se mira. No le gusta nada lo que ve. Es verdad que la ha maquillado y peinado bastante bien, pero odia ese vestido azul. Y los zapatos también son horribles.
-No tenéis tiendas por aquí cerca ¿cierto?-pregunta Melanie con sarcasmo en su voz-No estoy acostumbrada a llevar este tipo de ropa. Además, no me gusta.
-Creía que te gustaba el azul-dice Clare decepcionada con su elección- Siento que no te guste, pero vas a tener que acostumbrar. Sé que esta situación es un poco extraña para ti, pero luego entenderás todo.
-¿Entender qué?
-Me encantaría decírtelo Melanie, pero esa no es mi responsabilidad. Es la de Warlock-responde la ninfa y escuchan unos golpes en las puerta- Ese debe de ser el. Nos vemos mañana después de comer. A la mañana Warlock te enseñará la isla y a la tarde comenzaras tus estudios. Los entrenamientos no los empezaras hasta dentro de dos días.
En ese momento, el mago entra a la habitación en la que estaban Clare y Melanie.
-Nos vamos, Melanie-le avisa.
Ella asiente y sale de la habitación con mucho cuidado ya que tiene que levantar el vestido siempre que da un paso. Se acerca a Warlock y el le ofrece el brazo para que no se caiga. Ella al principio se niega, pero cuando el mago insiste, ella no puede resistirse.
Al salir, ve un gran pasillo decorado con una larga alfombra roja. En las paredes hay muchísimos cuadros, mejor dicho, retratos. En casi todos aparece una bella mujer, siempre la misma. El pasillo lleva a una puerta, la cual Warlock abre y que les permite salir al exterior.
En lo primero que se fija es en el mar que tiene delante. Melanie ama el mar y la playa. Pero esa playa le parece horrible. No tiene nada en especial y está muy poco cuidada. Por eso, pone una cara de asco y sigue caminando junto a Warlock.
-¿Cuántos años tienes?-pregunta la joven guardiana de repente.
A Warlock le sorprende un poco la pregunta. Nadie le suele preguntar su edad y le parece extraño.
-Es una grosería preguntar eso-le regaña el mago.
-Hay algo que tienes que saber de mí, cuando quiero preguntar algo o hacer algo lo suelo hacer. No me gusta quedarme con las ganas. Así que si no me lo dices tú, lo voy a descubrir por mí misma.
La actitud de Melanie es lo que más le sorprende a Warlock. Nadie le había hablado así y eso le enfurece.
-Tengo muchísimos años, tantos que no llevo la cuenta-miente el mago y la joven lo sabe.
-No me lo trago, Warlock. Otra pregunta, ¿por qué tienes los ojos de otro color? Ahora los tienes rojos, y a la mañana los tenías marrones.
-Hablando de la mañana-cambia de tema Warlock- No has comido nada, solo un sandwich en el avión y nada más, así que supongo que tendrás hambre.
-Tampoco es que tenga mucha, no suelo comer mucho-le informa Melanie.
Warlock asiente y siguen andando.
-Por cierto-interrumpe Melanie el silencio que habían creado- ¿A dónde me llevas? Sé que es una fiesta pero no se donde es.
-¿Ves ese palacio de alli?-pregunta Warlock señalándole con el dedo el palacio que tienen alado-Ese era el palacio de Iris, y es el más grande de toda la isla.
-Parece enorme.
-Lo es, y por dentro aún más. Aunque, aquí  todos los palacios son grandes.
-¿Y para que usáis el palacio? ¿Quiero decir, Iris no está aquí, entonces ella no puede vivir ahí-dice Melanie intentando evitar la palabra muerta.
-Normalmente la usamos para fiestas. Nadie vive ahí, ya que todos los hijos de Iris viven en su propio palacio.
Melanie se pone ha pensar lo grande que tiene que ser Helmind, ya que todavía no ha visto ningún palacio, solo ha visto árboles y la playa de antes.
Cuando por fin llegan al deseado palacio, Melanie se enstremece. Esta muy nerviosa, hoy va a conocer ha mucha gente, y posiblemente alguien le ayudará a encontrar a sus padres. Esa es su única preocupación.
Entran por la puerta y Warlock agarra fuertemente a Melanie para que no se caiga, ya que la ve muy torpe con esos tacones. Llegan a la puerta que da al gran salón, donde todos los estarán esperando. Las puertas están abiertas y dos guardianes, que protegen la puerta, saludan a Warlock con la cabeza y él les devuelve el gesto.
Cuando por fin entran a la fiesta, Melanie se queda asombrada. Lo único que le hace reaccionar es la voz de Warlock:
-Bienvenida a tu fiesta, Melanie.

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