Capitulo dos

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-Buenos días, Melanie-le saluda entrando en su casa.
Melanie abre la boca. ¿Cómo se sabe su nombre? No lo entiende. Tampoco entiende porque ha entrado en su casa si su permiso. Aunque, ahora que lo piensa, ella tampoco a hecho nada para impedirlo. Ha decidido hacerle caso, como su madre le había pedido, pero le va a costar mucho.
-¿Se puede saber quién es usted?-le pregunta Melanie intentando parecer educada.
El la mira, con sus ojos color café. ¿No los tenía azules al entrar a la casa? Melanie, no le da importancia.
-Por favor uses el usted conmigo-le pide el misterioso hombre- Mi nombre es Warlock.
Melanie suelta una pequeña carcajada, mientras él lo fulmina con la mirada. Ahora sus ojos son más oscuros, casi negros. ¿Será cosa de la luz?
-¿De qué te ríes, Melanie?
-No es muy común que alguien se llame brujo-responde intranquila.
El la guiña un ojo y le explica:
-Posiblemente tenga una razón. Pero, de eso hablaremos más adelante. Ahora, debemos salir de esta casa y coger un avión a Cabo de Hornos.
Ella no sabe dónde está ese lugar, pero esta aterrada y no se atreve a preguntar, así que solo asiente.
Warlock la coge de la mano y la saca de su casa. Al salir, ve un taxi, que parece que les está esperando. El hombre le arrastra hasta dentro y se sientan en los asientos de atrás.
-Al aeropuerto-le ordena Warlock al taxista mirando para tras.
Parece nervioso e intranquilo, incluso durante el viaje, le obliga al conductor a ir más rápido.
-¿Me puedes contar lo que está sucediendo? ¿Por qué estás mirando todo el rato hacia atrás?-le pregunta Melanie confusa.
-Te lo contaré, Melanie, pero no ahora. Es muy peligroso, puede haber algún rebelde aquí.
¿Rebelde? ¿Que es eso? Melanie no entiende nada. Y Warlock, tampoco parece querer explicárselo.
Cuando llegan al aeropuerto, salen rápidamente, casi corriendo. Mejor dicho, casi volando. Warlock sujeta fuertemente a Melanie de la cintura, mientras pasan por el medio de toda la gente, chocándose con todos. Al fin llegan al avión, que está vacío. Ni siquiera han comprado los billetes. Warlock a dicho algo en un idioma extraño y les han dejado pasar.
-Siéntate-le ordena el hombre que acaba de conocer.
Ella le hace caso. No sabe porque, pero confía en el. Aunque cuando el avión despega, no puede pensar en la confianza que tiene, solo puede vomitar. Es la primera vez que se monta en avión y cree que no va a ser una experiencia muy bonita. Al terminar, Warlock se sienta alado suyo y le entrega una toalla. Ella no le agradece, ya que no está acostumbrada a hacerlo.
-Necesito saber lo que está pasando.
El suspira. Tiene miedo a que Melanie no quiera participar y eso le aterroriza. Es su última esperanza, sabe que si no acepta, no habrá posibilidad de sobrevivir. Los rebeldes dominarán el mundo.
-Lo que te voy a contar ahora, no se lo puedes contar a nadie. Tampoco quiero que te asustes, y no me interrumpas mientras te lo cuente. Cuando termine puedes decir lo que quieras y si quieres te llevaré de vuelta a casa ¿entendido?
Melanie solo asiente, con miedo ha hablar.
-La civilización está dividida en cinco grupos: los terrestres, los sobrenaturales, los hijos de Iris, los guardianes y los rebeldes. Yo pertenezco al grupo de los sobrenaturales, específicamente, soy un mago. Tu eres una guardiana, es decir, proteges a los hijos de Iris. Hace mucho tiempo, mucho tiempo, cuando ni siquiera los animales habitaban la tierra, nací yo. Pensarás que soy muy mayor, pero no son tantos años. Mis padres, Dimitri y Maleia, eran amigos de Klaus y Feline, los padres de Iris. Posiblemente habrás escuchado su nombre en clase de historia. El caso, es que éramos inseparables, mejores amigos, pero los problemas empezaron a aparecer.
Una turbulencia interrumpe a Warlock, pero rápidamente sigue explicando:
-No se lo que pasó, pero los subterráneos, sobre todo los magos, la empezaron a odiar y los rebeldes empezaron a atacar. La última vez que vi a Iris fue en París, y una semana después la mataron.
Melanie se da cuenta que Warlock a bajado el tono de voz al hablar de Iris, quien le recordaba a la misteriosa bruja de la que habían hablado unas horas antes en clase de historia. ¿Será la misma persona?
-El caso es que ella, contrato a los guardianes para que protegieran a sus hijos. Y todavía lo hacen-sige explicando Warlock- Nosotros pasamos desapercibidos en este mundo, pocos terrestres saben de la existencia de lo que te acabo de contar.
-En mucha información-disputa Melanie.
-Sólo es el principio, hay muchas más cosas que quiero contarte, pero todo a su tiempo. Descansa.
Unos minutos después Melanie de duerme, mientras Warlock la observa dormir. El entiende que ella no tiene porque hacer esto y que posiblemente no lo quiera hacerlo, pero es la única posibilidad de salvar a todos, incluso a los terrestres. Warlock la observa dormir, es muy bella. Se parece mucho a Iris, la mujer que el amó y siempre amará. La observa dormir. Se mueve mucho, como si tuviera una pesadilla. Lo quiere comprobar.
Acerca si mano izquieda al centro de su frente y la toca. De repente, nota una mala vibración. Efectivamente, está teniendo una pesadilla. Le encantaría entrar en sus sueño y saber que es lo que tanto le aterroriza. Pero no va a poder hasta que ella se lo permita.
Warlock se levanta de su asiento y camina hacia la cabina del piloto. Entra y pregunta:
-¿Cuánto queda, Finn?
-Con esta velocidad solo media hora señor-responde el piloto llamado Finn firmemente.
Cuando el mago se dispone a salir, el joven piloto lo detiene:
-¿Crees que ella es la elegida?
-Eso espero.
-Eso dijiste las últimas cuatro veces-le recuerda Finn a Warlock, y eso hace enojar al mago.
-Solo sé que esconde muchos secretos y que nunca se llegara a fiar de mí por completo-responde Warlock suspirando- Pero eso me da confianza, porque Iris era igual, y me recuerda a ella.
-¡Warlock!-le llama Melanie desde dentro del avión.
-Ve a ver que quiere, y dile que se siente y se ponga el cinturón de seguridad. Vamos a aterrizar.
El mago asiente y se marcha de hay. Finn es muy buen chico, mejor dicho, duende. Trabaja para ellos desde que nació y siempre ha estado ahí para ayudarlo, aunque a veces, le saca de sus casillas.
-Siéntate Melanie. Aterrizamos-le informa Warlock.
Ella obedece y se pone el cinturón de seguridad.
-Creo que me tienes que contar más cosas, ¿verdad?-pregunta Melanie sonriendo y pasando su pelo castaño por detrás de su oreja izquierda.
El la mira cómplice, pero no sonríe. La chica, todavía, no le ha visto sonreír. Como si fuera un robot sin sentimientos.
-Todo a su tiempo, Mel. Para seguir con la historia tienes que conocer a los hijos de Iris, y lo harás hoy a la noche.
-¿Cuantos son?-pregunta Melanie, esperándose un cifra baja.
-16-responde Warlock.
Mel abre los ojos como platos y se empieza a reír, pensando quién sería el padre. Warlock intenta leer su mente, queriendo saber lo que piensa, pero algo se lo impide. Esto también le sucedió con la segunda chica, así que no se asusta.
-¡Agárrate fuerte!-grita el mago.
Melanie se muerde el labio y cierra los ojos fuertemente. No tiene miedo, ella nunca tiene miedo, pero está nerviosa ya que al final de la noche tendrá que tomar una decisión muy importante.
Al fin, el avión llega al suelo y con el, las preguntas de Melanie:
-¿Dónde están mis padres?
Se bajan del avión y cogen otro taxi, que les estaba esperando junto al avión. Se sientan y un hombre muy pálido conduce.
-No sabemos donde están tus padres, pero seguramente los rebeldes los hayan capturado.
Ella asiente y baja la cabeza. Es lo único en esta vida que ella quiere de verdad.
-Llegamos-exclama el taxista enseñando sus blancos dientes.
Warlock le da las gracias y se baja del taxi, con Melanie detras. Empiezan a caminar tranquilamente, sin decir ninguna palabra. Pero, como siempre, Melanie no soporta el silencio:
-Todavía no me has enseñado tú magia, Warlock.
El la mira y le guiña un ojo.
-Te la enseñaré, Melanie.
-¿Y si decido no quedarme?-pregunta de repente.
El suspira. Sabía que esa pregunta o ese pensamiento iba a llegar. Al fin y al cabo, todas se lo plantean. Solo la primera se quedó y solo fue una hora.
-Te quedaras con las ganas-responde Warlock serio.
Melanie quiere seguir haciendo preguntas y dando opiniones, pero no quiere irritarlo. No se fía de Warlock, pero cuanto menos le moleste mejor, ya que si se queda tendrá alguna cara conocida.
Siguen caminando, hasta llegar a un puerto. Solo hay un barco en el, pero el barco es muy pequeño.
-Es hora de decidir, Melanie. Si te quieres quedar nos vamos ya, pero sino, volverás al avión y a tu casa, pero tus recuerdos serán borrados.
Ella asiente y piensa. ¿Está dispuesta a arriesgar su vida, por la de otras 16 personas que no conoce? A Melanie, normalmente solo se importa ella misma y a veces, sus padres. No se ve muy capaz de hacerlo, pero ¿y si ella es la única que puede salvar a todos? ¿Y si es verdad y sus padres están junto a los rebeldes?
-Quiero que me des tu palabra de que si me quedo, me ayudes a encontrar a mis padres.
-Te doy mi palabra-jura Warlock- de que si te quedas, encontrarás a tus padres sanos y a salvo.
Ella asiente y suspira. Le mira a los ojos y luego exclama:
-No sé adónde me llevas, pero no me gustan los barcos.
-Eres muy caprichosa, Melanie-le regaña Warlock cogiendole de la mano- Querías ver mi magia, ¿verdad? Entonces no te sueltes.
Warlock sitúa a Melanie de espaldas al mar, así él puede contemplar el agua. Entonces el mago pronuncia:
-Nelogious Helmind.
Melanie mira a Warlock confusa sin saber porque dice esas palabras y sin saber qué significan. Pero de repente, todo empieza a dar vueltas y ella grita. Unos segundos después están en medio de un salón. La chica intenta mantenerse de pie, pero lo único que puede hacer es sentarse en la silla que tiene alado.
-Este será tu nuevo hogar, Melanie-le dice Warlock- Bienvenida a la isla de Helmind.

Primer movimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora