Capitulo uno

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Presente
Lunes. Lunes de nuevo. Melanie se levanta perezosa de la cama y se frota los ojos. Lunes. Eso significa ir a clase y aburrirse, como siempre. Pero también significa ser la chica que todo el mundo quiere ser. La chica popular.
Lunes. Melanie no se puede sacar esa palabra de su cabeza. Odia los lunes, porque tiene que esperar otros 5 días para que llegue el fin de semana.
-¡Levántate, Melania!-le ordena su madre gritando desde la cocina.
Ella siempre está levantada para cuando la llama, pero no le dice nunca nada. Se mete al cuarto de baño y se ducha.
Lunes. Se frota la cabeza enojada pensando en que hoy es lunes. Sale de la ducha y se viste. Coge algo rápido y sencillo, pero que llame la atención. Abre la puerta de su habitación y sale de allí.
Lunes. Vuelve a pensarlo y se distrae tanto que casi se cae por las escaleras. Por fin llega a la cocina y saluda a su madre con un beso en la mejilla.
-Buenos días, papá-le dice Melanie a su padre sentándose alado de el.
El, alza la cabeza y sonríe mientras se termina su café. Melanie coge sus tostadas con mermelada y se las come.
-Cariño-le llama la madre de Melanie a su marido- Deberías venir un segundo.
El marido se levanta y le da un beso en la cabeza a su hija, para luego marcharse de la cocina.
Lunes. Melanie se enfurece al pensarlo de nuevo y aprieta la tostada, que cae echa añicos en su plato.
"¿Tanta fuerza tengo"-se pregunta ella misma cogiendo otra tostada.
Cuando termina el desayuno, escucha susurrar algo a sus padres.
-¿Crees que deberíamos contárselo?-pregunta la mujer a su marido.
-No, es mejor que no se meta en ese tema.
-Pero nació para eso Byron. Es su mundo.
-Era el nuestro, Miranda-responde Byron a su mujer.
-Pero ella igual quiere ser parte de todo eso.
Melanie intenta escuchar la conversación, pero cuando pisa el suelo, una baldosa suena demasiado. Por eso, sus padres se callan.
-Me voy-grita la niña cogiendo la mochila y saliendo por la puerta.
Los padres ni siquiera tienen tiempo para responder.
Melanie camina por las calles de Nueva York, intentado llegar hasta el instituto.
Antes de entrar a clase, se dirige a la taquilla de su novio, Derek.
-Hola amor-le saluda dándole un beso en los labios.
-Hola Mel-le devuelve el beso, solo que más ferozmente.
Pero no dura mucho, porque el timbre suena. Se separan y se dan la mano para caminar a clase.
-¿Creéis que hoy podéis ganar?-le pregunta Mel a su novio sentándose junto a él en la clase de Historia.
-No estoy seguro, solo si tú me animas marcare touchdown.
Ella sonríe. Derek es el capitán del equipo de fútbol americano y Melanie es la capitana de las animadoras. Son los populares del instituto. Siempre andan juntos e intentan marginar a los perdedores. Pero, en él fondo, muy muy en el fondo, Melanie se sentía culpable de ser así.
Justo cuando el profesor entra, un chico muy alto se sitúa en frente de Melanie, y no la permite ver.
-¿Quién te ha dado permiso para sentarte ahí?-pregunta Melanie borde-Largo de aquí, vete atrás o algo.
El chico la mira con miedo y se levanta para ponerse detrás de ella.
-Empezamos clase-dice el profesor de historia- Hoy vamos a hablar de Iris, una de las brujas más poderosas de sus tiempos.
-Las brujas no existen profesor-le asegura Derek riéndose.
Toda la clase estalla a carcajadas, excepto Melanie, que ha empezado a sentir un terrible dolor de cabeza. Se queja pero nadie la escucha.
-Iris era hija de Klaus y Feline, los magos de los que hablamos la anterior clase. Pero su niñez no duró mucho ya que mató a sus padres con un hechizo mágico-prosigue el profesor- Tuvo muchos hijos, 15 en total, y muchos amantes. Pero también tuvo muchos problemas con los demás magos. Por eso la mataron.
Por una vez en todo el curso, Melanie estaba atenta a la explicación del profesor. Le interesaba pero el dolor de cabeza aumentaba cada vez que escuchaba más y de repente, noto un pinchazo en el cuello. Directamente en su marca de nacimiento, la estrella.
Todos los demás se reían del profesor, diciendo que esas historias de brujas y magos no existieron ni nunca existirán. El profesor se desespera y les manda hacer un trabajo sobre Iris. No puede soportar que nadie le crea al decir que Iris si existió y que todos los sobrenaturales también existieron. Él nunca los ha visto, pero tiene fe. Al mirar a Melanie, ve en sus ojos la misma fe que el. Porque ella es especial y lo sabe.
-Melanie-susurra Derek a Melanie mordiéndole la oreja.
-Para-le ordena apartándolo de su cara.
-¿Por qué?
Ella se vuelve a la pantalla del ordenador y empieza a buscar información sobre Iris. No le responde, no quiere hacerlo.
Entra en una página web, y empieza a leer la información. Pero no hay suficiente como para crear un trabajo. Entra en muchísimas páginas, pero en todas pone lo mismo. Se enfada y apaga en ordenador donde estaba buscando la información. Suspira, se levanta y sale de la clase, sin ni siquiera despedirse de Derek. Recorre los vacios pasillos con cuidado de no hacer ruido. Pero se asusta cuando escucha un ruido detrás suyo. Se da la vuelta pero no hay nadie. Un escalofrío le recorre y se esconde en el baño. Se mira al espejo y suspira. Tiene ojeras. Muchas. Abre su bolso y saca un poco de maquillaje para taparse las bolsas. De repente una puerta se abre y Melanie se vuelve a asustar. Pero nadie entra ni sale del baño. Lo que le parece un poco extraño. Vuelve a sentir miedo y sale corriendo de ahí.
Al volver al pasillo, todos los alumnos están fuera de clase. Ella pasa por el medio y todos se apartan para que tenga más espacio. Eso le hace sentir bien a Melanie. Saber que todo el mundo la envidia. Ella sonríe y aparta su castaño pelo de su cara. Camina como una modelo, y los chicos la miran asombrados. Pero su momento de gloria termina cuando se choca contra alguien, un hombre con una camiseta negra.
-Mira por dónde vas-le dice el chico a Melanie, lo que le deja muy sorprendida.
-¿Acaso sabes quién soy?-le pregunta Melanie al misterioso hombre.
-¿Acaso sabes quién soy yo de lo que soy capaz de hacer?-le amenaza el hombre a Melanie enseñándole sus verdes y brillantes ojos.
Ella se echa hacia atrás y traga saliva.
-Me da igual quién seas tú, pero la próxima vez ten más cuidado-dice Melanie pasando alado suyo.
Todo lo malo le pasa los lunes. Los odia con toda su alma.
Sigue caminando y llega a la siguiente clase, Álgebra. Pero al entrar al aula, se da cuenta que no hay nadie. De repente, su móvil suena. Es su madre. ¿Para qué le llamara?
-Mama, no puedo ha...
-Melanie, escúchame. Sal de inmediato del instituto y ven a casa-le ordena su madre histericamente.
-¿Qué pasa, mamá?
-Cuando llegues te lo explicaré, pero ven rápido.
-Mama, no entiendo nada y ahora tengo clase de Álgebra...
Pero no puede terminar porque un pitido suena. Le ha colgado. Y ahora si que se asusta.
-Melanie-susurra una voz desconocida.
Se da la vuelta pero no hay nadie.
-Melanie-vuelve a decir la voz.
Ella empieza a jadear y corre por el pasillo, en el que tampoco hay nadie.
Vuelve a tener miedo. Mucho miedo. Sale de Instituto y corre hasta llegar a casa, en la cual la puerta está abierta. Entra con miedo, no sabiendo lo que se va a encontrar dentro. Al entrar cierra la puerta principal.
-¿Hola?-pregunta, pero nadie responde.
Recorre el pasillo vacío y revuelto. Todas las fotos están por el suelo, y todos los cristales rotos. Entra en la cocina, donde hace una pocas horas ella estaba comiendo, y ve que esta peor que el pasillo. Los platos están por el suelo y los vasos junto a la ventana, hechos pedazos. Vuelve a caminar por por el pasillo y ve que todas las puertas están abiertas, menos la de su habitación, la cual está cerrada. Se acerca a la puerta y la abre sigilosamente. Ella cree que se va a encontrar a alguien, posiblemente la persona que ha desordenado toda su casa. Pero no es así. En cambio, encuentra su habitación como la dejo a la mañana, la cama sin hacer, pero todo en su orden. Encima de la cama hay una carta con su nombre. Su nombre está escrito con una letra preciosa y admirable, la letra de su madre. La coge y la huele, queriendo oler su esencia. Y lo hace, no hay duda que la carta ha sido escrita por su madre. O por lo menos, la ha tocado. Antes de abrir la carta, se pregunta una cosa a sí misma. ¿Por qué su madre le había llamado y le había dicho que viniera aquí, si ella no estaba en casa? Deja de imaginarse todas las malas razones y, sin esperar más, abre la carta:
" Querida Melanie:
Posiblemente ahora no lo entiendas, pero tú solo obedece a lo que te digan.
Te queremos, Mamá y papá.
Posdata: abre la puerta"

Y de repente, la puerta principal suena. Ella se acerca, y como su madre le ha dicho, abre la puerta. En frente de ella, hay un hombre de raza negra, mayor de 40 años y con los brazos llenos de tatuajes.
Pero a Melanie no le importa cómo es, ni su aspecto. Solo le importan dos cosas.
¿Qué hace él aquí y donde están sus padres?

Primer movimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora