"Faith:
Sé que te estarás preguntando quien soy y cómo he podido dar contigo, pero eso no es lo más importante justo en este momento.
Iré al grano, porque no tengo mucho tiempo, pues me están vigilando y no deben saber que estoy intentando contactarte.
Ocurrió un año después de tu partida. Una grave amenaza empezó a surgir en nuestros territorios, y por un momento pensamos que habíamos logrado acabar con ella.
Qué ilusos fuimos.
Hace unas semanas ocurrió el primer golpe. Pensamos que el problema no avanzaría más que eso, pero joder, sí que lo hizo.
No daré detalles exactos.
Ellos quieren adueñarse de lo que les corresponde a los Poliakov y a su gente.
Hemos devuelto sus golpes, pero no alcanza. Recurrimos a todos nuestros contactos, y cada vez somos más. Pero ellos también lo son.
Faith, no pararán hasta vernos a todos muertos. Y eso incluye a tus hermanos.
No soy una persona que ruega, pero ahora mismo lo estoy haciendo. Faith, vuelve a casa, esto es una emergencia.
Lamento tener que recurrir a ti, pero no conozco a otra persona capaz de detener esto. De detenerlo a él.
Un viejo amigo".
Cerré los ojos y moví mi cuello, haciéndolo tronar.
Caminé hacia la cocina y observé el calendario colgado del refrigerador. Puse mi dedo índice sobre el número que marcaba la fecha de hoy y arqueé una ceja.
3 exactos años desde la última vez que pisé Las Vegas.
Tomé la carta y la observé durante unos segundos, debatiéndome internamente qué debía hacer, aunque sabía que era en vano. En el fondo, ya tenía mi decisión tomada desde el preciso instante en que abrí el sobre.
Hice un bollo la carta y la tiré en el cesto de basura. Una sonrisa fría se formó en mis labios.
Las largas vacaciones habían acabado.
Era hora de volver a casa.
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