FOTO MULTIMEDIA: ADRIK POLIAKOVA (Aaron Taylor-Johnson)
Subí al escenario, y automáticamente cientos de pares de ojos se clavaron en mí, muchos de ellos, desconocidos.
-...nuestra querida hermana, Faith –concluyó con una sonrisa su breve y aburrido discurso Max, haciéndose a un lado y dándome su lugar. Fuertes aplausos y vitoreos me dieron la bienvenida.
-Joder, no me esperaba este recibimiento –reí una vez que terminaron los aplausos, observando los globos que adornaban el gran auditorio que formaba parte de El Cuartel-. Bah, joder, ¿qué se puede esperar de Maksimiliam?
Risas resonaron en el lugar. Observé algunos rostros con detenimiento, pero seguía sin encontrar algo familiar. Un escalofrío recorrió mi espalda a caer en la cuenta de que, probablemente, muchas de las personas que yo conocía ya no estén en este mundo.
Así era nuestra vida, nuestro mundo. Desde que nacemos nos entrenan y nos hacen entender nuestra realidad: podíamos morir en cualquier momento. La muerte era y siempre fue algo presente para todos nosotros, y si nos llegaba, la recibiríamos con un abrazo como si fuera una vieja amiga.
-He estado fuera mucho tiempo, si bien saben –comencé luego de unos largos minutos de silencio-. No tenía planeado volver aún... y siendo sincera no sé si lo haría en algún momento, pero estamos ante en una situación seria –hice una pausa-. Acabo de llegar y aún no estoy al tanto de todo lo que está ocurriendo, pero de lo que estoy segura es que debemos estar más unidos que nunca.
¿Y qué carajo debo decir ahora?, pensaba mirando de reojo a mis hermanos, en busca de ayuda. Siempre se me habían dado bien los discursos pero, vamos, he estado tantos años aislada que apenas recuerdo como socializar.
Sin exagerar, claro...
-Sé que no me conocen más allá de lo que siempre se ha dicho de mí –continué-. Pueden inculcarles que soy algo así como su <<líder>> pero no dejo de ser una desconocida ante sus ojos. Yo tampoco los conozco a ustedes, pero creo y realmente espero –dije entre dientes con una clara amenaza latente- que si están aquí es porque se han ganado el lugar. Más allá de mi desconfianza, creo en mis hermanos, y si ellos los han integrado a la gran familia que somos, entonces, estoy más que encantada de aceptarlos. Eso somos y nunca lo deben olvidar. Muchas gracias por darme un lugar.
Todos en el auditorio se levantaron y comenzaron a aplaudir, dándome sonrisas de aprobación.
Oh, sí bebé. Esto fue más fácil de lo que pensaba.
-Se te sigue dando bien esto –comentó mi hermano a mi costado.
-Meh, madera de líder, tú sabes.
...
Entré a la que años atrás solía ser mi habitación en El Cuartel: un pequeño compartimiento con no mucho más que una cama, un ropero y un escritorio. Claro que, en ese entonces, me había dedicado a decorarlo y hacerlo más... mío.
Las paredes estaban pintadas de un rosa pálido, y en ellas había colgadas fotos, posters de bandas que me gustaban en aquellas épocas, dibujos y bocetos de tatuajes que solía hacer (pues ambas cosas se me daban muy bien).
Un escalofrío me invadió cuando observé como toda la habitación estaba patas arriba, y así me había encargado de dejarla yo la última vez que había estado aquí. Tal vez, estaba peor de lo que la había dejado. Dudo que en estos años alguien se haya atrevido a poner un pie aquí dentro, solamente se me venía a la cabeza la idea de que mis hermanos, en un desespero por saber a dónde rayos había ido, haya buscado aquí dentro alguna pista. Pero era imposible encontrar algo.